Antes de volver a la Casa Blanca, Donald Trump ya ha revolucionado la política internacional con sus pretensiones de adhesión de Groenlandia. Si en su anterior mandato sugirió que podría comprarle esta gigantesca isla a Dinamarca, ahora no descarta imponer aranceles al país nórdico para obligar a cedérsela e incluso el uso de la fuerza militar. Numerosos analistas han explicado estos últimos días la situación estratégica de este territorio —sobre todo si el comercio marítimo se abre paso en un Ártico sin hielo— y el propio presidente electo de EEUU afirma que es imprescindible para la "seguridad económica" de su país. ¿A qué se refiere exactamente?
Aunque cuenta con menos de 60.000 habitantes, Groenlandia tiene una extensión que multiplica por cuatro la superficie de España. El 84% está cubierta por el hielo de forma permanente, pero ese manto blanco está en retroceso y esconde tesoros que las potencias llevan siglos ambicionando, como oro y petróleo, y otros que son clave en el siglo XXI: algunos de los yacimientos de tierras raras más prometedores del mundo. Estos elementos son esenciales para toda la tecnología moderna, pero algunos son bastante escasos y China ejerce un monopolio casi total con respecto a la extracción, el procesamiento y las cadenas de suministro.
Hace años, el proyecto minero de Kvanefjeld, que estaba próximo a Narsaq, una localidad de 1.700 habitantes ubicada justo en la punta sur de la isla, provocó una enorme polémica. Liderado por una compañía australiana, pretendía extraer tierras raras y uranio, pero la fuerte oposición social paralizó la iniciativa. En 2021, una nueva ley del gobierno autónomo de Groenlandia estableció una serie de requisitos para las extracciones mineras que, en la práctica, acababan con este proyecto. Sin embargo, las reservas siguen ahí y algunos esperan que lleguen nuevos tiempos y vuelva a cambiar la normativa. De hecho, en la empresa australiana entró un inversor chino.
Los estudios indican que Kvanefjeld es el segundo mayor yacimiento de tierras raras del mundo y el sexto en uranio. Además, por su posición, es uno de los lugares más accesibles de la isla. No obstante, en esta isla hay muchos más recursos por explotar. El proyecto EuRare, financiado por la Unión Europea, ha estudiado las tierras raras disponibles en territorio europeo y el panorama es bastante desolador, salvo por un par de excepciones: Kiruna, en Suecia, y Groenlandia, especialmente, en su costa oeste, que concentra la mayor parte de la escasa población insular. Los geólogos estiman que la probabilidad de que haya tierras raras en una concentración rentable es muy alta en diversos puntos.
Las tierras raras son un conjunto de 17 elementos y algunos son especialmente importantes para la fabricación de imanes (praseodimio, neodimio, samario, disprosio y tulio). Esto significa que están presentes en cualquier dispositivo electrónico, "desde el limpiaparabrisas de un coche a un aerogenerador o un dron", comenta en declaraciones a El Confidencial Ricardo Prego, científico del CSIC y autor del libro Las tierras raras. En realidad, toda la tecnología de los últimos 60 años depende de estos componentes, pero la electrificación de la economía y popularización de productos de alta tecnología, como ordenadores y móviles, hace que la demanda se haya disparado, mientras que los yacimientos siguen siendo escasos, en su mayor parte.
Incluso cuando se localizan, el proceso para obtener los elementos de interés es largo, complejo y costoso. "Una cosa es tener la mina y otra, hacer el procesado. Hay que traer el mineral, separarlo de la ganga, obtener el óxido de tierras raras y purificarlo según la aplicación que se le quiera dar", explica el experto. Por eso, "Europa es totalmente dependiente de China", porque además de carecer de la materia prima, apenas dispone de centros de tratamiento, con la excepción de Estonia.
En ese sentido, EEUU sí dispone de algunas tierras raras, pero la ventaja de los chinos en un asunto tan crucial es sideral. Groenlandia sería una oportunidad para cambiar las cosas a medio o largo plazo, ya que "desde que se descubre un posible yacimiento hasta que está en explotación pueden pasar 10 años", apunta Prego. En este caso, las incógnitas serían aún mayores por motivos muy diversos, desde el precedente de la oposición social y política al proyecto de Kvanefjeld hasta las dificultades naturales del entorno. De hecho, aún falta mucho por saber sobre los recursos de esta isla, porque la zona costera está bien cartografiada, pero "debajo del hielo podrá haber muchas cosas que, de momento, no se conocen".
El deshielo lo cambia todo
La cuestión es que acceder a todos esos recursos estratégicos va a ser cada vez más fácil. El principal motivo es un factor que buena parte de los votantes de Trump desdeña o incluso niega: el cambio climático. Los datos indican que la isla más grande del mundo es una de las zonas en las que más rápidamente se está calentando a nivel global. "Desde 1995, la temperatura media ha subido 1,5ºC con respecto al resto del siglo XX; esto significa que en 30 años se ha incrementado lo mismo que la del resto del planeta en siglo y medio", explica Nacho López, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), centro del CSIC con sede en Zaragoza.
El resultado es que el casquete polar de Groenlandia, la segunda masa de hielo más grande después de la Antártida, se está derritiendo; así como otros glaciares periféricos. "El hielo está desapareciendo muy rápido", destaca este experto, que visita la isla periódicamente debido a sus trabajos de investigación. "Es un punto caliente tanto por la pérdida de hielo como por la calidad de los recursos que tiene", añade. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que, en el interior, el espesor de esta capa está entre dos y tres kilómetros de profundidad.
Ese volumen es tan gigantesco que resulta impensable que vaya a desaparecer en un periodo corto de tiempo, pero los científicos advierten de que estamos cada vez más cerca de llegar un punto de no retorno en el que la temperatura podría dispararse de forma irreversible. En concreto, algunos estudios indican que un calentamiento de entre 1,7ºC y 2,3ºC, daría lugar a un proceso mucho más acelerado. "Los cambios van sucediendo de una forma progresiva, pero una vez que se supera un determinado umbral, van muchísimo más rápido. No estamos tan lejos de superar esa barrera y que todo se acelere de forma notable", afirma el científico del IPE.
De hecho, en el pasado esta zona del planeta ya ha sufrido reducciones de la extensión de hielo increíblemente aceleradas, "porque es muy sensible al proceso de calentamiento". Una investigación publicada en Science en 2023 revelaba que el noroeste Groenlandia —zona remota e inaccesible pegada al polo— perdió todo su hielo hace unos 400.000 años, "cuando la temperatura media global del aire era similar a la que pronto experimentaremos debido al calentamiento climático provocado por el hombre", detallaban los autores.
Clima y extracción
En estos últimos años, los cambios ya son más que visibles. Desde 1980 hasta la actualidad, unos 30.000 kilómetros cuadrados han quedado libres de hielo, es decir, una superficie tan grande como Galicia y Cataluña. "Es una extensión muy considerable, pero si pasamos los umbrales de aceleración, se va a multiplicar rápidamente", apunta el investigador del CSIC. Además, hay que tener en cuenta que el calentamiento implica también menos hielo marino, un asunto del que se habla mucho con respecto a la apertura de rutas de navegación en el Ártico, pero que también es fundamental para facilitar el acceso a recursos mineros de los fondos oceánicos.
Sin embargo, el calentamiento se deja sentir también en otros aspectos y, en estas latitudes del continente americano, el meteorológico es clave para cualquier actividad. "Hay una menor duración del manto de nieve y esto, de cara a una hipotética explotación de recursos, deja un periodo más largo del año para trabajar", destaca Nacho López, que ha desarrollado un proyecto de investigación centrado, precisamente, en las variaciones que está provocando la subida de temperaturas en el manto blanco del oeste de Groenlandia.
Aparte del terreno congelado, el clima de Groenlandia es "muy limitante para las extracciones; aunque no las imposibilita, las dificulta". Solo los meses centrales del verano son relativamente benignos, mientras que la vida se hace mucho más dura a partir de septiembre. Por eso, una posible reducción de la duración de la nieve en las próximas décadas, aunque solo sea un par de meses al año, "dejará mucho margen". En ese sentido, los estudios del CSIC destacan un incremento notable de la fusión de hielo y nieve en toda la isla.
En cualquier caso, las repercusiones de todos estos cambios de cara a la pretensión de explotar los recursos de Groenlandia se sitúan "más en el medio plazo que de forma inmediata", asegura el experto. De hecho, algunos informes dicen que "en los próximos años las posibilidades de explotación son limitadas", pero está claro que las grandes potencias tratan de asegurarse el futuro.
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