La arqueología canaria suma un hito con la identificación científica de la iglesia del antiguo convento franciscano de San Buenaventura en Betancuria, Fuerteventura. El equipo de Tibicena Arqueología y Patrimonio, dirigido por Marco Antonio Moreno, ha documentado la fábrica original del templo y del conjunto claustral, lo que permite situar su construcción a inicios del siglo XV y confirmar su carácter pionero dentro del Archipiélago.
El lugar se fundó en 1416 mediante autorización pontificia y fue el primer convento franciscano de Canarias. Los restos visibles a la entrada de la villa histórica ya eran conocidos por la población, aunque las últimas campañas han aportado pruebas materiales y estratigráficas que despejan dudas sobre la traza de la iglesia y la cronología del espacio. La literatura patrimonial y las crónicas insulares respaldan esa antigüedad y sitúan a San Buenaventura como germen de la vida conventual en las Islas.
Las excavaciones han revelado muros conservados en cotas originales, pavimentos, hidráulica interior y contextos funerarios asociados al uso litúrgico. Con esa base, los investigadores han podido reconstruir fases de ocupación, reformas y abandonos, abriendo una línea de estudio sobre la implantación de órdenes mendicantes y su papel en la estructuración social de la primera capital majorera.
Un proyecto que tiene su origen en el 2018
El proyecto hunde sus raíces en sondeos iniciados en 2018 con financiación del Cabildo de Fuerteventura y la colaboración de la diócesis. A partir de entonces se han encadenado campañas que confirmaron indicios, consolidaron estructuras y prepararon una intervención integral destinada a frenar el deterioro y a ordenar visitas. La institución insular aprobó en 2022 un plan de restauración y puesta en valor con inversión específica, paso clave para compatibilizar conservación y difusión.
La trayectoria histórica del convento ayuda a entender por qué el edificio cayó en desuso. Durante el Trienio Liberal se decretó la exclaustración y el cierre obligatorio. La desamortización posterior impulsada por los gobiernos liberales culminó la supresión de numerosas casas religiosas en España, un proceso que en 1836 y 1837 generalizó la salida de regulares y la enajenación de bienes.
La iglesia conventual aporta una ventana al temprano paisaje urbano de Betancuria, con un núcleo que articulaba culto, enseñanza y redes de asistencia. La lectura de las estructuras y de sus rellenos ofrece información sobre abastecimiento de agua, circulación interior y prácticas funerarias, aspectos que raramente sobreviven en contextos expuestos a expolio y erosión costera. La verificación in situ y el cotejo con fuentes documentales refuerzan el valor probatorio del yacimiento.
La confirmación de la iglesia más antigua localizada en Canarias abre, además, un itinerario cultural bastante potente, y es que Betancuria dispone de un conjunto histórico con trazas medievales atlánticas y un relato que enlaza conquista y evangelización. La puesta en valor del sitio permitiría integrar rutas por la antigua capital, con visitas interpretadas al convento, la parroquia de Santa María y el entramado urbano que conservan tipologías de época moderna. Las administraciones ya trabajan en ese encaje, con impacto positivo esperado en investigación y turismo patrimonial.

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