viernes, 29 de abril de 2022

Jomsvikings, los legendarios mercenarios vikingos que formaban una hermandad militar

 

Jomsvikings, los legendarios mercenarios vikingos que formaban una hermandad militar





La Brujula Verde  ........    Por Jorge Álvarez


Dentro de esa realidad a medio camino entre la Historia y la leyenda que nos cuentan las sagas vikingas, el mundo de los guerreros ocupa un lugar especial. Es cierto que a estas alturas ya sabemos que esos pueblos no se pasaban la vida de saqueo en saqueo sino que tales acciones correspondían a un mero complemento de su economía, fundamentalmente comercial pero también agraria, siendo sus famosas incursiones algo de carácter estacional, sin demasiadas diferencias con las que hacían en casi toda la Europa medieval tanto cristianos como paganos. Pero también lo es que, como en los cantares de gesta y otros relatos épicos, las sagas centran su atención en esa faceta bélica, y una de las más interesantes en ese sentido es la llamada Jomsvikinga.

El título viene de combinar el término vikingo (cuya etimología es polémica pero parece aludir a las citadas expediciones, a los asentamientos donde habitaban los nórdicos o a su entorno geográfico) con el nombre propio Jomsborg, una fortaleza que estaría situada en el Mar Báltico y en la que habitaba una hermandad de mercenarios vikingos a los que, consecuentemente, se conoció como jomsvikings. El lugar aparece citado en varios lausavísur (poemas escáldicos) y en la citada saga, pero también en la de Olaf Tryggvason (rey de Noruega a finales del siglo X que se crió en Rusia e intentó difundir el cristianismo en su país) y en el Libro de Flatey (Codex Flateyensis o Flateyjarbók), un manuscrito islandés del siglo XIV con añadidos posteriores.



Tampoco podía faltar en la indispensable Gesta Danorum, de Saxo Gramático, que llama Julinum a ese enigmático enclave explicando que su conquistador, el rey danés Harald Blåtand, se lo cedió luego al príncipe sueco Styrbjörn el Fuerte. La saga Knýtlinga (una crónica de los monarcas daneses escrita en el siglo XIII), refrenda esa visión, al igual que la Styrbjarnar þáttr Svíakappa y la Eyrbyggja. En cambio, la saga Jomsvikinga atribuye su fundación a Palnatoke, tras recibir la tierra del soberano Vendo Burislav. Vendo era el nombre que daban los germanos a los eslavos del norte, especialmente a los sorbios, y Burislav, al que algunos identifican con el polaco Boleslao I, fue su monarca entre los años 965 y 1025 d.C.

En cuanto a Palnatoke, era como se conocía popularmente a Tord Palnason, un héroe danés, caudillo de la isla de Fyn, que convenció al príncipe Svend de Dinamarca para alzarse en armas contra su padre, el mencionado Harald Blåtand, en defensa de la religión ancestral. Claro que Palnatoke tenía sus propios motivos para odiar al monarca, pues éste, según cuenta el historiador Saxo Gramático, le obligó a disparar una flecha contra una manzana colocada en la cabeza de su hijo mientras el niño tenía que correr una ladera abajo; a más de uno le sonará esta historia por la versión suiza, la de Guillermo Tell, pues se trata de un episodio clásico que se repite en las leyendas de las regiones de cultura germánica.


Como siempre, se hace muy difícil diferenciar lo verdadero de lo fantástico, máxime teniendo en cuenta que todas las fuentes son posteriores -salvo las tres piedras rúnicas de Högby, Hällestad y Sjörup- y no se han podido encontrar pruebas materiales de la existencia de Jomsborg ni su localización exacta, más allá de deducir que estaba en lo que hoy es Pomerania. Pero la idea de una hermandad guerrera cuyos miembros se guiaban por un código, tal cual harían las órdenes militares en otras latitudes del continente poco después, es muy atractiva.

Más aún, no se trató de un caso único y cabe recordar a los bersekers, los guerreros que combatían en una especie de furibundo trance (si es que existieron realmente), o a los huscarles, los soldados profesionales que formaban las guardias reales. Así, muchos vikingos se agrupaban en las genéricamente llamadas vinkinge-lag, cada una con su normativa y que al llegar el verano (final de la temporada agraria) ofrecían sus servicios a los jarls para reforzar las expediciones que planeasen.




Ahora bien, las interpretaciones sobre Jomsborg en concreto varían bastante y hay quien cree que en realidad no se trataría más que de una parte del ejército danés integrada por vendos, que en aquellos tiempos tuvieron gran protagonismo. Frente a la saga Jomsvikinga, que considera vikingos a todos los jomsvikings, la Styrbjarnar þáttr Svíakappa insiste en esa composición mixta al contar que entre aquellos hombres había muchos procedentes del Este. El propio Harald Blåtand se casó con una princesa venda, enseñando al pueblo de ésta los secretos vikingos de la navegación que les permitieron realizar ataques a sitios como Hamburgo, Brandeburgo y Holstein.

Por esa multiplicidad étnica, aunque la hermandad fuera pagana y mantuviera el culto a los dos grandes dioses de la mitología escandinava, Odín y Thor, podría admitir jomsvikings de otros credos. Siendo mercenarios, lo primero era el negocio y por ello no tuvieron problema en ponerse al servicio incluso de señores cristianos; tampoco en eso guardaban diferencias respecto a casos habituales en otros rincones europeos, como por ejemplo la hueste del Cid, que fue contratada por Al-Muqtadir, rey de la taifa de Zaragoza.



Y eso que según la saga Jomsvikinga el proceso de selección de candidatos era minucioso, exigiéndose tener entre dieciocho y cincuenta años (únicamente un niño de doce años llamado Vagn Åkesson, nieto de Palnatoke, rompió ese esquema al derrotar al veterano Sigvaldi Strut-Haraldsson), ser de valentía probada y someterse a un holmgang, es decir, un duelo (en este caso de carácter iniciático), con un jomsviking. Por cierto, la saga dice que el episodio de la manzana de Palnatoke con su hijo era precisamente una prueba de ingreso.

Una vez admitido, el novato debía jurar el mencionado código, que incluía preceptos típicos: no pelear con los demás hermanos ni física ni oralmente (un superior mediaba en las discusiones), defenderlos y vengar su muerte, no mostrar miedo en combate, retirarse sólo ante un enemigo superior, repartir los botines entre todos, no dejarse caer prisionero, no ausentarse más de tres días de la fortaleza sin autorización, no tener familiares viviendo en ella (se ignora si podía tenerlos fuera) y sufrir expulsión por la ruptura de alguna de estas normas.

Insistiendo en la fortaleza, su base de operaciones, hay quien apunta a que estaba en la colina de Silberberg de la isla de Wolin, un pedazo de tierra de doscientos sesenta y cinco kilómetros cuadrados situada en la costa polaca del Báltico y en la que también se ha ubicado la legendaria ciudad de Vineta, un centro comercial eslavo que según la tradición se hundió en las aguas al rechazar el cristianismo pero que, si existió, probablemente fue destruido por una incursión vikinga en el siglo XII. Como tampoco hay registro arqueológico de Vineta, los defensores de su existencia la identifican con la misma Jomsborg, que habría sido construida encima. Según algunas narraciones, en su etapa de esplendor Jomsborg tenía capacidad para entre treinta y trescientos barcos en su puerto; si tomamos como más fiable la cantidad pequeña, ello significaría un número de guerreros que oscilaría entre novecientos y dos mil.

Las correrías de los jomsvikings se desarrollaron a lo largo de los siglos X y XI, con intervenciones en las guerras que enfrentaron a Noruega y Suecia por disputas dinásticas entre los años 984 y 986. Ahora bien, tras la edad dorada vivida en las épocas de Palnatoke, Styrbjörn el Fuerte, Svend I de Dinamarca, Sigvaldi Strut-Haraldsson y Thorkell el Alto, las cosas cambiaron. Se decía que la penetración del cristianismo habría debilitado a la hermandad, lo cual es inexacto porque, como dijimos antes, Harald Blåtand se había convertido ya en el año 965.




Pero la idea que prevaleció fue ésa, veremos a continuación. Los jomsvikings sufrieron graves derrotas en las batallas de Fýrisvellir y Hjörungavágr. En la primera, fechada hacia el año 984 o 985, Styrbjörn el Fuerte cayó ante su tío Eric el Victorioso al intentar arrebatarle la corona; según la tradición, el segundo se benefició de un pacto ad hoc que firmó con Odín. En la otra contienda, un año o dos después, los jomsvikings fueron vencidos por Håkon Sigurdsson de Noruega y fue su final, si bien tuvieron el canto del cisne en un último combate, el de Svolder, en el año 1000, bajo el mandato del jarl Sigvaldi Strut-Haraldsson, cuando dejaron solo a Olaf de Noruega provocando el desastre de su flota, presuntamente por su cristianismo.

Los supervivientes aún tuvieron fuerza y moral para realizar expediciones por Inglaterra, Normandía y otros territorios norteños a principios de ese siglo XI, pasando a constituir posiblemente la base del Tinglith, la guardia personal de Canuto el Grande. Sin embargo, en el 1043, el rey noruego Magnus I decidió acabar con ellos definitivamente y atacó Jomsborg, saqueando la ciudad, demoliendo la fortaleza hasta no dejar rastro y ejecutando a los supervivientes. Quizá él tenga la culpa de las dudas que nos asaltan ahora sobre el tema.















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