Lavanguardia
El Servei Català de la Salut ha indemnizado a la familia de una joven que murió con 21 años, después de que denunciaran que su muerte había sido “a consecuencia de un grave retraso” en el diagnóstico. Antes de llegar a juicio, las partes han llegado a un acuerdo de indemnización del cual se desconoce la cantidad a petición de los familiares.
Según apunta el Defensor del Pacient en un comunicado, la joven empezó el 26 de febrero del 2022 a tener dolores de cabeza “totalmente invalidantes”, que le provocaban mareos, náuseas, pérdida de visión y dificultades para hablar. Los familiares acusan los servicios médicos de “banalizar” los síntomas con diagnósticos erróneos. En concreto, apuntan al SEM y al Hospital del Mar, donde la chica ingresó de urgencias dos veces.
A pesar de los síntomas, el hospital concluyó que la joven no sufría ninguna enfermedad grave y le dieron el alta. Según su padre, los servicios sanitarios consideraron que su hija “exageraba el dolor” y que los síntomas no eran “tan graves”, y que los relacionaban con intoxicación alimentaria y una infección leve de covid. Un diagnóstico totalmente erróneo.
Después de un empeoramiento el día siguiente mismo del alta, volvieron a llevar a la joven al hospital, que esta vez detectó que presentaba un cuadro de extrema gravedad. Con todo, tardaron nueve horas en hacerle un TAC cerebral que reveló que sufría trombosis venosa cerebral. La prueba llegó demasiado tarde y la joven murió el 2 de marzo del 2022.
“La muerte de mi hija era evitable. El sistema disponía de los medios y de las personas para atenderla en una ciutat grande y moderna como Barcelona, pero no hubo un diagnóstico correcto desde el inicio. Todo condujo al triste final, después de una operación a vida o muerte de la cual salió con muerte cerebral”, expresa el padre de la chica.
90% de supervivencia con el tratamiento necesario
La abogada Luisa Blanco, de la asociación El Defensor del Pacient, defendió en el caso que la joven murió a consecuencia del retraso en el diagnóstico, después de presentar síntomas que defendió que “requerían un diagnóstico y tratamiento emergent”.
En la demanda se apuntaba que si se hubiera hecho un diagnóstico correcto cuando empezaron los síntomas, la joven se podría haber beneficiado del tratamiento necesario que “le habría permitido tener hasta además de un 90% de posibilidades de supervivència”.
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