Las ‘campanas del inframundo’, las extrañas estalactitas que crecen bajo el agua en México
en las profundidades del cenote El Zapote, un sumidero de 50 metros de profundidad lleno de agua en Quintana Roo, México, en la península de Yucatán, las estalactitas adoptan una forma diferente. En lugar de la habitual forma alargada y puntiaguda que cuelga del techo de las cuevas, las estalactitas de El Zapote son cónicas y huecas, pareciendo campanas o pantallas de lámpara. Los buceadores las llaman Campanas del Inframundo, por la canción del grupo australiano de hard rock AC/DC Hells Bells.
Las campanas del inframundo se encuentran aproximadamente a medio camino del descenso de la caverna, que tiene forma de reloj de arena. Se encuentran en una estrecha franja de unos seis metros de ancho, pero dentro de esta zona cubren casi toda la superficie de la cueva.
Los depósitos de carbonatos, y por tanto el crecimiento de los espeleotemas en las cuevas, suelen producirse cuando la evaporación o el dióxido de carbono que escapa del agua provocan la saturación de la calcita, que luego precipita y forma los depósitos.
También se sabe que los depósitos de carbonato subacuáticos se forman mediante procesos biológicos y físico-químicos, y es posible que las campanas parezcan pertenecer a este tipo subacuático, ya que hay pocas pruebas de exposición al aire en ellas, y los niveles de agua de la cueva parecen haber superado siempre las profundidades a las que se desarrollaron.
Los sistemas de cuevas de Yucatán están inundados por agua salada del mar que se filtra desde el fondo, así como por agua dulce subterránea procedente de las precipitaciones que se acumulan en la parte superior. Estas dos capas no se mezclan y están separadas por una capa parcialmente mezclada llamada haloclina.
Las campanas se encuentran en el margen entre la haloclina y la capa de agua dulce de arriba. Los investigadores han descubierto que el contenido de oxígeno en la capa de la haloclina es casi nulo, mientras que la capa de agua dulce contiene oxígeno.
El profesor Dr. Wolfgang Stinnesbeck, del Instituto de Geociencias de la Universidad de Heidelberg, cuyo equipo exploró este fantástico submundo y publicó un artículo al respecto, cree que el crecimiento de estas estructuras está regulado por condiciones físicas y biogeoquímicas específicas por encima y en la haloclina.
Las campanas son muy antiguas. La datación radiométrica indica que empezaron a crecer hace unos 5.000 años y el proceso continúa hasta hoy: las campanas de El Zapote representan un ecosistema enigmático que proporciona las condiciones para la formación de los mayores espeleotemas submarinos del mundo, concluye Stinnesbeck, son morfológicamente únicas y pueden haberse producido bajo la mediación hidroquímica de colonias de microbios poliespecíficos que todavía parecen estar activos en la actualidad.
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