Putin bloquea Kiev, ningunea la solución a la desesperada que ofrece Zelenski y llama a un golpe de Estado en Ucrania
La invasión rusa de Ucrania avanza como si se tratase de una novela de terror. En Kiev ya es siempre de noche, porque la oscuridad va acompañada de las alarmas que avisan de ataques, del ruido de los bombardeos y del motor de los tanques con la matrícula de Moscú que ya han entrado de lleno en la capital. En esas calles ahora se libra otra parte de la batalla quién sabe si más cruenta que las que abrieron el conflicto.
La figura de Volodímir Zelenski está rodeada, dadas las circunstancias, de un aura de heroísmo pocas veces visto en la Europa actual y desde esa posición el presidente ucraniano ha querido dar una nueva oportunidad a la vía diplomática y ofreció a Putin sentarse a negociar para "detener la muerte de personas". Entre las cesiones que podría hacer Kiev estaría de hecho uno de los grandes anhelos de Moscú: que Ucrania no se una a la OTAN. Ni mañana, ni el mes que viene, ni nunca.
Pero Rusia no se fía y mantiene un discurso lo más beligerante posible. Tanto que Putin pidió a las tropas ucranianas que tomasen el poder. "Me gustaría dirigirme a los hombres del Ejército ucraniano, no permitan que estos nacionalistas usen a sus mujeres, a sus hijos, a sus ancianos como escudos humanos. Tomen el poder en sus propias manos", expresó el líder ruso en una comparecencia corta en la que, además, calificó a los dirigentes ucranianos de "drogadictos" y "neonazis". Esto choca directamente, en todo caso, con la apertura del ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, a un posible diálogo con Kiev en torno al cual incluso se habló del envío de delegaciones a Minsk.
Sigue aumentando la cifra de muertos
El propio Zelenski informó de la muerte de 137 ucranianos y más de 300 heridos durante el primer día del ataque ruso contra el país. "El enemigo ataca no solo las instalaciones militares, como afirma, sino también civiles. Matan a gente y convierten a ciudades pacíficas en objetivos militares. Esto es vil y nunca será perdonado", recalcó. La cifras de la ONU son menores, alegando haber recibido informaciones de al menos 25 civiles muertos y 102 heridos por los bombardeos, aunque reconoció que la cifra podría ser mayor.
Por su parte, el Gobierno ruso confirmó haber tomado "el control completo" del área de la central nuclear de Chernóbil y que han inhabilitado 74 instalaciones de la infraestructura militar de Ucrania. El Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov, asegura que 150 militares ucranianos han depuesto las armas y se han entregado en las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk.
En la mañana de este viernes, el propio Lavrov se negó a reconocer al Gobierno ucraniano como democrático, justificando las acciones de su Gobierno no como una invasión sino como una "liberación". "No vemos la posibilidad de reconocer como democrático un Gobierno que oprime y utiliza métodos genocidas contra su propio pueblo", afirmó. Mientras tanto, miles de ciudadanos ucranianos se escondían en espacios seguros como el metro o refugios antiaéreos para protegerse de los bombardeos nocturnos.
El relato de Rusia parece no tener vuelta atrás y ha entrado de lleno en el terreno de las amenazas y de unas crudas descalificaciones. Sin ir más lejos, el Kremlin achaca a la "rusofobia" la ruptura de relaciones diplomáticas efectuada por el Gobierno ucraniano y, a la vez, avisó a Finlandia y Suecia de que "su entrada en la OTAN" provocaría "una respuesta masiva" de Moscú.
Precisamente la Alianza Atlántica celebró una nueva cumbre de urgencia. Occidente sabe que el tablero global se tambalea, y quiere mover sus piezas incluso pese a las advertencias de Rusia. "La decisión del presidente Putin de atacar Ucrania es un terrible error estratégico, por el que Rusia pagará un alto precio, tanto económico como político, en los próximos años", firmaron los líderes. La conclusión no puede ser más clara: la guerra está en Europa. No a las puertas, sino dentro.
La OTAN no descarta la aplicación del artículo 5
"Esta crisis demuestra la necesidad de unidad en la OTAN", expresó el secretario general, Jens Stoltenberg. La tesis que sobrevuela las cabezas de los líderes (y de muchos ciudadanos) es que el régimen ruso no se va a conformar con Ucrania. Ese componente parecen tenerlo claro en la OTAN. Tanto es así que habrá un mayor despliegue de efectivos en el flanco que hace frontera con Rusia.
Alemania además reforzará su presencia y España, a través de la ministra Margarita Robles, insistió en que, al no ser Ucrania un miembro de la misma, no habrá una presencia de tropas en país. Pero al mismo tiempo avisó al autócrata ruso: si hay un ataque a un país de la OTAN, habrá una respuesta a través de la invocación del Artículo 5 sobre la asistencia ante un peligro para la integridad territorial y la soberanía. Sin ir más lejos, la Alianza ha activado por primera vez la Fuerza de Respuesta, que se estableció en 2003 como una fuerza de alta disponibilidad compuesta por unidades terrestres, navales, aéreas y fuerzas especiales capaz de desplegarse con rapidez. Cuenta con hasta 40.000 efectivos.
"Hemos explicado a los socios sobre el tipo de equipo que estamos prestando a Ucrania, pero estamos en una situación que cambia cada minuto y tenemos que ir viendo qué tipo de apoyo prestamos", prosiguió un sobrio Stoltenberg. "Directamente también se ha hablado de las amenazas y de la posibilidad de que se active el artículo 5", añadió, y no se desmarcó de la clave de todo: "Estamos mandando un mensaje a Rusia y vamos a seguir prestando apoyo a Ucrania".
La conclusión fue clara: "Vamos a defender a todos nuestros aliados en todos los rincones de la OTAN". Además, se preparan "mecanismos de defensa" ante posibles ciberataques por parte de Moscú. "Es la mayor crisis de seguridad a la que nos hemos enfrentado en Europa desde hace décadas", respondió Stoltenberg sobre los cambios de criterio en la Alianza.
"Es la mayor crisis de seguridad a la que nos hemos enfrentado en Europa desde hace décadas"
El camino de la Unión Europea, por otra parte, está marcado por las sanciones. Es la única herramienta, dada la ausencia de un ejército europeo, de la que dispone el bloque de 27, y los Estados miembros han ido un paso más allá aprobando el segundo paquete de medidas. La gran novedad del mismo es que incluye los nombres de Vladimir Putin y de Sergei Lavrov, a quienes se les congelan sus bienes y activos en territorio de la Unión. Es la primera vez que se sanciona a alguien a este nivel.
Mientras, la ONU tiene las manos atadas. ¿Por qué? Porque la idea de aprobar una declaración contra las maniobras de Rusia quedará bloqueada, dado que es precisamente Rusia quien ahora preside el Consejo de Seguridad, y cuenta con poder de veto. La pescadilla que se muerde la cola. En todo caso, muchas voces dentro de Naciones Unidas consideraron que este tipo de documentos pueden servir para mostrar "el aislamiento" al que se está sometiendo a Moscú.
Del conflicto lo más probable es que, además, derive una importante crisis humanitaria. En este sentido, Naciones Unidas cree que más de 100.000 personas ya han dejado sus hogares en Ucrania y desde el organismo prevén que "hasta 4 millones de personas puedan huir a otros países si la situación se intensifica". Sin ir más lejos, Moldavia ha activado el Mecanismo de Protección Civil para solicitar el apoyo logístico de los países de la Unión Europea en sus esfuerzos para acoger ya a unos 16.000 refugiados mientras que Rumanía cifra en 10.000 las personas llegadas a su territorio huyendo del conflicto. Son todas las caras de una guerra, de una invasión, y todas ellas son cruentas.
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