Metropoli
Un pasaje del barrio del Raval Barcelona
La sensación de inseguridad se traslada más allá de los bares y restaurantes del Raval. Vecinos de varias comunidades han decidido contratar empresas de seguridad privada para vigilar sus edificios y calles.
Una respuesta a la que sus residentes se aferran con desesperación ante los robos, okupaciones y la presencia de drogodependientes en la vía pública.
Protección de vecinos
“Ya no nos fiamos de que alguien vaya a venir a patrullar nuestras calles”, explica uno de los residentes de un edificio de la calle d’en Roig, que prefiere mantener el anonimato.
La medida, explican, busca proteger tanto a los vecinos como a los locales comerciales cercanos, que también sufren hurtos y actos vandálicos.
Problemas desplazados
Según varios portavoces vecinales, la decisión de recurrir a seguridad privada no es aislada: las obras de la Rambla y la concentración de personas sin techo y drogodependientes han desplazado parte de los problemas a las calles colindantes, incrementando la sensación de vulnerabilidad.
“Es triste tener que pagar por sentirnos seguros en nuestra propia casa, pero ya no vemos otra salida”, comenta otra vecina.
Un complemento
Los expertos recuerdan que la proliferación de empresas de vigilancia privada es un fenómeno creciente en barrios con alta densidad y problemas de convivencia.
Sin embargo, alertan de que la seguridad privada solo complementa, pero no sustituye, la labor policial y las políticas públicas de prevención y reinserción.
Mientras tanto, en el Raval, los vecinos, comerciantes y trabajadores de hostelería coinciden en la misma sensación: la convivencia se tensiona, y cada día se ven obligados a buscar soluciones propias para proteger sus hogares y negocios.
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