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El mar frente a las costas de Europa guarda un secreto que inquieta a los científicos. Bajo su superficie, una corriente gigantesca, tan poderosa que mueve cien veces más agua que todos los ríos del planeta juntos, mantiene en marcha el delicado equilibrio térmico del hemisferio norte. Sin ella, Londres tendría el clima del norte canadiense, los inviernos escandinavos serían siberianos y las lluvias del Cantábrico se desplazarían hacia el desierto del Sáhara.
Se trata de la Corriente del Golfo, la arteria cálida de la circulación Meridional de Retorno del Atlántico (AMOC)y su estado preocupa cada vez más a la comunidad científica. En los últimos años, titulares sobre un supuesto "colapso inminente" de esta cinta oceánica han dado lugar a artículos sobre la posibilidad de inviernos cada vez más crudos en Europa. La realidad, no obstante, y como suele ocurrir en el ámbito científico, es mucho más compleja. La AMOC muestra signos de debilidad, sí, pero su destino está lejos de estar escrito.
AMOC y su influencia en Europa
Este complejo sistema de corrientes conecta el Atlántico Norte y el Atlántico Sur: "Transporta calor, energía, agua salada y dulce, y también carbono", explica a 20minutos el meteorólogo Francisco Martín de Meteored. En términos sencillos, se trata de una suerte de cinta transportadora que lleva aguas cálidas desde los trópicos hasta el norte, donde se enfrían, se hunden y regresan en profundidad hacia el sur.
Una de sus ramas más famosas es la Corriente del Golfo, responsable de que Europa occidental tenga un clima mucho más templado de lo que correspondería por su latitud. "Gracias a ella, las temperaturas en Escandinavia o las Islas Británicas son entre cinco y diez grados más suaves que en zonas equivalentes de Canadá", recuerda la Agencia Española de Meteorología (Aemet) en un artículo publicado en 2024.
Señales de cambio; falta de certeza
Los datos muestran que la AMOC no es un sistema estático. "Ha experimentado variaciones naturales durante milenios", señala Martín. Los registros paleoclimáticos lo confirman: en los últimos 120.000 años ha pasado por modos cálidos, fríos y episodios de colapso total. Sin embargo, lo que ahora preocupa es la influencia del calentamiento global y el deshielo acelerado del Ártico y Groenlandia.
El portavoz de Aemet, Ernesto Barrera, explica que "no hay evidencia suficiente para afirmar que la AMOC se haya estado ralentizando desde comienzos del siglo XX". Aun así, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) considera muy probable (>90%) que se debilite a lo largo del siglo XXI. Las observaciones directas solo existen desde 2004, y la circulación es tan lenta (el ciclo completo tarda unos mil años) que "resulta muy difícil detectar tendencias en solo dos décadas".
Qué está pasando en el Atlántico Norte
El Copernicus Ocean State Report (OSR8), publicado en 2024, documenta varios desplazamientos en la trayectoria de la Corriente del Golfo durante las últimas tres décadas. En otras palabras, la Corriente del Golfo no se ha detenido ni colapsado, pero sí se encuentra cambiando de comportamiento. Su intensidad y recorrido varían con los patrones de presión atmosférica y con la temperatura del océano.
El calentamiento del Ártico —donde las temperaturas aumentan cuatro veces más rápido que la media global— introduce un nuevo factor de inestabilidad. "El derretimiento de Groenlandia y del mar Ártico vierte cada vez más agua dulce al Atlántico Norte", explica Martín. Esa agua, menos salada y menos densa, dificulta el hundimiento del agua cálida y salada que viene del sur, motor esencial de la AMOC.
"Esto haría que el ramal cálido fuera menos veloz hacia latitudes altas, e incluso podría derivar en un colapso provocado por el deshielo de origen antropogénico, según algunos modelos", añade el meteorólogo, aunque matiza que la incertidumbre sigue siendo alta: "Parece ser que el colapso no es inminente", señala Martín.
¿Un colapso este siglo?
Aquí es donde la ciencia diverge. Los modelos más optimistas sitúan un posible colapso después del año 2100, mientras que otros más pesimistas lo adelantan a 2050-2070. "El IPCC considera muy improbable (10%) que lleguemos a ver un colapso en este siglo", precisa Barrera. El problema es que los modelos climáticos actuales no reproducen bien los procesos oceánicos de pequeña escala, y las observaciones son aún escasas.
"Un elemento a considerar es que los fenómenos atmosféricos, climatológicos y donde el papel del océano es fundamental no son lineales", insiste Martín. Por eso, un debilitamiento de la Corriente del Golfo no implica automáticamente un enfriamiento extremo en Europa: también intervienen "otros mecanismos atmosféricos como el vórtice polar o la corriente en chorro (jet stream), que juegan un papel importante", zanja Martín.
Consecuencias de un posible enfriamiento
Si la AMOC se debilita, los expertos apuntan a que Europa podría enfrentarse a inviernos más fríos y secos en el norte, y más lluviosos en el sur. Según Aemet, el chorro polar se desplazaría hacia el sur, aumentando las precipitaciones en la península ibérica y el norte de África, mientras Escandinavia se volvería más árida. Desde Meteored apuntan a que, si continúa debilitándose, llegará menos calor en general a Europa. El resultado sería apreciable con inviernos más fríos, heladas más prolongadas y nevadas extremas.
Sin embargo, los científicos coinciden en que el riesgo debe comunicarse sin sensacionalismo. "La AMOC sigue bajo estudio, y las incertidumbres son altas", resume Barrera. Para Martín, los periodistas deben "ser bastante precavidos a la hora de comunicar y enseñar y divulgar este tipo de fenómenos que todavía son estudiados a nivel científico y donde la incertidumbre es alta".
La comunidad científica, aunque difiera en sus plazos, apunta a una misma idea: la AMOC se está debilitando, pero no se está colapsando. Y, sobre todo, todavía estamos a tiempo de frenar las causas que podrían empujarla a hacerlo: el calentamiento global y el vertido masivo de agua dulce en el Atlántico Norte. Como recuerda la Aemet, de todos los puntos de inflexión climáticos, el de la AMOC es "uno de los más mediáticos", pero también de los más "incomprendidos". La corriente del Golfo, de momento, sigue fluyendo. El reto está en que no deje de hacerlo.
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