lunes, 6 de junio de 2022

Caronte: el barquero infernal de las almas de los muertos

Caronte: el barquero infernal de las almas de los muertos





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En la antigüedad, los muertos eran enterrados con una moneda de plata bajo la lengua (cuanto más brillante mejor) para que las almas de los fieles difuntos pudieran pagar su precio al demoníaco e inmortal barquero del inframundo: Caronte. Hijo de la Oscuridad (‘Érebo’) y la Noche (‘Nix’), Caronte remaba gravemente cruzando de una orilla a otra el río del Dolor (‘Aqueronte’), transportando las almas de los recientemente fallecidos hasta su eterna morada del Hades. La única alegría que le daba este trabajo era la oportunidad que le ofrecía de empujar a las almas de los que no tenían con qué pagar, o de los que no habían sido enterrados debidamente, a las profundidades del río que cruzaba con su barca. Las únicas ocasiones excepcionales en las que se interrumpía la monotonía de su tarea era cuando aparecían visitantes que aún no habían muerto, como Eneas o Dante.

 

Nix, diosa primordial de la noche. (Public Domain)

Nix, diosa primordial de la noche. (Public Domain)

Sabemos poco de Érebo. Según Hesíodo, poeta de la antigua Grecia, Érebo era una de las cinco deidades primordiales que existían en los albores de la creación del universo. El primero de los cinco era Caos, el Vacío sin género, ni masculino ni femenino, y de quien se creía que habían nacido las otras cuatro deidades primordiales: Érebo, Nix, Éter y Hémera (el Día). Como personificación de la oscuridad, Érebo podía encontrarse en las sombras más profundas de las noches sin luna. En la literatura griega se le describe de forma más explícita como la personificación de la región en la que el alma entra inmediatamente después de la muerte, antes de alcanzar el mundo de los difuntos.

El barquero

Caronte nació de la unión de Nix y Érebo en un tiempo anterior del que no existe memoria, junto con sus hermanos y medio hermanos Tánatos (la Muerte), Ker (la Perdición), Moros (el Destino), Hypnos (el Sueño), las Moiras (Hados) y Geras (la Vejez). El nombre de Caronte es una variante poética de charopós, que significa “el de fiera mirada”. Muy probablemente, esta etimología tiene su origen en los ojos brillantes o febriles de los individuos cercanos a la muerte. El término también refleja la hosca naturaleza del barquero.

Grabado de Gustav Doré (Public Domain)


Dante, por ejemplo, le describe como “el demonio Caronte, con ojos como brasas ardientes” (Hollander, 53, 2000). En la Eneida de Virgilio, otro famoso visitante del Inframundo, Eneas, describe al barquero con más detalle:

Y aquí el temido barquero custodia el río,  
siniestro en su miseria — Caronte…
su barba desgreñada en una maraña blanquecina, sus ojos
fijos, miran con fiereza, y cuelgan sus mugrientos harapos
desde sus hombros en un nudo. Pero sin ayuda de nadie
mueve su barca con una pértiga e iza velas
al cruzar a las almas de los muertos en su esquife enrojecido por el óxido.
Lleva años así, pero la vejez de un dios es verde y robusta.

(Virgilio, 192, 2006)

Frecuentemente se describe a Caronte como harapiento, sombrío, espantoso a la vista y sucio; sin embargo, aparece más en la literatura que sus padres o cualquiera de sus hermanos.


Caronte en el fresco del Juicio Final pintado por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina (Roma). (Public Domain)

Caronte en el fresco del Juicio Final pintado por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina (Roma). (Public Domain)

Una de las menciones más antiguas a Caronte aparece en la tragedia satírica griega ‘Alcestes’, obra de Eurípides: “Alcestes: ahí lo veo a los remos de su pequeña barca sobre la laguna, el barquero de los muertos, Caronte, con la mano sobre el remo, me está llamando ahora. ‘¿Qué te retiene? Date prisa, nos estás rezagando.’ Me apremia con furiosa impaciencia.” (Atsma, 2016). En otras leyendas griegas se cuenta que eran las Moiras (Hados) quienes invocaban irritadas a Caronte para que cumpliera con su deber.

En la ‘Divina Comedia’ de Dante, Caronte obliga a los pecadores reacios a entrar en su barca golpeándoles con su remo. (Gustave Doré, 1857) (Public Domain)

En la ‘Divina Comedia’ de Dante, Caronte obliga a los pecadores reacios a entrar en su barca golpeándoles con su remo. (Gustave Doré, 1857) (Public Domain)

Según la antigua costumbre griega, los difuntos debían ser enterrados con una moneda de plata bajo la lengua. Las almas de los difuntos caían al Hades, en ocasiones acompañadas por el Mensajero de los Dioses, Hermes. Así alcanzaban las lejanas orillas de Aqueronte, el Río del Dolor.

Aquellos que eran enterrados como es debido y tenían la moneda de plata (‘óbolo’) podían pagar el peaje al barquero para cruzar el río; los que no recibían un enterramiento adecuado o no tenían con qué pagar, se veían obligados a vagar durante cien años por las lejanas orillas del Hades. Aunque conocido principalmente por cruzar a los difuntos hasta las puertas del Infierno, había cinco ríos en el Inframundo por los que podía navegar Caronte: “Aqueronte, Cocito (el río de los lamentos), Flegetón (el río del fuego), Lete (el río del olvido), y finalmente, Estigia (el río del odio)” (Enciclopedia de la Muerte y del Morir, 2016).

Imagen de portada: Caronte cruza el río Estigia transportando en su barca las almas de los difuntos, óleo de Alexander Litovchenko. (1889) (Public Domain)

Autor: Kerry Sullivan




Los misterios de la tumba de la Reina Roja de Palenque

 

Los misterios de la tumba de la Reina Roja de Palenque





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En el año 1994, el arqueólogo mexicano Arnoldo González Cruz descubrió una notable tumba maya datada entre los años 600 d. C. y 700 d. C. Pero cuando los investigadores consiguieron acceder a la cámara funeraria, apenas pudieron creer lo que veían sus ojos…

La tumba se encuentra en el interior del Templo XIII, entre las ruinas de la antigua ciudad maya de Palenque. Las excavaciones se llevaron a cabo en el templo para descubrir su secuencia constructiva y los métodos utilizados en su construcción. Un equipo de arqueólogos encabezado por Jorge Acosta dio comienzo a los trabajos en 1973. Finalmente, consiguieron localizar el espacio al que denominaban ‘cámara funeraria’.

El equipo comenzó a limpiar la zona en la que creían que se encontraba la tumba, descubriendo una pequeña puerta bloqueada en la sección vertical del segundo nivel de la subestructura, unos 2,80 metros por encima del nivel de la Plaza del Templo. Cuando desbloquearon la puerta, observaron un pasadizo de seis metros de largo que conducía a una de las galerías mejor conservadas descubiertas en Palenque hasta la fecha. Unos pocos metros más adelante, entre los magníficos corredores y cámaras, aguardaba un auténtico tesoro que dejaría sin palabras a los investigadores.

Puerta de la cámara funeraria con la escalera que conduce hasta ella. (CC BY-SA 3.0)

Puerta de la cámara funeraria con la escalera que conduce hasta ella. (CC BY-SA 3.0)

Una cámara funeraria llena de tesoros

Cuando los investigadores abrieron la tumba en el año 1994, se quedaron asombrados. Frente a ellos tenían el descubrimiento más increíble que habían realizado jamás. En el corazón de la histórica ciudad de Palenque habían hallado una tumba de una extraordinaria belleza. Como describía Arnoldo González Cruz en sus primeras impresiones tras acceder a la cámara funeraria:

A través de la perforación realizada se pudo observar un aposento perfectamente abovedado de 3.80 x 2.50 metros y donde casi toda el área estaba ocupada por un sarcófago de forma rectangular realizado en piedra caliza. Al sur se observaba la puerta principal y cinco escalones que daban acceso al recinto. Al observar el acceso principal de la tumba, a través de esta horadación, supusimos que los vanos sellados localizados en los extremos de la crujía nos podrían llevar al acceso principal por medio de la localización de otra crujía, por lo que decidimos explorar los vanos localizados al sureste y suroeste del recinto, en vista que presentaban la misma orientación que el acceso principal a la tumba. Después de 15 días de exploraciones pudimos comprobar que estos accesos presentaban escalas internas que ascendían y comunicaban con un edificio localizado en la parte superior. Por otro lado, intentamos por medio de pozos localizar estos accesos desde el exterior, con resultados negativos después de haber excavado hasta ocho metros de profundidad.


En el interior de la tumba, los arqueólogos descubrieron un sarcófago. Dentro del sarcófago hallaron los restos de una mujer de la nobleza junto con algunos objetos, cubiertos unos y otros con polvo de cinabrio rojo.


El esqueleto se encontraba decorado con una impresionante colección de perlas, jade, conchas y agujas de hueso. El cráneo fue adornado originalmente con una diadema hecha de cuentas de jade planas de forma circular. El pecho de la mujer estaba cubierto asimismo de fragmentos planos de jade y obsidiana. Una máscara funeraria hecha de piezas de malaquita cubría su rostro. Dentro del sarcófago los arqueólogos también encontraron una concha marina con una pequeña figurita de piedra caliza en su interior.

Restos óseos de la Reina Roja hallados en Palenque (ontheroadin.com)

Restos óseos de la Reina Roja hallados en Palenque (ontheroadin.com)

Además de la Reina Roja, también fue enterrado un hombre en esta cámara funeraria. Se cree que se trata de su sirviente, y se supone que fue enviado al más allá junto con su reina al morir ésta.

¿Quién fue la Reina Roja?

Los investigadores se refieren a la mujer hallada en la tumba como la “Reina Roja”. Sus restos fueron trasladados al laboratorio del Instituto Nacional de Antropología e Historia mexicano. Al examinarlos se descubrió que la mujer había vivido entre los años 600 d. C. y 700 d. C., datación sugerida por las piezas cerámicas halladas en el interior de su tumba.

Entre los análisis realizados se llevaron a cabo pruebas de carbono-14 y una reconstrucción facial. Con todo esto, el equipo descubrió que la mujer había muerto aproximadamente a los sesenta años de edad y afectada por la osteoporosis. Se descubrió además que su dieta había estado basada principalmente en el consumo de carne. Su dentadura estaba realmente sana, algo poco habitual entre los mayas de la época. Aunque el enterramiento supuso un espectacular descubrimiento, los investigadores no pudieron ocultar su decepción al no encontrar en la cámara funeraria ninguna inscripción o indicación que les permitiera confirmar el nombre de la difunta.

El investigador Arnoldo González Cruz opina que se trata de Tz’ak-bu Ajaw, esposa de Pakal y abuela del último rey maya. En la actualidad, el equipo está buscando las tumbas de los hijos de Pakal, ya que el análisis comparativo del ADN de la Reina Roja y el de los hijos de Pakal podría confirmar la hipótesis del arqueólogo.


Máscara de la Reina Roja hallada en la tumba descubierta en el Templo XIII. La diadema y la máscara están hechas de piezas de jade y malaquita. (Wolfgang Sauber/CC BY SA 3.0)

Máscara de la Reina Roja hallada en la tumba descubierta en el Templo XIII. La diadema y la máscara están hechas de piezas de jade y malaquita. (Wolfgang Sauber/CC BY SA 3.0)

La legendaria ciudad de Palenque

Palenque era llamado Lekamha por los mayas. Esta palabra significa “Grandes Aguas”. Era una ciudad imponente construida hacia el siglo III a. C. y que estuvo habitada hasta finales del siglo VIII d. C. Fue un centro político-administrativo y la capital de muchos reyes y reinas mayas. Sus ruinas se encuentran en lo que hoy es el estado de Chiapas. Cubren una extensión de 2,5 kilómetros cuadrados. Los arqueólogos opinan que hasta la fecha únicamente se ha explorado el 10% de la antigua ciudad de Palenque.

Vista del Templo XIII y el Templo de las Inscripciones de Palenque, Chiapas, México. (CC BY-SA 2.5)

Vista del Templo XIII y el Templo de las Inscripciones de Palenque, Chiapas, México. (CC BY-SA 2.5)

Aparte de la tumba de la Reina Roja, otro importante descubrimiento realizado en Palenque ha sido la tumba de K’inich Janaab’ Pakal, conocido también como Pacal el Grande. Pacal reinó durante el siglo VII d. C. y fue enterrado en el Templo de las Inscripciones.


Una ciudad eterna con una reina desconocida

Palenque continúa siendo a día de hoy una de las más famosas antiguas ciudades del mundo, y uno de los lugares más fascinantes relacionados con la civilización maya. Algunos creen que de su localización emana asimismo una energía especial. Miles de personas visitan Palenque en la actualidad para explorar los antiguos secretos de la cultura maya, sentirse aventureros entre las magníficas ruinas y respirar la atmósfera única de una ciudad en la que las mujeres escribían su propia historia.

Tumba de la Reina Roja (Templo XIII), Palenque, Chiapas (México) (CC BY 3.0)

Tumba de la Reina Roja (Templo XIII), Palenque, Chiapas (México) (CC BY 3.0)

Los restos de la Reina Roja volvieron a Palenque en junio del 2012. No pudo ser depositada de nuevo en su tumba original debido a la elevada humedad del interior de la pirámide. Sin embargo, sí que fue enterrada en un lugar diferente cercano a su antigua tumba.





La legendaria espada en la piedra de San Galgano

 

La legendaria espada en la piedra de San Galgano





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Una de las leyendas inglesas más famosas es la del rey Arturo y la espada en la piedra. Según diversas versiones de la historia, la espada sólo podía ser extraida de la piedra por el verdadero rey de Inglaterra. Una historia similar, aunque mucho menos conocida, existe en la región italiana de la Toscana: un relato del que incluso se ha llegado a afirmar que es el original, aquél que inspiró el nacimiento de la célebre leyenda inglesa. Nos referimos al mito de la espada en la piedra de San Galgano.

San Galgano fue el primer santo cuya canonización se llevó a cabo a través de un proceso formal por la Iglesia. Por tanto, gran parte de la vida de San Galgano ha llegado hasta nosotros a través de los documentos de su proceso de canonización, que tuvo lugar en 1185, algunos años después de su muerte. Asimismo, también existe toda una serie de obras biográficas escritas por autores posteriores al santo.

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San Galgano clava la espada en la piedra. Escultura expuesta en la Pinacoteca Nacional, Siena. (Wikimedia Commons)

San Galgano nació en 1148 en Chiusdino, provincia de Siena. Su madre se llamaba Dionisia, mientras que existen dos versiones diferentes del nombre de su padre: Guido o Guidotti, dependiendo de los autores. Según los distintos relatos biográficos, Galgano fue un joven mundano y disoluto. Pertenecía a la nobleza de la región y era un caballero entrenado en el arte de la guerra, arrogante y violento. Sin embargo, todo esto cambió un día, pasando de ser un caballero terrenal a un espiritual ermitaño. 


La conversión de Galgano comenzó con una visión del arcángel San Miguel, considerado el general de las huestes celestiales. Una versión de la leyenda, relata que el arcángel San Miguel se apareció ante Galgano y le mostró el camino de la salvación. El arcángel le indicó además el lugar adonde debía ir a vivir. A la mañana siguiente, Galgano comunicó a los suyos que iba a convertirse en ermitaño y que residiría en una cueva cercana. Como era de esperar, sus amigos y familiares se burlaron de él, juzgando su decisión como una absoluta locura . Dionisia, su madre, logró convencerle para que visitase a su novia por última vez, antes de renunciar a todos los placeres mundanos. Así que, vestido con sus ricos ropajes, Galgano marchó a visitar a su prometida. Durante el trayecto a caballo, éste de pronto se encabritó y el joven cayó de forma violenta al suelo.

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El sueño de San Galgano. Óleo de Giovanni Battista Ruggeri. Museo Diocesano de Arte Sacro de San Miniato, Italia. (Wikimedia Commons)

Entonces, una fuerza invisible levantó de golpe a Galgano y una voz celestial le ordenó que se dirigiera al monte Siepi, una colina cercana a Chiusdino. Cuando Galgano llegó al pie de la colina, el arcángel San Miguel le indicó que se detuviera y mirase hacia su cima. Fue en ese momento cuando el noble caballero tuvo una visión de un templo donde estaban Jesús y María, rodeados por los Doce Apóstoles. A continuación, la misma voz de antes le ordenó que subiera la colina.

Cuando San Galgano alcanzó la cima del monte Siepi, la voz le habló de nuevo ordenándole renunciar a todos los deseos, posesiones y placeres mundanos. Sin embargo, Galgano se opuso, jactándose de que cumplir esa orden era “tan fácil” como partir en dos una roca con su espada. Acto seguido, la desenvainó y la clavó en una piedra. De forma inexplicable, el arma se hundió en la roca con la misma facilidad con que un cuchillo caliente atraviesa la mantequilla, y a partir de ese instante, permaneció allí clavada. Galgano comprendió el mensaje y desde entonces vivió en el monte Siepi como un ermitaño. Varios años después de su muerte fue construida una capilla en la cima del monte, en torno a su espada aún clavada en la piedra.

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Iglesia de San Galgano, construida en la cima del monte Siepi de Siena, Italia. (Wikimedia Commons)

Durante siglos se creyó que la espada en la piedra era sencillamente una falsificación moderna. Sin embargo, una investigación relativamente reciente, basándose en la composición del metal y el estilo de la espada, ha concluido que se trata de un arma del siglo XII.

Ayudándose de un georradar, los investigadores también descubrieron que existe una cavidad de entre uno y dos metros por debajo de la espada, que quizás albergue los restos de San Galgano. Por último, las dataciones con radiocarbono demostraron que el par de manos momificadas conservadas en la capilla de la iglesia también datan del siglo XII. Curiosamente, según narra otra leyenda, el diablo envió al monte Siepi a un asesino que se hizo pasar por un monje. Los lobos salvajes de la colina, amigos de San Galgano, le protegieron del asesino, atacándolo y devorándolo. Una vez muerto, sus manos quedaron momificadas, exponiéndose posteriormente en la iglesia allí erigida en honor al santo. 




Harappa: una misteriosa civilización que desapareció completamente

 

Harappa: una misteriosa civilización que desapareció completamente












Grandes baños de Mohenjo-Daro en Pakistán.
Grandes baños de Mohenjo-Daro en Pakistán.

Fue un hallazgo equiparable al descubrimiento de la tumba de Tutankamón: uno de los primeros asentamientos de la historia de la humanidad, que abruptamente fue abandonado

Fue una de las primeras civilizaciones de la historia de la Humanidad, y fue abandonada abruptamente. Como sucedió con la magnífica ciudad de Babilonia, que según se cuenta fue destruida por el rey Evemero en el año 126 a.C (aunque ya había caído en el olvido antes), las ruinas de Harappa, ubicadas hoy en Punjab, Pakistán, guardan en su interior el misterio de su auge y caída y fueron un hallazgo equiparable al descubrimiento de la tumba de Tutankamón, según los arqueólogos.

La ciudad de Harappa tiene cuatro milenios, fue construida 2.600 años antes de Cristo y mantiene todavía un buen estado de conservación, persistiendo los vestigios de una civilización que surgió en el valle del río Indo, con sus muros, casas o calles. Según las estimaciones de los arqueólogos, se trataba de un asentamiento urbano que dominaba la zona norte de la región del río Indo, y fue a mediados del siglo XIX cuando las ruinas fueron expoliadas. En 1826, un viajero británico llamado Charles Masson se encontró con unos extraños montículos de ladrillos y pensó que eran castillos viejos. No fue hasta 30 años después que unos ingenieros que construían un ferrocarril encontraron más ladrillos: la primera evidencia de la ciudad perdida de Harappa.

En 1826, un viajero británico llamado Charles Masson se encontró con unos extraños montículos de ladrillos y pensó que eran castillos viejos

Sir Alexander Cunningham fue el primero en comenzar a excavarla entre 1872 y 1873, después en 1920 se inició una excavación más exhaustiva en Harappa y Mohenjo-Daro. Así fue como se dio a conocer al mundo esta civilización olvidada, y la excavación continuó durante los años 30 y 40, hasta que en el 46 sir Mortimer Wheeler encontró los restos de la muralla de la ciudad. A día de hoy, los turistas visitan la zona para descubrir sus secretos y disfrutar de la calma del lugar. Su antigüedad y algunos de los daños sufridos hacen difícil saber algunas cosas sobre ella, ¿por qué fue abandonada hace 18.000 años?

Parece que en ese tiempo, los habitantes decidieron abandonar las ciudades para migrar a pequeños pueblos en las faldas del Himalaya. Nadie ha sido capaz de resolver el misterio. La civilización era muy avanzada en muchos aspectos, por ejemplo, tenían una red de abastecimiento de agua impresionante y se beneficiaban del clima cuando el monzón no era muy fuerte, para así poder dedicarse a la cultura de regadío.

Las variables

Se detuvo el comercio. Alrededor de la época en la que las ciudades del Indo comenzaron a colapsar, Mesopotamia atravesaba problemas políticos, y era su principal socio comercial. Algunos historiadores apuntan que ese podría haber sido el motivo de la migración, que se produjo especialmente en la ciudad y no tanto en las aldeas.

¿Hubo una guerra? Otros historiadores creían que la civilización del Indo fue destruida en una gran guerra, debido a que los poemas hindús llamados RigVeda (de alrededor del 1.500 a.C) describen a los invasores del norte que conquistaron las ciudades del Valle del Indo. En la década de los 40, Mortimer Wheeler descubrió 39 esqueletos humanos en la ciudad de Mohenjo-Daro, y pensó que eran personas que habían sido asesinadas por invasores. No obstante, a día de hoy esta teoría no tiene mucha fuerza pues no hay evidencia de guerra o asesinatos.

Alrededor de la época en la que las ciudades del Indo comenzaron a colapsar, Mesopotamia atravesaba problemas políticos, y era su principal socio comercial

¿Se movió el río? Muchos historiadores creen que la civilización se derrumbó debido a cambios en la geografía y el clima de la zona. Los movimientos en la corteza terrestre (la capa exterior), podrían haber causado que se hundiese el río y cambiase de dirección. Las principales ciudades estaban estrechamente vinculadas al río, por lo que los cambios en su caudal habrían tenido un efecto terrible en ellas. Las inundaciones repetidas podrían haber provocado una acumulación de sal en el suelo, lo que dificulta el cultivo.

Se creía que, al mismo tiempo, el Ghaggar-Hakra (otro río de la zona) se secó. La gente se vio obligada a abandonar muchas de las ciudades ubicadas a lo largo de sus orillas, como Kalibangan y Banawali. Quizá la gente comenzó a enfermar y a pasar hambre, y se habría propagado el caos. Esta teoría, sin embargo, también fue negada por un estudio publicado en ‘Nature Communications‘: ese gran río del Himalaya no fluyó al mismo tiempo que el desarrollo de los asentamientos urbanos de la Civilización de Indo. La investigación muestra cómo los antiguos centros urbanos no necesitaron necesariamente un sistema fluvial activo para prosperar.

«No hacían arte, ni grandes ciudades, ni escribían… pero subsistieron durante otro milenio gracias al secano»

Analizando los sedimentos de la zona, un equipo de científicos ha llegado a la conclusión de que el monzón durante el invierno se incrementó, mientras que el del verano se redujo, lo que les habría hecho migrar de esa zona a las del Himalaya, cambiando su cultura de regadío por la de secano. «No hacían arte, ni grandes ciudades, ni escribían… pero subsistieron durante otro milenio gracias al secano», señalan fuentes del propio estudio en ‘BBC‘. Aunque por ahora son teorías, parece que los arqueólogos están cada vez más cerca de conocer la verdad. Pero aún queda por saber si no fueron un cúmulo de sucesos los que terminaron abruptamente con una de las civilizaciones más antiguas de la historia de la humanidad.

Conos de cabeza egipcios: mini pirámides y símbolos de estado

 

Conos de cabeza egipcios: mini pirámides y símbolos de estado













Uno de los enigmas de embalsamamiento más perdurables del antiguo Egipto tiene que ser sus crípticos conos de cabeza. Estos objetos inusuales se pueden ver en pinturas de tumbas colocadas sobre las cabezas de momias y personas vivas. Se asemejan a cúpulas o conos blancos y, a menudo, están decorados con líneas y puntos y cubiertos de un color rojizo, que se supone que es incienso líquido. Aparecen con poca frecuencia al principio, en las pinturas de las tumbas de Tebas durante el Imperio Nuevo temprano (alrededor de 1550 a. C.), y se hicieron populares durante y más allá del reinado de Hatshepsut (1473-1458 a. C.).

Los conos nunca se nombran en los textos que los acompañan, lo que deja a los investigadores frustrantemente en la oscuridad sobre su verdadera función e incluso sobre cómo se llamaban. El consenso académico desde finales del siglo XIX considera que los conos son difusores de incienso que se derriten lentamente y que ayudan al usuario a lograr un estado de pureza ritual ante los dioses y los muertos. Se cree que los conos, con sus aromas embriagadores, habrían ayudado a desdibujar la línea entre los vivos y los muertos. Una hipótesis más reciente de Joan Padgham formulada en 2012 vuelve a imaginar los conos como expresiones visibles del ba o alma de una persona.

Un cono de cabeza sobre la cabeza de una mujer, distintivo en color y forma, y ​​que se parece a una colmena.  Pintura de tumbas, Tebas,1350-1300 a.C.  (Dominio publico)

Un cono de cabeza sobre la cabeza de una mujer, distintivo en color y forma, y ​​que se parece a una colmena. Pintura de tumbas, Tebas,1350-1300 a.C. ( Dominio público )

El autor actual (Perrin) propone una nueva teoría para abordar el enigma de los conos, argumentando que los conos cumplían dos funciones principales. El primero era religioso: eran símbolos personales de resurrección modelados, en cera, a partir de la piedra benben , el montículo original de creación e inspiración de las pirámides. En segundo lugar, los conos eran símbolos de estatus de clase, similares a las pelucas ornamentadas, las guirnaldas y las joyas que se ven en las mismas pinturas de las tumbas.

Un “Cono de Silencio” Arqueológico:

Para 2010, los arqueólogos todavía estaban perplejos, un siglo después, en cuanto a la naturaleza exacta, la función e incluso el nombre de los extraños conos. Como todavía tenían que descubrir uno en un contexto arqueológico, solo existían en pinturas, en su propio «cono de silencio» arqueológico. Cuando los egiptólogos occidentales los estudiaron por primera vez en la década de 1880, se creía que habían sido conos reales hechos de ungüento perfumado sólido que se usaba para perfumar y limpiar el cabello y el cuerpo (similar a algunas tribus africanas).

Una de las tumbas de Amarna encontrada con un cono de cabeza.  (Imagen: cortesía del Proyecto Amarna a través de Antiquity Publications Ltd)

Una de las tumbas de Amarna encontrada con un cono de cabeza. (Imagen: cortesía del  Proyecto Amarna  a través  de Antiquity Publications Ltd )

Luego, en la década de 1950, la opinión académica se desplazó hacia ver los conos en términos artísticos, como objetos que no eran reales.

Jonathon Perrin es el autor de Moses Restored: The Oldest Religious Secret Never Told y el último libro: The Pharaoh Behind the Festivals .

Imagen de Portada : Una mujer egipcia que lleva un misterioso cono de cabeza de cera, que se está transformando 2) en la piedra benben, encima de la cual se encuentra 3) el pájaro bennu , símbolo de la resurrección, todo colocado antes de 4) la Gran Pirámide , el clímax arquitectónico del montículo expresionismo, detrás del cual se levanta 5) el sol de la mañana, llamado weben por los egipcios. Esto rimaba con benben y proporcionaba un vínculo importante entre el surgimiento del montículo primigenio y el disco solar. (Imagen: Diseño de Jonathon Perrin)

Por: Jonathan Perrin

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