"Pulmón de Levante. Ese era el lema del pueblo, y ahora impresiona verlo todo negro, totalmente oscuro", lamenta Manuel Cebrián, que abandonó su casa en el municipio de Los Calpes (Castellón) el pasado jueves para trasladarse al vecino Montanejos por indicación de la Guardia Civil ante la cercanía del fuego. Apenas permaneció allí unas horas. Las llamas que están calcinando el monte entre Aragón y la Comunidad Valenciana a las puertas de la sierra de Espadán obligó a las autoridades a evacuar también esa segunda localidad, y este jubilado decidió marcharse con su mujer y su suegra a un domicilio que poseen en la capital de la provincia.
"Al principio no pensamos que el incendio fuera tan grande y que pudiera durar tanto. Luego vimos que sí y nos vinimos a esta casa. Ha sido difícil, especialmente para mi suegra, que tiene 90 años y no lo asimila. Es complicado para nosotros que tenemos veintitantos años menos, aún más para ella", relata. Manuel y su mujer, Montse, vivieron en Castellón hasta el final de su vida laboral, cuando decidieron regresar al pueblo donde se criaron y con el que nunca perdieron los vínculos. "Ahí podía cultivar el campo y hasta me compré maquinaria. Una ilusión de jubilado, pero mira lo que ha pasado", comenta.
Llevan así seis días y no saben cuándo podrán regresar a su casa, aunque mantienen el ánimo pensando que, por el momento, el fuego no ha alcanzado "el casco urbano del pueblo ni los campos de cultivo adyacentes". Sin embargo, el aspecto general de la zona es "dantesco, catastrófico", se desespera Manuel, que también gestiona con su mujer una casa rural en el municipio y en la que ya han comenzado a recibir cancelaciones. "El Alto Mijares está hecho ceniza, completamente calcinado. No se han quemado casas porque los bomberos las están protegiendo", señala.
No obstante, esta desgracia no los ha "cogido por sorpresa", dada la situación del campo. "El riesgo lo teníamos. Los montes públicos y privados están muy descuidados, da miedo. Es como una carretera tortuosa en la que ves que hay peligro y que te puedes salir en cualquier momento. El Ayuntamiento de Puebla de Arenoso [al que pertenece el municipio de Los Calpes] tiene un protocolo para identificar las zonas de mayor riesgo de incendio para prevenirlos, pero una cosa es redactar y otra, ejecutar. Todas las administraciones, ayuntamientos, la Generalitat Valenciana y el Gobierno central, deberían trabajar en ello", reclama.
"El monte se cuida, pero no lo suficiente"
También el jueves por la noche tuvo que abandonar su vivienda en Arañuel (Castellón) Javier Martorell, que es brigadista de emergencia de prevención de riesgos y concejal del PSOE en el Ayuntamiento de la localidad. "Durante la tarde habían desalojado Montanejos, así que casi casi teníamos la certeza de que después nos tocaría a nosotros. Fue a las once y no nos pilló desprevenidos, nos marchamos a una segunda residencia en Puerto de Sagunto. Yo estaba trabajando en el cortafuegos cuando sucedió lo de Villanueva de Viver [donde comenzaron las llamas] y, tras la evacuación, no hemos podido volver a nuestro puesto", detalla.
Los montes públicos y privados están muy descuidados, da miedo. Es como una carretera tortuosa en la que ves que hay peligro y que te puedes salir en cualquier momento
El incendio, que ya tiene un perímetro de 55 kilómetros y ha calcinado 4.600 hectáreas, se ha producido apenas siete meses después del que quemó unas 19.000 en Bejís este verano. Uno de los motivos, concuerda Javier con Manuel, es el estado del monte. "Han influido muchos factores, entre ellos, se encuentra que la agricultura de toda la vida se ha dejado de lado desde hace muchos años, y eso se ha ido acumulando. Ha creado un desinterés por parte no sé si de los ayuntamientos, de las diputaciones, de la Generalitat...", incide.
"Los montes se cuidan, pero no lo suficiente. Todo el mundo lo sabe. Era un secreto a voces que el monte cualquier día podía estallar, y así ha sido. No hay una política coherente con lo que pide el monte. También existen muchas restricciones, no te dejan hacer esto, no te dejan hacer lo otro, parece que el monte no se pueda tocar", remarca. Por eso, pide cambiar el enfoque y que se permita "intervenir pensando más en las personas", sin tanto "proteccionismo". "Incrementar cortafuegos o ponerlos de manera obligatoria, cuadrillas de limpieza fijas todo el año, crear leyes de este siglo y abandonar las de otro tiempo, que no tienen ningún rigor, menos con el cambio climático", sugiere.
Los montes se cuidan, pero no lo suficiente. Era un secreto a voces que el monte cualquier día podía estallar, y así ha sido. No hay una política coherente con lo que pide el monte
En este escenario, demanda la implicación de los diferentes estamentos: "No estoy diciendo que no hagan nada, pero que hagan más. Creo que tendría que ser competencia de todos, a nivel estatal, autonómico y municipal. Esto es patrimonio de todos, no de unos pocos".
"Lo dejas todo ahí y se hace largo"
En Arañuel también vive con su familia Clara, que tuvo que dejar su domicilio el jueves a causa del avance de las llamas y el humo. Igual que Javier, en su casa contemplaban una posible evacuación después de los desalojos de los pueblos cercanos, aunque estar sobre aviso no hizo más fácil el trámite. "Sobre las ocho, el Ayuntamiento publicó un bando para pedir que estuviéramos preparados y a las once y algo llegó la Guardia Civil. Nos marchamos a Onda (Castellón), porque tenemos un piso allí, con las abuelas, las tías... Todos", narra.
"Nosotras, como tenemos una panadería, lo vivimos con mucha incertidumbre porque no sabíamos si al día siguiente tendríamos reparto o no. Llevamos varios días sin poder acudir", subraya. Ahora, viven pendientes de la fecha de regreso a sus hogares, ligada a la evolución del incendio. "Dejas todo lo que tienes ahí, tu casa, tus cosas, tu trabajo... Cada día te dicen que hay que esperar no menos de 48 horas más y lo entendemos, pero se hace largo", reconoce, mientras reciben noticias de que el jueves vuelve el viento de poniente y las altas temperaturas.
Similar a la de Clara es la situación de Viviana, que gestiona un restaurante-hospedería en Montanejos. Esta hostelera y su marido estaban recogiendo la mesa después de cenar cuando llegó el aviso de desalojo, y ambos vieron cómo sus vecinos eran trasladados al polideportivo de Segorbe y al campin de Navajas. Ellos, por el contrario, prefirieron quedarse, aunque finalmente tuvieron que abandonar el municipio y marcharse a Bétera (Valencia). "Salimos el viernes porque no pensamos que fuera a llegar a tanto", admite, y ahora se centra en pensar que las llamas, por el momento, no han llegado al pueblo.