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El verano y el calor siempre invitan a disfrutar de los helados más cremosos y originales, y este inspirado en el mítico Maxibon de tarta de queso se ha convertido en una opción irresistible.
Con su mezcla de queso crema, chocolate blanco y mermelada, es un postre que combina nostalgia y frescura, ideal para refrescarse sin renunciar al sabor.
Este dulce mezcla la suavidad del queso crema con la ligereza de la nata montada y aromatizada con un toque de vainilla. Para darle textura se incorporan unas galletas cuadradas y por último una cobertura de chocolate blanco fundido, que sella el helado, convirtiéndolo en un capricho digno de cualquier verano.
Dando resultado en un helado mantecoso, dulce y lleno de matices. Con esta receta puedes disfrutar de una propuesta fresca y fácil de preparar sin la necesidad de ir a una heladería profesional.
Ingredientes
- 250 ml queso crema. 1,50 € / 300 g.
- 250 ml nata montada. 2,45 € / 500 ml.
- 1 cucharada de azúcar glasé (o al gusto). 1,59 € / 300 g.
- 1 chorreón de vainilla. 4,45 € / 200 ml.
- 10 galletas cuadradas. 1,11 € / 140 g.
- Mermelada de fresa al gusto. 1,49 € / 410 g.
- 200 g chocolate blanco especial postres (para fundir). 3,65 € / 170 g.
- 1 cucharada de aceite girasol o coco (puedes usar de oliva si lo prefieres).
Cómo elaborar este sándwich helado paso a paso
- Monta la nata (que esté bien fría) y mezclarla con el queso crema, el azúcar glasé y la vainilla.
- En un molde con papel pon una fila de galletas, rellena con la mezcla, cubre de mermelada y pon otra fila de galletas en el mismo extremo.
- Congela al menos 6 h para que endurezcan y corta en porciones.
- Baña la parte que no lleva galleta en chocolate fundido con un poco de aceite (dejar atemperar un poco antes de bañar los helados, para asegurar que no se derrite).
- Guardar en el congelador hasta la hora de comerlos. Si quedan muy duros, sacarlos unos minutos antes para que pierdan un poco el frío.
Propiedades y beneficios del queso crema
El queso crema es uno de lácteos más versátiles en repostería y cocina salada. Su textura untuosa y sabor suave lo convierten en la base ideal para postres como la tarta de queso, helados o mousses, además de ser un excelente acompañamiento de panes y tostadas.
Aporta proteínas de origen animal, necesarias para la regeneración y mantenimiento de los tejidos. También contiene calcio y fósforos, fundamentales para la salud ósea, así como vitaminas del grupo B, que interviene en el metabolismo energético y el buen funcionamiento del sistema nervioso.
Sin embargo, debido a su alto contenido en grasas, conviene consumirlo en moderación dentro de una dieta equilibrada. Su aporte energético lo hace saciante y una buena opción para preparar recetas que combinan cremosidad y sabor.
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