La presencia del nombre de Hatshepsut sugiere que la tumba pudo haber sido preparada con su participación o reutilizada en algún momento de la historia dinástica
Arqueólogos hallan inscripciones romanas y una moneda de la época del emperador Claudio en una cueva valenciana
El hallazgo de la tumba de Tutmosis II en Luxor marca un hito en la arqueología egipcia, ya que es la segunda tumba real descubierta en más de un siglo, que se suma al hallazgo en Saqqara en enero de 2023. La misión arqueológica conjunta egipcio-británica entre el Consejo Supremo de Antigüedades y la New Kingdom Research Foundation, dirigida por Piers Litherland, ha confirmado la localización de esta tumba perdida hace milenios. Tutmosis II, cuarto faraón de la dinastía XVIII, reinó brevemente, pero su importancia radica en su linaje y conexiones dinásticas. Fue esposo y medio hermano de Hatshepsut, quien se convertiría en una de las pocas mujeres en gobernar Egipto, y padre de Tutmosis III, considerado uno de los más grandes estrategas militares de la historia egipcia.
El destino de la momia de Tutmosis II
El contexto histórico de la tumba de Tutmosis II es complejo. Durante la dinastía XXI, unos 500 años después de su muerte, los sacerdotes egipcios decidieron trasladar los cuerpos de varios faraones a un escondite en los acantilados de Tebas para protegerlos de saqueadores y desastres naturales. En este refugio oculto, descubierto en 1881, se encontraron las momias de Tutmosis II, Ramsés II, Seti I y Tutmosis III, entre otros. Estos restos fueron trasladados en 2021 al Museo Nacional de la Civilización Egipcia en una ceremonia transmitida mundialmente.
La tumba original, un misterio resuelto
A pesar de que el cuerpo de Tutmosis II se conoció en el siglo XIX, su tumba original permaneció un misterio hasta su hallazgo reciente. La tumba, designada como C4, se encuentra en una ubicación de difícil acceso cerca del templo funerario de Hatshepsut en Deir el-Bahri, a unos 2,4 kilómetros al oeste del Valle de los Reyes. Inicialmente, los arqueólogos pensaron que podía pertenecer a una esposa menor de Tutmosis II, ya que en la zona se habían encontrado sepulturas de mujeres de la realeza. Sin embargo, nuevas evidencias indicarían lo contrario.
Excavaciones y descubrimientos clave
El descubrimiento no fue sencillo. La tumba estaba bloqueada por escombros debido a inundaciones, y el equipo de excavación tuvo que despejar toneladas de piedra caliza, atravesar una escalera profunda y lidiar con pasillos colapsados. Con el avance de las excavaciones, se encontraron indicios arquitectónicos reveladores. La forma de la entrada mostraba una similitud significativa con la tumba KV20 de Hatshepsut, lo que sugería un vínculo con la realeza. Además, la decoración interior contenía un cielo estrellado y extractos del Amduat, un texto funerario reservado para los monarcas.
El hallazgo decisivo fueron fragmentos de vasijas de alabastro rotas con inscripciones que llevaban el nombre de Tutmosis II y el de Hatshepsut. Esta evidencia permitió a los arqueólogos descartar cualquier otra posibilidad y confirmar que la tumba pertenecía al propio Tutmosis II. La presencia del nombre de Hatshepsut sugiere que la tumba pudo haber sido preparada con su participación o reutilizada en algún momento de la historia dinástica. Sin embargo, su estado de conservación era deficiente debido a inundaciones ocurridas poco después del entierro, lo que obligó al equipo a restaurar las inscripciones y decoraciones halladas en sus muros.
Otro gran descubrimiento reciente
El hallazgo de la tumba de Tutmosis II se suma a otra importante excavación en Egipto. En enero de 2023, un equipo liderado por Zahi Hawass descubrió una tumba real en Saqqara, que data de la dinastía V, con una antigüedad de aproximadamente 4,300 años. Esta tumba contenía sarcófagos, estatuas y jeroglíficos en un notable estado de conservación, lo que proporciona una valiosa información sobre las prácticas funerarias de la época.
Implicaciones para la arqueología egipcia
Este descubrimiento es de gran relevancia, ya que aporta nuevas pistas sobre la dinastía XVIII y las prácticas funerarias del antiguo Egipto. También plantea interrogantes sobre el estado original de la tumba y su posible expolio a lo largo de los siglos. Se ha señalado que el contenido principal de la tumba pudo haber sido trasladado tras las inundaciones que la afectaron en la antigüedad, dejando pocos objetos en su ubicación original. A medida que continúen las excavaciones, los expertos esperan recuperar más información sobre los objetos funerarios y la disposición original de la cámara sepulcral.
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