El volcán de Cumbre Vieja, al que los palmeros habían bautizado en otro tiempo como 'Teneguía', entró en erupción trescientos años después de la anterior vez. Esta de 1971 fue la última que se produjo en la superficie de la tierra en España. Para que se hagan una idea de lo excepcional de aquel acontecimiento, que duró diez días, la última vez que el Teide escupió lava fue en 1909 y no ocasionó ningún daño a la población. Algo que solo había ocurrido otras 12 veces en los últimos 2.000 años. Las anteriores en 1798, 1706, 1704 y 1492, cuando Colón descubrió América.
Es verdad que en 2011 entró en erupción el volcán Tagoro de El Hierro, pero este es submarino. Según el informe que el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) hizo público en 2017, seis años después, este obligó a desalojar en dos ocasiones el pueblo pesquero de La Restinga y, además, su cumbre sufrió un colapso por el que perdió, de golpe, 30 metros de altura bajo el agua. Sin embargo, la espectacularidad de las imágenes en color publicadas por este diario en 1971, así como el miedo que despertó entre los habitantes de la zona, que veían a la enorme montaña escupiendo lava muy cerca de sus casas, no tiene parangón en los últimos siglos de la historia del país.
«Terrorífica explosión»
'Se abre otro cráter en el volcán Teneguía', anunciaba ABC el día 2 de noviembre. Este se encontraba a cien metros del anterior. Según el enviado especial del periódico, «los canarios no se habían repuesto aún de su sorpresa, cuando un intenso movimiento del suelo y la subsiguiente explosión, terrorífica explosión, quizá la que más ha estremecido esta zona de la isla desde que sus habitantes empezaron a temer al volcán, provocó entre ellos el lógico y repentino pánico».
«A última hora de la noche de ayer –continuaba–, se calculaba que cerca de 20.000 personas procedentes de los más diversos puntos de la isla habían venido a contemplar de cerca el alarde pirotécnico del incansable Teneguía. Ya dijimos que, a medida que la noche se hace dueña del paisaje, la belleza apasionante, terrorífica si ustedes quieren, del nuevo volcán palmero alcanza límites insospechados. Por ello, a partir de las cinco de la tarde, la afluencia de curiosos fue aumentando hasta crear auténticos embotellamientos, pese a la diligencia y previsiones tomadas por la Guardia Civil, cuyos motoristas desde hace días apenas conocen el descanso».
Al día siguiente se hablaba ya de un tercer cráter. El 'Teneguía 3', lo llamaban. 'La lava arrojada alcanza los 50 metros de altura', rezaba el titular de la nueva información, que contaba como «los ríos de magma han incrementado su caudal, debido a la enorme cantidad que arrojan los otros dos cráteres». También «lo visiblemente preocupada que se encuentra la gente del lugar, ya que creen que el volcán todavía no ha iniciado la peor parte de la erupción». Nuestro corresponsal recogía la declaración de varios vecinos cercanos, en base a los conocimientos que estos se habían transmitido de generación en generación. «Esto que está usted viendo no es el volcán, son solo dos respiraderos, pero lo grande, lo gordo, continúa luchando por abrirse camino hacia el monte», aseguraba uno de ellos.
«La fascinante erupción»
El día 6 de noviembre, la revista 'Blanco y Negro' le dedicaba nada menos que 10 páginas entre sobrecogedoras imágenes en color y textos que describían 'La fascinante erupción del volcán', como indicaba uno de los encabezados. «La hermosa isla canaria de San Miguel de La Palma está agitada en sus entrañas por la fuerza misteriosa e incalculable de un volcán. Los cráteres del Teneguía, en el municipio de Fuencaliente, vomitan gases y lava que brota desde una profundidad de veinte kilómetros. El cielo se ensombrece con las nubes grises de cenizas y el espectáculo de este despertar rugiente del subsuelo es fascinante. Durante la noche, la lava incandescente desciende con lentitud hasta encontrar el mar, formando una corriente roja y brillante», explicaba.
El nombre de esta población viene de una fuente de aguas calientes de origen volcánico que fue famosa desde la conquista de las islas Canarias, a principios del siglo XV, por parte de la Corona de Castilla. Fue precisamente la mencionada erupción de 1677 la que destruyó la localidad por última vez. Sus habitantes tenían constancia de ello, por eso temían que el episodio se volviera a repetir. y las noticias de los siguientes días tampoco ayudaban: «Tres personas intoxicadas por los gases del Teneguía», «Se ha abierto una cuarta boca en el volcán al cumplirse 15 días del comienzo de la erupción», «la afluencia de lava de la boca principal y de las señaladas con los números 4 y 5 sigue siendo grande, además de haber aparecido una séptima», «el Teneguía 4 continúa a plena actividad» y «se ha perdido la cosecha de plátanos en la isla de la Palma». Además, se hablaba ya de subvenciones de un millón de pesetas para las personas afectadas.
El volcán produjo otros daños materiales en los cultivos de vid de la zona y destruyó una playa, aunque luego se formó otra gracias al material expulsado. Las pérdidas se valoraron en seis millones de pesetas, sobre todo en las vías de comunicación, en algunas viviendas y en las mencionadas tierras agrícolas. No afectó, sin embargo, a las principales zonas pobladas, pero lo más curioso es que, gracias a la cercanía de la costa, la lava vertida al mar se solidificó e hizo crecer el tamaño de la isla. Por último, la zona se convirtió por un tiempo en un atractivo turístico que hizo que se incrementaran los vuelos a la isla.
El 19 de noviembre de 1971, ABC informaba de que, por fin, la erupción del volcán había terminado. «Hacia las 20.00 horas, la actividad cesó. Finalizó con un ruido que testigos presenciales describieron como 'similar al de un reactor', que duró cerca de seis minutos. El ruido se oyó en gran parte de la isla y, cuando finalizó, la erupción de lava y otros productos volcánicos se cortó. En Fuencaliente, los habitantes han vuelto a reanudar sus trabajos en los campos», concluyó la noticia.
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