Decenas de cajas de cartón se apilan en la acera mientras un remolino de voluntarios forman una cadena humana para cargar una vieja furgoneta azul. En el interior, ayuda a apilar los paquetes el hombre que conducirá durante dos días el vehículo cargado de ayuda solidaria desde esta tienda de productos ucranianos hasta la frontera de Ucrania.

Son casi las 9 de la noche y todos se apresuran para que la furgoneta parta cuanto antes. Todo está coordinado por una joven vestida con un chándal negro, Katerina, que va intercambiando indicaciones a los voluntarios con la atención a las personas que llegan cargadas con nuevos productos.

"Esta furgoneta va directa a Ucrania, a Chernivtsí, y se lo da al ejército territorial -una fuerza militar dependiente de la región-", explica Katerina, que tiene 26 años y lleva desde los 10 viviendo en España. "No más ropa por favor, porque tenemos un montón igual que los pañales, sobre todo necesitamos medicinas porque el país está en guerra, ropa militar, tiendas de campaña, linternas y comida para los refugiados que van de una ciudad a la otra".

"No más ropa por favor, porque tenemos un montón igual que los pañales, sobre todo necesitamos medicinas"

Los organizadores de los envíos, un grupo de ucranianos cuentan con la ayuda dentro del país de un diputado de la ciudad de Jerson, en pleno frente de batalla contra las tropas rusas, que ha conseguido que se creen una serie de "corredores verdes" para que la ayuda pueda atravesar la frontera.

Vehículos para poder sacar la ayuda

El principal problema es ahora dar salida a la enorme cantidad de ayuda que no para de llegar desde el pasado sábado a la entrada de esta tienda de ultramarinos ubicada en el número 9 de la calle Méndez Álvaro de Madrid.

"Yo tengo una franquicia de una empresa de transporte y cuando vine ayer hablé con ella por si necesitaban vehículos para sacar material porque estaban saturados de material y no tenían como sacarlo", declara Arancha, después de intercambiar números telefónicos con Katerina en un instante de pausa de la joven ucraniana. "Ya hemos hablado con la central nuestra y han dicho que sí y que empezaban a solicitar todos los permisos internacionales que tiene que hacer. Hay que ser solidarios, si hubiera pasado en España también nos habría gustado a nosotros que nos ayudaran".

La inmensa mayoría de personas que ayudan a apilar cajas dentro de la furgoneta son españoles, muchos de ellos vecinos del barrio, como Javier, de 60 años. "Yo soy vecino de aquí y me he enterado y hemos traído cosas. Yo creo que todo el barrio ha traído cosas, no hay más que ver cómo está la calle", declara Javier. "Hemos traído comida y hemos dado dinero para gasolina, cada uno hace lo que puede, cuando hay que ayudar hay que ayudar, es una cosa de ser humano y España es muy solidaria siempre".

"Yo creo que todo el barrio ha traído cosas, no hay más que ver cómo está la calle"

Otros han venido desde puntos mucho más alejados de la capital y la periferia. "He venido a traer un coche lleno de cosas y llevo aquí tres horas porque me he quedado sin batería, así que he decidido ponerme a ayudar, he ido a todos los chinos del barrio a por cinta aislante y bolis y ahora estábamos cargando el camión", declara Ana, una vecina de Alcobendas de 23 años que ha traído comida, mantas y abrigos y ropa térmica. "Me enteré por mi prima, se ha rulado mucho por Instagram y encima son familiares de ucranianos y va directo, es importante saber que va a llegar, porque la verdad es que da mucha pena, en cuanto llego a casa me pongo a llorar".

Algunas cajas, se han quedado en la acera, la furgoneta está llena. Todo listo para empezar el largo viaje hasta Ucrania. Se va dispersando el variopinto grupo de voluntarios que han hecho el trabajo en un tiempo récord. Entre ellos está Gloria, de 80 años. "Todo lo que podemos dar lo daremos, soy humana y a lo mejor mañana me puede pasar a mi".

- ¿Tiene alguna relación con Ucrania?

- No, pero están en La Tierra como yo.