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El Jardín del Edén bíblico: ¿Dónde estaba? ¿Qué queda del Paraíso?
El Jardín del Edén La historia del Jardín del Edén o del paraíso perdido ha fascinado a millones de personas a lo largo de los siglos. Ha llamado la atención de los grandes poetas, de los genios de la pintura, de los músicos… y en sí de todos los tipos de artistas. En el programa de hoy vamos a remontarnos varios milenios atrás para desentrañar los secretos de este Paraíso bíblico. En la Biblia, en el libro del Génesis, se narra que “Yahveh plantó un huerto en Edén, al oriente y puso ahí al hombre que había formado”. Era un lugar de abundante vegetación, por el que el agua corría apacible, llevando la fertilidad y haciendo crecer los frutos de los árboles sin que éstos necesitaran ser plantados ni cultivados. Allí, bajo un clima apacible y templado, también vivían felices todos los animales de la Creación, que estaban a disposición del ser humano, que gobernaba sobre ellos. Se encontraban en el centro de este jardín dos árboles misteriosos: El árbol de la vida, y el árbol del conocimiento o la ciencia del bien y del mal. Yahveh había prohibido expresamente comer a Adán y Eva de estos dos árboles. Podrían comer de todos los demás, pero de estos dos no. El árbol de la ciencia del bien y del mal contenía una fruta prohibida, que no era una manzana como comúnmente se cree, eso se debe a un error de traducción. Era una fruta que al comerla hizo que el hombre saliera de su estado de inocencia y felicidad primitiva y conociera las nociones del bien y del mal. El árbol de la vida, contenía a su vez otra fruta sagrada, que al comerla daba la inmortalidad y la vida eterna. Fue precisamente para evitar que el hombre comiera también de esta fruta por lo que Yahveh los expulsó del Paraíso. Edén, por tanto era un lugar físico, una región de la Tierra. Pero ¿dónde estaba concretamente? En la Biblia se nos dan detalles muy precisos: “Del Edén salía un río para regar el huerto, y de allí se dividía y se convertía en otros cuatro ríos. El nombre del primero es Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro.” “El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea la tierra de Cus. Y el nombre del tercer río es Tigris; éste es el que corre al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates”. El problema de estas indicaciones es que las cuencas de los ríos han cambiado mucho en los últimos milenios, lo que ha llevado a los estudiosos a emitir varias teorías. En primer lugar, el río Pisón parece que ha secado y podría estar ubicado en la actual Arabia. El río Gihón tampoco está identificado, pero la tierra de Cus por la que discurría era sinónimo de la actual Etiopía. Sin embargo, el río Tigris y Eúfrates existen hoy en día y están ubicados en lo que en aquellos tiempos se correspondía con Mesopotamia, actual Irak y Siria. Siguiendo estas coordenadas, Juris Zarins, una autoridad científica en la arqueología de Oriente Medio, ha propuesto que el Edén bíblico se encontraba localizado en la confluencia de estos cuatros ríos, en la región actual del golfo Pérsico. En aquella zona hace unos 30.000 años, según los investigadores, brotaba una amplia vegetación y era lugar muy fértil, que se tornó en una tierra infértil y árida milenios después. Pero según la Biblia el Edén no desapareció, fue el hombre el que fue expulsado de él. El Edén permanecería bajo la custodia de los querubines y de una espada encendida que giraba en todas las direcciones para evitar que el ser humano accediera de nuevo al jardín. Yahveh quería evitar a toda costa que el hombre alcanzase la vida eterna, la inmortalidad que daba el fruto del árbol de la vida. El tema del Jardín del Edén tiene ecos en otras muchas tradiciones, en las que el ser humano pasó de vivir en un estado de felicidad, bondad y abundancia a un mundo lleno de lamentaciones y duros trabajos. Quizás con el avance de las investigaciones científicas en un futuro se pueda arrojar luz sobre este misterioso enigma y seamos capaces de separar el mito de la verdad, la religión de la historia.
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