Uno de los paraísos naturales más asombrosos de España son los Pirineos. Compartidos con nuestros vecinos andorranos y franceses, cuenta con más de 200 montañas de más de 3.000 metros de altura. Al año, más de un millón de visitantes vienen a disfrutar de sus asombrosos lagos y valles, además de sus picos nevados, rutas por afilados acantilados y pueblos pintorescos en las faldas de sus montañas.
A mediados del siglo XIX se empezó a explotar la alta concentración de minerales de la montaña. Aunque la mayoría de trabajadores de la mina y de la presa hidráulica del estanque d’Arraing vivían en el municipio de Sentein, en Francia, se construyeron comedores, dormitorios y herrerías más cercanos a los puntos de extracción para facilitarle la labor a los mineros. Esto es lo que hoy nos deja con unas ruinas impresionantes en la ladera del Mail de Bulard.
Para el cavado de galerías, se talló en el acantilado un paso aéreo, un camino estrecho con un precipicio en uno o ambos lados, que hoy está destruido, pero que por entonces le dotó a la mina el nombre de «la devoradora de hombres», en francés «la mangeuse d’hommes». En las primeras décadas del siglo XX, precisamente la gran altura a la que se encontraba la mina, permitió que se extrajeran más de 80.000 toneladas de mineral bruto.
La visita al yacimiento, aunque fascinante, resulta de muy alta dificultad, puesto que hay un gran riesgo de desprendimiento por los estrechos pasos de sus acantilados. A pesar de ser una ruta reservada para los montañistas más experimentados, arqueólogos e historiadores han visitado también estos restos, interesados en el sistema de extracción que utilizaban los mineros de alta montaña. Este sistema se basaba en una composición de rieles y vagonetas para la extracción, y de cables y volquetes para el transporte al terminal de Bocard d'Eylie, donde mujeres se encargaban de separar el mineral bruto que llegaba.
En el año 1926, el mercado de metales cayó y con ello llegó el cierre de la mina. Desde entonces, el deterioro de los restos ha sido inevitable debido al paso del tiempo y a las extremas condiciones meteorológicas de altura, pero se mantiene el interés por descubrir la fascinante historia de esta mina. El paisaje natural pirenaico ahora queda adornado por unas ruinas que recuerdan a la composición de la auténtica maravilla del Machu Picchu y genera encanto entre los conocedores de su historia.
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