Noelia Carceller ......... Cronica Global
Muchos residentes de Rocafonda han tenido que "huir" porque "se ha convertido en un lugar inseguro donde no gusta vivir"; los robos, los trapicheos y las peleas son el pan de cada día
El Raval de Mataró. Así se conoce al barrio de Rocafonda, uno de los más conflictivos de la ciudad y que, hoy por hoy, está arrasado por la delincuencia y las okupaciones. El día a día de sus vecinos es un “infierno”, aseguran en declaraciones a Crónica Global, pues dicen que salen “con miedo” a la calle a cualquier hora del día. Los robos, los trapicheos y las peleas son el pan de cada día en esta zona “cada vez más deteriorada”.
Según explican, algunos vecinos “que han vivido toda la vida” en el barrio han optado por irse a otros menos conflictivos. “Mucha gente ha tenido que huir o malvender sus pisos porque se está convirtiendo en un lugar inseguro donde no gusta vivir”, manifiesta uno de sus residentes.
Los vecinos huyen del barrio
No hay día que los vecinos de Rocafonda no presencien un suceso desagradable. Muchos de ellos, protagonizadas por los propios okupas que se disputan un local para allanar. El último ocurrió hace unos días en la carretera de Mata, cuando un grupo de siete u ocho individuos propició una pelea a pedradas por un local que pertenecía a una antigua oficina bancaria. Y ello ocurrió a plena luz del día: a las tres de la tarde.
Pero no es la primera vez, advierte el mismo vecino, que presenció “cómo un coche frenó en medio de la calle y sacó un machete para pelearse con otra persona”. Estos hechos, que no son aislados, explican por qué los menores del barrio “no se atreven a salir solos”, ni de día ni de noche. Así lo corrobora otro residente: “Nuestros hijos van al colegio y les roban continuamente. Cuando no es el móvil es otra cosa”, agrega.
Los propietarios de los comercios también están al límite. Es el caso del dueño de una tienda de sofás, que lamenta que, “hace unos días, le forzaron la cerradura para robarle” y, en otras ocasiones, le han roto los cristales. “Hay una falta de seguridad increíble”, expresa.
La misma inseguridad la ha vivido la policía, cuyos agentes tuvieron que recular ante el lanzamiento de objetos. Este episodio tuvo lugar en abril de 2022, cuando un policía local pidió al conductor de un coche aparcado en doble fila en la calle Picasso que retirase el vehículo, ya que obstaculizaba el tráfico. Lejos de hacerlo, el piloto respondió de forma agresiva y el agente se vio obligado a pedir refuerzo con patrullas. A su llegada, decenas de personas atacaron a los policías lanzándoles botellas y hasta un casco de moto.
Una zona habituada a las okupaciones
Las okupaciones en Rocafonda “se han normalizado”. Según un portavoz de la plataforma Patrulla Vecinal --que lucha contra la delincuencia dando voz a los vecinos a través de las redes sociales--, los allanadores pasan desapercibidos en el barrio porque los residentes “de toda la vida” callan “por miedo”. “En un bloque con un total de 20 pisos, 15 de ellos son okupas. Los otros cinco se callan porque, quien no lo tiene arriba, lo tiene abajo”, lamenta.
Eso explica que los vecinos de Rocafonda no estén tan movilizados como lo están en otros barrios donde las okupaciones son menos habituales. Por ejemplo, Vista Alegre. Sus residentes llevaban tiempo dando la voz de alarma ante un incremento de la delincuencia y, cansados de los graves problemas de inseguridad, dijeron basta y se organizaron para impedir usurpaciones. La última ocurrió el pasado enero, cuando se concentraron delante de la vivienda para dejarles claro a los allanadores que no eran bienvenidos. Acabaron marchándose.
El ayuntamiento ve una tendencia a la baja
La situación que se vive en Rocafonda es “insostenible”, aseguran los vecinos, que reclaman a los responsables políticos que se pongan las pilas contra las okupaciones. Mientras tanto, el Ayuntamiento de Mataró ha certificado “la tendencia a la baja” en el segundo semestre de 2022. Según los datos del consistorio de febrero de 2023, durante el año pasado se frustraron un total de 192 usurpaciones de inmuebles “gracias a la colaboración de la ciudadanía y a las denuncias”.
“Mataró inició la lucha contra las okupaciones en 2016 y desde entonces se ha ido trabajando a nivel político y técnico para encontrar soluciones a este problema que genera inseguridad y rompe la convivencia en la ciudad”, expresan en un comunicado. Unas medidas que, para estos vecinos, no son suficientes y que sin duda marcarán la campaña para las elecciones municipales del 28 de mayo.
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