Desconvocan la huelga de basuras en Barcelona
SUBIDAS DEL IPC
En la reunión han acordado incrementar un 0,6% del salario acorde a la subida del IPC para el año 2019, un 0,0% para el año 2020 y para el año 2021 un 6,0%.
Además, han negociado un adelanto del 2,5% para el 2022 con un tope de negociación de hasta el 4%.
Según el sindicato, es una muy buena noticia porque "han conseguido aumentar en un 6,6% el poder adquisitivo de los últimos 3 años".
MEJORAS SALARIALES Y LABORALES
Los "trabajadores invisibles", como ellos mismos se denominan, iban a protagonizar una huelga con la intención de descongelar sus salarios –que no se han movido desde 2018– y conseguir más mejoras labores.
El objetivo era aparcar sus camiones y colgar los uniformes para hacerse "ver y escuchar" ante las cuatro empresas que prestan servicio: Cespa, Urbaser, CDL Sorigué y FCC Medio Ambiente.
LOS SINDICATOS CARGAN CONTRA EL AYUNTAMIENTO
Carlos del Barrio, secretario de Acción Sindical de la Federación de Hàbitat de CCOO de Cataluña, aseguró a Metrópoli que consideraba la huelga como "un escenario poco placentero". El representante de los trabajadores de Comisiones Obreras explicó a este digital que se decidió llegar a ese punto por la "dejación de las empresas". "No veíamos otro remedio", aseguró.
Además, el sindicalista del segundo sindicato mayoritario del servicio cargó contra las declaraciones municipales de Badia y Sanz: "El Ayuntamiento intenta limitar un derecho fundamental que es el de la huelga. Recomendaríamos a este consistorio que no haga declaraciones en contra del conjunto de los trabajadores".
Por su parte, Hugo Coll, delegado sindical de CGT en FCC Medio Ambiente, pronosticó un escenario caótico si se llegaba a producir la huelga: "Barcelona es una ciudad con un volumen de basura muy grande. Por eso mismo podría haberse producido un caos bastante grande. Podría haber llegado al punto de que se cortasen calles".
HECHO INÉDITO
La huelga hubiese sido un hecho inédito en los últimos 40 años. En 1981, un parón del servicio llenó las calles de la Ciudad Condal con toneladas de porquería. La situación era crítica: no se había recogido la basura en un 45% de los barrios y la salubridad de los vecinos estaba en jaque. No solo la salud de los barceloneses hizo tambalear a la ciudad, sino que los destrozos por los piquetes fueron notorios: esparcieron la basura por toda la urbe y quemaron los contenedores.
El alcalde Narcís Serra, presionado y con miedo a perder popularidad, cogió al toro por los cuernos firmando un decreto de emergencia "grave". El Ayuntamiento incautó los camiones y el material de FOCSA y puso a las brigadas municipales de obras públicas y de Parques y Jardines a limpiar las calles. Finalmente se llegó a un acuerdo entre la compañía y el comité de empresa con el que los empleados lograron un salarial del 14% y tres días más de fiestas para los basureros. aumento
Algunos meses más tarde, la capital catalana vivió otra huelga de limpieza a causa de la falta de entendimiento entre trabajadores y una de las empresas concesionarias. El consistorio, que había aprendido de sus errores, diseñó un plan de actuación en el que pidió a los ciudadanos que sacasen los mínimos residuos posibles y guardaran el vidrio, el cartón y el plástico. A diferencia del equipo de gobierno de Ada Colau, Serra arrimó el hombro habilitando puntos para depositar las bolsas de basura.
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