En el noroeste de Siberia, una región rica en depósitos de petróleo y gas, se están formando cráteres de forma explosiva que han despertado la atención de la comunidad científica. Aunque estas explosiones no son directamente provocadas por el cambio climático, los expertos advierten que su frecuencia podría aumentar debido a las transformaciones que este fenómeno induce en el suelo congelado. El permafrost, una capa de terreno permanentemente helado, desempeña un papel crucial en este proceso al actuar como barrera natural que atrapa gases bajo tierra.
La acumulación de gas bajo el permafrost genera una presión que, en ciertas condiciones, puede liberar energía de forma violenta. Las capas gruesas de hielo funcionan como tapas naturales, conteniendo estos reservorios subterráneos. Sin embargo, cualquier debilitamiento de estas capas puede facilitar el movimiento del gas, provocando finalmente explosiones. La actividad humana también influye: décadas de extracción de combustibles fósiles han modificado la estructura del terreno, contribuyendo a desequilibrar un sistema que ha permanecido estable durante siglos.
Aunque estos cráteres comenzaron a documentarse recientemente, los científicos creen que podrían haberse producido durante milenios en zonas de permafrost. Lo novedoso es la combinación de factores actuales que favorecen su aparición más frecuente. La investigación actual se centra en determinar si estos fenómenos son exclusivos de Siberia o si podrían reproducirse en otras regiones árticas con características similares. En cualquier caso, la observación detallada y sostenida de estas zonas será clave para entender su evolución en un contexto climático cambiante.
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