Metropoli
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Unidad Canina K-9 de Securitas en el metro de Barcelona
Caminan entre los túneles del metro de Barcelona. Viajan de línea en línea controlando a los millones de personas que cada día usan el suburbano para desplazarse por toda la ciudad. Evitan incidentes y disuaden a incívicos o delincuentes. Y no les hacen falta armas, ni siquiera palabras.
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Unidad Canina K-9 de Securitas en el metro de Barcelona Barcelona
Son los perros que forman la Unidad Canina K-9. Unos 50 canes entrenados y formados que trabajan su jornada laboral de ocho horas como los vigilantes al uso. Animales que el equipo técnico de Securitas --que creó la unidad en 2003-- trata como a deportistas de élite: con dieta especial y controles médicos rutinarios. Metrópoli ha visitado las instalaciones donde viven estos simpáticos y profesionales perros para conocer de primera mano su dinámica.
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Uno de los perros de la unidad canina del metro de Barcelona Barcelona
Can Boixeres, su hogar
Es en la estación de Can Boixeres de L'Hospitalet de Llobregat donde los vigilantes de cuatro patas viven, pero como el lector comprenderá, no se pueden revelar muchos detalles sobre su morada. Por seguridad, "porque en todos estos años no ha pasado nada y no queremos que pase ahora", dice Andrés Sancho, el responsable y creador de la unidad.
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Unidad Canina K-9 de Securitas en el metro de Barcelona Barcelona
Los que no están trabajando, descansan en sus jaulas. Austeras, cuentan con enormes bebederos de piedra, sin más decoración. "No les podemos poner camitas u otros elementos porque pueden destrozarlos e incluso comérselos", detalla Sancho. Ya les ha pasado alguna vez, de hecho. "Pero son más felices que otros perros domésticos que pasan 15 horas solos en casa", añade. Aquí, el trajín de gente es continuo y "nunca están solos".
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Algunas de las jaulas donde viven los perros vigilantes del metro de Barcelona Barcelona
Entrenados y formados
La mayoría son Pastores Alemanes o Pastores Belgas Malinois. También hay algún Golden Retriever. Securitas suele adquirirlos en Bélgica u Holanda, desde donde viajan para incorporarse a la bolsa de trabajo de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB). O no: "No todos valen. Hay veces que los entrenamos y a los meses vemos que no puede ser. Se los suelen quedar los propios trabajadores o los damos en adopción a personas de confianza", apunta el responsable de la unidad, que también formó parte de la Guardia Civil antes de dedicarse al sector privado.
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Uno de los perros de la Unidad Canina K-9 de Securitas en el metro de Barcelona Barcelona
Desde perros vigilantes hasta de detección de drogas. Todos conviven en el espacio de Can Boixeres. Los ladridos se intensifican cuando el grupo accede a su territorio. Alguno más nervioso saluda a los visitantes sobre las dos patas traseras, contra la verja, profiriendo interminables ladridos. Otros, más mansos, mueven la cola, curiosos. Su veterinario, presente en la visita, da fe de los estrictos controles sanitarios que pasan.
Menciona un problema que vigilan especialmente: las torsiones de estómago. Distensiones anormales del estómago que pueden causar la muerte si no se tratan con rapidez. "Por eso vigilamos mucho la comida que les dejamos por las noches", hace referencia Sancho. "Si surge cualquier enfermedad o problema, pagamos de nuestro bolsillo las operaciones", asegura.
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Unidad Canina K-9 de Securitas en el metro de Barcelona Barcelona
Horario laboral
Cada perro tiene un guía y ambos forman un binomio. Securitas introdujo, hace unos años, una nueva figura encargada de emparejar, por así decirlo, al can con la persona adecuada. Es José Luís en este caso el que se dedica a este trabajo, además de acostumbrar a los animales a viajar en el masivo suburbano.
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Uno de los vigilantes de la unidad canina del metro de Barcelona con su perro Barcelona
Los perros trabajan ocho horas y cada dos salen al exterior para relajarse, beber agua y hacer sus necesidades. También tienen un pipican en Can Boixeres donde juegan a la vez que aprenden. "Está estrictamente prohibido que suban por las escaleras mecánicas porque se les pueden enganchar las uñas, y el bozal lo llevan como protección para los demás y para sí mismos, porque no hace falta que muerdan a nadie y no los entrenamos para que ataquen", inciden desde Securitas.
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Una de las jaulas donde viven los perros vigilantes del metro de Barcelona Barcelona
Perros de disuasión
Al contrario de lo que muchos usuarios pueden creer, los vigilantes de cuatro patas no son perros agresivos. Ni están diseñados para matar. "Su mera presencia disuade a cualquiera. Pero no podemos dejar que se vuelvan locos porque sería un desastre. Con tanta gente en el metro se podría provocar una desgracia", razona el equipo técnico. Y es que el suburbano barcelonés es, sin duda, uno de los escenarios más difíciles para trabajar.
Por eso, tanto TMB como Securitas sacan pecho de que no haya que lamentar ningún incidente destacado. Más bien, al contrario, la implementación de la unidad canina ha sido todo un éxito.
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Uno de los perros de la unidad canina K-9 de Securitas del metro de Barcelona Barcelona
Adopciones
Los suelen jubilar cuando llegan a los seis o siete años. Pero no es una despedida ni un final. El caso más cercano: el de Carlitos. Su guía, que hoy trabaja con otro perro, todavía lo va a visitar a casa de la trabajadora de TMB que lo adoptó. "Ya no quiere saber nada de mí, está más feliz", dice el trabajador, a la vez que enseña vídeos de Carlitos tumbado y rodeado de juguetes.
De hecho, algunos de los perros vigilantes son adoptados. "También han venido a vernos muchas protectoras, estamos en permanente contacto con ellas y con diferentes asociaciones. Todo muy controlado", dice Sancho.
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Una de las jaulas de la Unidad Canina K-9 de Securitas en el metro de Barcelona Barcelona
Un modelo "referente" en la Unión Europea
Andrés Sancho asegura que su modelo de gestión de la unidad canina es "referente" en la Unión Europea a nivel de especialización en el transporte público: "Es muy sólido, tanto a nivel de selección, formación y cuidados de nuestros binomios, como con personal técnico dedicado a la limpieza y cuidados y servicio veterinario 24 horas".
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Uno de los perros de la Unidad Canina K-9 de Securitas en el metro de Barcelona Barcelona
Los perros están siempre con su guía. Ellos los conocen mejor que nadie. Se respetan entre ellos y hay momentos más serios que otros. Por eso, cuando les dan la orden, los perros se sacuden y vuelven a ser solo eso, perros: "Esa es la clara señal de que han entrado en estado de relajación", explican. En efecto, saltan y se apoyan en sus dueños. Incluso lloran pidiendo mimos. Se dejan acariciar y tocar. Justamente la imagen que el metro de Barcelona quiere transmitir.
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