La concatenación de incendios ha provocado que el cielo de Madrid se tiña de naranja y se llene de ceniza en suspensión aérea. Protección Civil recomienda a los vecinos evitar exteriores o exponerse a este ambiente, puesto que su respiración puede ser perjudicial para aquejados de enfermedades pulmonares o cardiovasculares. ¿Por qué?
Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elevado alertas sobre nubes de ceniza en el pasado. Sucedió en abril de 2010, cuando el volcán islandés Eyjafjalla entró en erupción, provocando el caos aéreo en buena parte del continente. El entonces portavoz de la OMS, David Epstein, explicó entonces que las diminutas partículas de ceniza pueden penetrar en el sistema respiratorio, con "potenciales consecuencias para personas con enfermedades respiratorias".
La explicación fisiológica es, en realidad, muy sencilla. La ceniza está compuesta por partículas muy finas que pueden irritar vías respiratorias, causando toses, dificultad para respirar y dolor de garganta. En personas con problemas respiratorios preexistentes, como el asma, esto puede provocar ataques y agravar sus condiciones.
No es el caso de Madrid en la tarde de este jueves de julio, pero cuando se trata de ceniza volcánica la situación es incluso peor, ya que la ceniza surgida de una erupción volcánica como la que sufrió La Palma en 2021 puede incluir compuestos químicos como el dióxido de azufre, lo que implica que es tóxico para los humanos y puede irritar todavía más los pulmones de quienes lo respiren.
La OMS hace quince años, y Protección Civil hoy, en el caso de los incendios de Toledo y Madrid, recomienda a toda la población refugiarse en interiores, cerrando ventanas o entradas de aire, así como el uso de mascarillas FPP2. El objetivo: evitar respirar esos perdigones de ceniza que están lloviendo en Madrid.
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