domingo, 19 de octubre de 2025

Canal Curiosidades : El gran paisaje megalítico andaluz que supera en riqueza a Stonehenge (y no hemos sabido contar)

 


"En la isla de San Fernando en Cádiz se ha encontrado ámbar de Sicilia en un yacimiento neolítico. Eso nos dice que, por fuerza, tuvo que llegar por vía marítima", reflexiona el arqueólogo Serafín Becerra al comienzo de nuestra entrevista. ¿Cómo navegaban aquellos antepasados? ¿Cómo eran sus barcos? ¿Qué tecnologías de navegación usaban? ¿Cómo era su lengua y su cultura? Y aquí, a medida que la palabra escrita se esfuma de los registros, nos adentramos en el enigma.

Hablamos con el doctor Becerra al hilo del hallazgo de uno de los dólmenes mejor conservados de Andalucía y que ha aflorado recientemente en la necrópolis de La Lentejuela, a las afueras de la localidad malagueña de Teba. Se trata de un corredor curvo de trece metros de largo que desemboca en una cámara principal de dos metros de altura. Hoy, con motivo de la excavación arqueológica que él y su equipo del Grupo Thalassa de la Universidad de Cádiz están llevando a cabo en la zona, podemos ver sus tripas, sin las losas de cubierta de hasta tres metros de largo que se han retirado provisionalmente.

La estructura consta de dos hileras de lajas de piedra caliza que trazan un recinto funerario. “Aún no hemos hecho el cubicaje, pero estimamos que algunas pesan varias toneladas”. Y añade: “Estaba intacto. Sentimos una gran emoción porque seguramente íbamos a ser las primeras personas en entrar después de casi cinco mil años”.

El dolmen I de Teba en Málaga que esconde a su vez otro gemelo aún no desenterrado. (David C. Williams)

El yacimiento se conocía desde 1991, pero no fue hasta principios de esta década cuando Becerra intuyó la existente de una estructura enterrada de gran magnitud. Aquí han aparecido restos de un vaso de marfil, ámbar, alabardas de sílex o conchas marinas. De nuevo, el viaje. La comunicación por mar. Quién sabe si trayendo noticias de Malta, Cerdeña o de otros asentamientos megalíticos que salpicaban las islas del Mediterráneo. “Las dataciones que se plantean ya del Neolítico final y del Calcolítico, con los barcos de vela de la cueva de Laja Alta en función de los estudios de Antonio Morgado y Eduardo García Alfonso, ya no descartan una navegación bien desarrollada de los neolíticos”.

Más adelante, los pobladores del Bronce Tardío rindieron sus respetos a este dolmen y reutilizaron la cámara principal para sus propios enterramientos. “Entraron por aquí”, y apunta a una de las losas removidas. Aquí los restos óseos ya no están distribuidos caóticamente. “Ahora cada cuerpo está enterrado en su propia tumba; se aprecia el nacimiento de la individualidad con los cambios sociales del segundo milenio antes de Cristo; y luego debajo está el osario colectivo del Calcolítico”, comenta el arqueólogo. “Hay una legitimación del territorio a través de los ancestros”.

"Estaba intacto. Sentimos una gran emoción porque seguramente íbamos a ser las primeras personas en entrar después de casi 5.000 años"

Pero el dolmen de Teba no solo vivió una vida posterior, sino también anterior. Se cree que muchas de las piedras que lo conforman fueron reutilizadas. En una de ellas, con apariencia de estela antropomorfa, se intuyen vestigios de un grabado. “No sabemos si hubo un círculo de menhires que [los pobladores] convirtieron en túmulo con una tumba. Tenemos algunos datos, pero aún no podemos darlos. Son tan controvertidos…”. ¿En cuanto a antigüedad? Y le empujamos a mojarse: “En principio, creemos que los restos más antiguos del asentamiento podrían datar de hace 7.000 años”, nos dice con cautela. “Hablamos de un uso continuado de este lugar en torno a 3.000 años”.

La distancia en el tiempo entre los representantes del Neolítico y los del Bronce Tardío es mayor que entre estos últimos y nosotros. ¿Cuál fue el paso de las generaciones? ¿Qué legado transmitieron? ¿Cuándo se rompió la línea de conocimiento? Nos ofrece un ejemplo elocuente, en referencia a una cueva malagueña que, según algunos prehistoriadores, guarda el potencial de ser la Atapuerca del sur: “Las magnitudes del tiempo son difíciles de entender. Suelo decir que entre las primeras pinturas de la cueva de Ardales y las de los últimos moradores hay casi 50.000 años, mientras que a nosotros solo nos separan 10.000 años de esas pinturas más recientes”.

Paseamos y nos cuenta más cosas. Nos dice que hay una docena de enterramientos y estructuras y que en el valle del Guadalteba han ido apareciendo más dólmenes y menhires, así como pinturas esquemáticas en los abrigos de la orla de la sierra. “Hay un concepto iconográfico e ideológico que se plasma en las pinturas esquemáticas, en la arquitectura megalítica y en manifestaciones como los ídolos oculados”. Menciona el ídolo fálico de Almargen, una pieza de mármol pulido que constituye uno de los representantes más eximios del arte calcolítico.

El megalitismo como paisaje

“El megalitismo siempre se debe entender en clave del territorio, del potencial de recursos agrícolas”, afirma Becerra. Mientras observa las lomas en la distancia, comenta: “Quizá algún día encontremos los restos de un asentamiento allí de la gente que construyó todo esto”. Y por un momento, en los últimos rayos de sol de la tarde, reverberan las vidas que transcurrieron en este valle.

Pero, sin ir más lejos y en el propio cerro, el Dolmen 1 que han encontrado tiene un gemelo de idéntico tamaño, aún pendiente de excavación. Es posible que en la próxima temporada conozcamos sus secretos. De ese y de algunos otros, puesto que al otro lado del camino puede que haya uno o dos dólmenes más. “Arriba del cerro hay otros cuatro ya localizados. Estimamos diez dólmenes en total”.

"Asegúrate de mencionar aquí al ayuntamiento de Teba, que lo financia en exclusiva cada año; es un apoyo increíble"

Las excavaciones avanzan cada verano con un equipo de arqueólogos entre los que también se cuenta el doctor Eduardo Vijande, así como un equipo de estudiantes y doctorandos de arqueología. “Asegúrate de mencionar aquí al Ayuntamiento de Teba, que lo financia en exclusiva cada año; es un apoyo increíble”. Luego, en el museo de la plaza principal, donde conviven el sílex de unas hachas neolíticas y el mármol romano de un busto de Tiberio, comprobaremos la apuesta arqueológica de este pequeño municipio de apenas cuatro mil habitantes.

¿Y cuál es el hallazgo que más le ha impactado? “Probablemente, una pieza de ámbar de gran tamaño que creemos que también podría ser de Sicilia, aunque aún no hemos hecho los análisis”. Puede que también hasta aquí, al igual que en Cádiz, hace miles de años, alguien trajo una valiosa pieza desde el otro lado del Mediterráneo como recuerdo de una travesía, como señal de respeto a una figura de autoridad o como un amuleto para afrontar el último viaje.

Serafín Becerra, arqueólogo al frente del Grupo Thalassa de la Universidad de Cádiz que ha descubierto el dolmen malagueño. (David C. Williams)

“Aparte de eso, a mí me llama mucho la atención técnica que demuestran los útiles en piedra como la gran alabarda que hemos encontrado. Las dos grandes láminas que hemos descubierto, que superan los veinte centímetros de longitud, se habrían hecho con palanca con punzón de cobre, según los estudios tecnológicos de Morgado y Pelegrin. Hablamos de un proceso técnico muy desarrollado”.

El megalitismo como identidad

Y de lo tecnológico volvemos al reino de lo simbólico. “Lo que plantea Primitiva Bueno es que hay un conjunto de ideas de la sociedad megalítica; no sabemos si era una religión articulada, pero sí que había un culto a los ancestros. Hay una serie de elementos y de grafismos que están presentes en todo el sur peninsular”, asevera el doctor Becerra en otro momento de la conversación. “Andalucía es un territorio megalítico”.

Porque el suroeste peninsular, especialmente la zona de Huelva, pero también Cádiz y Málaga, atesoran algunas de las más importantes muestras del megalitismo mundial, tanto del Calcolítico como del Neolítico. Pocos saben que Valencina de la Concepción, con sus más de setecientas hectáreas de yacimiento a las afueras de Sevilla y fosos de más de ocho metros de profundidad, es el mayor asentamiento de la época en Europa occidental. O que la losa de cubierta más pesada del mundo megalítico corresponde al dolmen de Menga en Antequera, que supera las ciento cincuenta toneladas. O que el majestuoso dolmen de Soto en Huelva, con una antigüedad de 5.000 años, se construyó a partir de un círculo de menhires del Neolítico erigido 1.000 años antes.

Y aquí la conversación deriva hacia la agrupación de menhires de La Torre – La Janera, una de las mayores agrupaciones menhíricas de Europa que se documentó hace menos de una década en la provincia de Huelva. ¿Por qué no hay un conocimiento mayor de este patrimonio en términos sociales y turísticos? ¿Por qué Stonehenge en Gran Bretaña o Carnac en Francia gozan de un prestigio mucho mayor? Becerra opina que hay un identitarismo bretón que ha sabido reivindicar el megalitismo francés. “En Gran Bretaña se vincula Stonehenge a los druidas, al mundo céltico y británico. Aquí se potencia la monumentalidad pareja a la civilización; las grandes ciudades romanas. Sin embargo, nos queda mucho por andar”.

"En Gran Bretaña se vincula Stonehenge a los druidas, al mundo céltico y británico (...) Aquí no hemos sabido contarlo"

Apunto también a la falta de escritura que quizá nos impide empatizar con esos lejanos pobladores. “No me gusta la palabra ‘relato’, pero sí que creo que no hemos sabido contarlo”. Y está claro que hay mucho que contar.

Todo por conocer

Al otro lado del teléfono se pone Diego González Batanero, historiador, arqueólogo y uno de los especialistas que está divulgando el yacimiento de La Torre–La Janera. “Aún no se han catalogado en su totalidad, pero fácilmente se superan los 2.000 menhires. La dimensión del fenómeno megalítico en Andalucía es mucho mayor de lo que aparenta”.

Es inevitable pensar en las estructuras sociales y materiales que posibilitaron semejantes gestas megalíticas: la planificación, las jerarquías, la división de la mano de obra, las técnicas de cantería o la transmisión de conocimientos astronómicos, tal como señalaba un artículo sobre el dolmen de Menga recientemente publicado en la revista Science. Mientras, en los museos se sigue recurriendo a figuras simiescas en taparrabos para representar a esos antepasados.

"Fácilmente se superan los 2.000 menhires. La dimensión del fenómeno megalítico en Andalucía es mucho mayor de lo que aparenta"

Pienso en el paisaje que se extendía a los pies del cerro de La Lentejuela. ¿Cuáles eran las rutas comerciales de esas gentes? ¿De dónde venían? ¿Podemos hablar de una civilización más allá de asentamientos aislados? “Bueno, es que acabas de hacer las preguntas del millón. Si tuviera la respuesta, sería catedrático en Harvard”, responde jocosamente. Este artículo, como ya habrá advertido el lector, va más bien de preguntas que de otra cosa.

González no quiere hablar de civilización. “Es que hablamos de un arco temporal enorme. Cualquiera de los dólmenes que has visitado tienen usos constructivos de más de mil años”. Y pone un ejemplo: “En Huelva capital hemos encontrado estructuras que son cuevas artificiales, como dólmenes, en los que hicimos pruebas de carbono catorce y vimos que se habían utilizado como lugar de enterramiento durante mil años, lo que no significa que sea la misma cultura; es algo que queda en la memoria colectiva y se reutiliza. Se reconocen en sus antepasados”. Tampoco nadie se atreve a hablar de ciudades en el Calcolítico, aunque Valencina de la Concepción lo tenga todo menos el nombre, tal como apunta el antropólogo José Orihuela.

El gran dolmen de Teba al que nadie había entrado en los últimos 5.000 años. (David C. Williams)

Pero, volviendo a esa idea de civilización, es incuestionable que hubo una cultura común y compartida más allá de la actual Andalucía. “En el dos mil y pico antes de Cristo, creo que lo estudió Johan Ling, hay armas en tumbas del sur de Suecia con cobre procedente de la península ibérica”, prosigue González. Hubo un tiempo en el que pensamos que la Tierra era el centro del universo. Luego creímos que era el Sol. Y poco a poco la magnitud del cosmos se fue desplegando como un violento sopapo a nuestro ego provinciano. Algo así sucede con la dimensión insondable del comercio y el intercambio cultural en la prehistoria.

Porque no solo ha aparecido ámbar siciliano milenario, tal como apuntábamos al comienzo de este artículo, sino marfil de elefantes africanos en Huelva, en el Calcolítico tardío. “Puedes mirar investigaciones de Banerjee Thomas Schumacher del Instituto Arqueológico Alemán que se han especializado en marfiles de la Península Ibérica que proceden de África o incluso de Asia”. ¿De Asia? “Sí, hay marfiles asiáticos muy antiguos. Y lo curioso es que, cuanto más antiguo el yacimiento, más lejano el origen”. Cuando dice antiguos, González está hablando de mediados del segundo milenio antes de Cristo.

No solo ha aparecido ámbar siciliano milenario, sino marfil de elefantes africanos en Huelva

Volvemos a los ídolos oculados, esas efigies grabadas en pizarra o talladas en piedra con aspecto de búho insomne que se prolongan durante mil años en el suroeste peninsular y que protagonizaron una reciente exposición en el Museo de Huelva. “Desde el punto de vista de la cultura material, hay unas similitudes muy importantes en los ídolos que aparecen en el suroeste peninsular. Hay elementos comunes en diseños sobre cerámica o piedra, decoraciones similares en un arco temporal concreto y un espacio regional”, reflexiona.

Prosigue: “No sé si es una civilización, pero son grupos humanos que se desplazan tal como nosotros emigramos y que hacen intercambios entre ellos. Si circulan los materiales, también circulan las personas: hay intercambios de ideas y culturas. Y ahí afloran ideas comunes como los tipos de enterramiento. Eso se comparte desde España a todo el norte de Europa y Gran Bretaña. Es un recorrido de 3.000 años”.

"Ahora ya hay gente investigando allí para los próximos treinta años. Lo importante aquí es saber buscar y saber mirar"

¿Y cuánto estima que falta por conocer o investigar en lo que respecta al megalitismo en el suroeste peninsular? “Hay mucho hecho, pero queda todo por hacer. Tenemos evidencias de que existen muchos más yacimientos megalíticos de los que se conocen ahora mismo”. Pone el ejemplo de la Torre–La Janera: “Había un gran vacío en el sur del Guadiana y ahora vemos que ya no existe, que simplemente no se había estudiado. Hacía falta que alguien se pusiera los ojos de ver para ir e investigarlo, y nosotros lo hicimos. Ahora ya hay gente investigando allí para los próximos treinta años. Lo importante aquí es saber buscar y saber mirar”.

Podríamos seguir con más incógnitas. ¿Cuáles fueron los orígenes de esos pueblos megalíticos, ya fronterizos con la Edad del Hielo? ¿Cómo transmitieron conocimientos tan complejos a través de tantas generaciones? ¿Con qué lengua y con qué conceptos lo hicieron? Pero eso ya es otra prehistoria.




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