Curiosidades
Este fenómeno, clasificado como eyección de masa coronal furtiva, apenas deja señales previas en la superficie del Sol. A diferencia de las erupciones tradicionales, que muestran destellos o estructuras visibles en los coronógrafos, estas llamaradas se desplazan con escasa luminosidad y pasan inadvertidas hasta que interfieren con el entorno magnético terrestre, motivo por el que constituyen un reto para la vigilancia del clima espacial.
Detección tardía
Los datos publicados por el NOAA Space Weather Prediction Center confirmaron que el viento solar registró variaciones bruscas durante la mañana del 20 de noviembre. El campo magnético, que normalmente oscila entre 4 y 6 nanoteslas, se incrementó hasta alcanzar 18 nanoteslas, mientras que la velocidad del flujo se mantuvo entre 400 y 500 km/s, valores que sugerían la presencia de un transitorio incrustado compatible con este tipo de erupciones tenues.
Tamitha Skov, física especializada en clima espacial, explicó en X (Twitter) que “¡Las tormentas solares furtivas han vuelto!”, destacando que estas tormentas “no tienen firma en la superficie ni en la imagen del coronógrafo” y que “únicamente se detectan cuando llegan a la Tierra”. La experta añadió que este episodio generó “solo una actividad leve en latitudes altas”, aunque señaló que algunas de estas eyecciones pueden desencadenar perturbaciones más intensas si coinciden con corrientes rápidas procedentes de agujeros coronales.
Los investigadores han observado que estas eyecciones discretas se vuelven más habituales cuando el ciclo solar avanza hacia su fase descendente. Durante este periodo emergen regiones aparentemente tranquilas del Sol capaces de liberar estructuras magnéticas sin señales previas, lo que complica aún más la tarea de identificación temprana y aumenta la posibilidad de que alcancen la órbita terrestre sin aviso.
La interacción de la tormenta furtiva con una corriente rápida de un agujero coronal podría explicar la expansión de las auroras observadas esa noche en lugares como Maine o Dinamarca, donde este fenómeno lumínico solo suele aparecer en momentos de mayor actividad geomagnética e intensificación del campo magnético terrestre.
Estos episodios continúan siendo una preocupación para los expertos, ya que las CME furtivas pueden originarse en zonas del Sol aparentemente inactivas y, aun así, generar perturbaciones relevantes en el espacio interplanetario.

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