Coober Pedy es una localidad australiana situada en pleno desierto, a más de 600 kilómetros de la ciudad más cercana, en la que la mitad de sus habitantes vive bajo tierra con el objetivo de evitar las altísimas temperaturas del lugar, que pueden alcanzar los 55 grados en verano. En un primer momento, la comunidad nació como un asentamiento minero, pero se ha ido transformando hasta convertirse en algo así como un experimento urbano.
Los vecinos han encontrado en la roca un refugio natural contra el calor. Las casas, excavadas en la tierra, mantienen una temperatura constante durante todo el año, por lo que los habitantes han decidido mudarse bajo tierra, donde tienen todas las facilidades de una vivienda común: salones, cocinas, dormitorios e incluso iglesias.
La alemana Sabrina Troisi, de 38 años, vice con su familia en una vivienda a cuatro metros bajo tierra y valorada en 277.000 dólares (unos 237.000 euros). El inmueble tiene con dos salas de estar, varios baños, piscina y zonas de ocio. Además, los precios son más económicos bajo tierra que en el exterior, en ciudades como Adelaida, donde una casa cuesta unos 800.000 dólares (unos 685.000 euros).
Pero ese estilo de vida también tiene sus inconvenientes. No hay ventanas (no se puede ver el cielo o comprobar el tiempo que hace) y hay mucho polvo, lo que obliga a sellar cada habitación para evitar filtraciones. El agua, por otra parte, es muy cara, por lo que muchas familias la tienen que reutilizar para tareas como el riego.
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