Las tres lenguas de oro halladas en el yacimiento egipcio. Misión Arqueológica Oxirrinco.
No es la primera pieza de estas características que se documenta en Oxirrinco. En total, a lo largo de casi tres décadas de investigación, se han recuperado catorce lenguas de oro. También se han hallado en otros yacimientos egipcios como el de Taposiris Magna. Pero entre este último trío, todas pertenecientes a momias de época romana —esta ceremonia se mantuvo en el Antiguo Egipto hasta la implantación del cristianismo—identificadas en tres tumbas hasta ahora desconocidas, se ha encontrado un caso singular: uno de los elementos áureos había logrado preservar el órgano natural de la persona embalsamada durante más de 2.000 años. Es un ejemplo único en este sentido.
Tumba cerrada
A pesar de lo misterioso y fascinante del ritual funerario, no ha sido este el hallazgo más relevante de la última campaña de la Misión Arqueológica de Oxirrinco (El-Bahnasa, Minia), efectuada entre los días 10 de noviembre y diciembre. Los trabajos de investigación en la necrópolis del yacimiento —con una larga utilización y superposiciones que van desde el siglo VII a.C. hasta el VII d.C., cuando la conquista árabe finalizó el periodo cristiano-bizantino—, concretamente en el denominado Sector 36. En esa zona ya se habían documentado en los últimos años un total de siete tumbas construidas en piedra de época saíto-persa y cuatro más datadas en tiempos de dominación romana.
Los ushebtis recuperados en el enterramiento saíta. Misión Arqueológica Oxirrinco
Debajo de estos estratos más recientes, los arqueólogos han descubierto dos enterramientos saítas. Uno de ellos, violentado por los saqueadores de tumbas de la Antigüedad, que entraron en el sepulcro rompiendo la bóveda, contenía un sarcófago de piedra antropomorfo femenino, cuya tapa estaba desplazada. En su interior se encontraron gran cantidad de canutillos y cuentas de fayenza (loza vidriada) pertenecientes a la malla funeraria que cubría a la difunta, en muy mal estado, así como un amuleto de piedra de un reposa-cabeza de excelente calidad.
La segunda sepultura, que permanecía sellada, intacta, ha sido el gran descubrimiento de la intervención. Dentro albergaba otro sarcófago antropomorfo, esta vez masculino, con un individuo momificado y un rico ajuar funerario: los cuatro vasos canopos con las vísceras momificadas, 399 ushebtis —las figuritas que acompañaban a los difuntos en su viaje al más allá—, una jarra de cerámica con restos de vendas, un escarabeo de corazón, numerosos canutillos y cuentas de fayenza pertenecientes a la malla que lo cubría y diversos amuletos (udyats, una figura del dios Horus, tallos de papiro o varias dobles plumas).
Imagen del sarcófago abierto por los ladrones antiguos. Misión Arqueológica Oxirrinco
«Esta tumba nos permite dar un paso adelante en el conocimiento de los rituales funerarios de esta época», destaca Maite Mascort al otro lado del teléfono, recién aterrizada de Egipto. «Es individual y más pequeña respecto a las otras que habíamos encontrado, que son grandes tumbas monumentales familiares pertenecientes a la élite del momento, como gobernadores de la ciudad y personajes importantes. Pero es interesante para poder estudiar cómo los personajes de menor relevancia también se enterraban con su ajuar funerario».
El equipo de la Universidad de Barcelona-Instituto de Próximo Oriente Antiguo (IPOA) ha estado integrado en esta ocasión por 14 investigadores. No caben más en la casa que construyó la UB cerca del yacimiento, alejado de las zonas turísticas, en 1999, y donde viven durante las campañas de excavación. Los trabajos han sido posibles gracias a la financiación del Ministerio de Cultura y Deporte a través de las ayudas concedidas a las excavaciones arqueológicas en el exterior que se gestionan a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), la Fundación Palarq y la Sociedad Catalana de Egiptología. También han colaborado especialistas del Servicio de Antigüedades egipcio y de la Universidad de El Cairo.
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