miércoles, 16 de agosto de 2023

Nadie reclama el 'oro tecnológico' de la mayor mina submarina del mundo

 ABC

Teóricamente, desde julio empresas y países pueden pedir explotar el lecho oceánico internacional, pero ninguno da el paso. La ONU no permitirá este año la minería submarina por la falta de normas, pero el futuro es incierto


A unos 4.000 metros de profundidad, en el Pacífico oriental cerca de Hawái, aguarda el posible futuro tecnológico del mundo. La zona Clarion-Clipperton es rica en cobalto, níquel, cobre y manganeso, necesarios para la fabricación de móviles, baterías y placas solares. Hacia allí partió el año pasado el buque Hidden Gem, que hizo la primera prueba extractiva de minería submarina permitida en aguas internacionales. Reunió 4.500 toneladas de materiales, todo un éxito. The Metals Company (TMC), la compañía canadiense detrás de la operación y la más avanzada en este campo, ejecutó la prueba en previsión a que este julio se abriera la veda a la minería en aguas profundas. Pero el escenario no es el que esperaba. Aguardará al menos otro año más.

Las conversaciones para regular cómo se explota el océano profundo en aguas internacionales llevan años estancadas en los órganos de la ONU. En 2021, tras ocho años sin avances, la república más pequeña del mundo, Nauru, una isla de la Micronesia, lo cambió todo. El estado insular activó un mecanismo legal que instaba a la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (conocida como ISA, por sus siglas en inglés) a aprobar las regulaciones mineras en dos años, o se podrían requerir licencias extractivas sin protecciones ambientales. Detrás del interés en activar esta cláusula estaba el hecho de que Nauru iba a patrocinar la petición de TMC para minar la zona de mayor interés comercial estudiada hasta ahora, la de Clarion-Clipperton.

El procedimiento aceleró las negociaciones, pero reunión tras reunión de la ISA -incluida la última del mes de julio-, todas han concluido sin un reglamento. La comunidad internacional ha agotado su fecha límite y, teóricamente, hoy cualquier país miembro podría pedir un permiso para extraer los preciados materiales del fondo marino. Ninguno lo ha hecho, confirma a ABC la ISA.

Las preocupaciones sobre el impacto ambiental de una actividad nueva en una área que apenas se conoce han ido 'in crescendo'. Tanto, que el organismo dependiente de la ONU prácticamente descartó en julio aprobar solicitudes de forma inmediata.

«Este año la ISA no concederá ninguna licencia, pero el año que viene lo volverán a valorar porque el vacío legal sigue aún», explica Marta Martín-Borregón, portavoz de Greenpeace. La decisión «demuestra la creciente resistencia mundial a la minería en aguas profundas», valora Emma Wilson, de Deep Sea Conservation Coalition (DSCC), una coalición de asociaciones medioambientales que ha seguido las negociaciones. «Los datos que tenemos indican que la minería submarina provocará un daño significativo al medio ambiente marino y que el daño será generalizado e irreversible», asegura.

Moratoria

Hace un año, cuenta, ni un solo país había pedido una moratoria para frenar el proceso. Ahora hay 22. Estas naciones, entre ellas España, piden una pausa antes de aprobar las reglas del juego. La ciencia tiene mucho que averiguar sobre unos ecosistemas que han estado hasta hace muy poco fuera del alcance humano. «Solo hay un puñado de países que parecen decididos a adoptar un código minero y comenzar la minería en aguas profundas lo antes posible, como sea posible», dice Wilson. En este bloque, China o Japón.

Esparcidos por la arena en forma de nódulos polimetálicos que hacen parecer el lecho marino un campo de patatas, solo la zona de Clarion-Clipperton contiene más níquel, manganeso y cobalto que todos los recursos terrestres juntos. Entre los tesoros que esconden las profundidades marinas también hay oro, plata, zinc, litio, paladio, estaño o platino, 'tierras raras' y elementos como el rutenio, el wolframio, el bismuto o el telurio.

En aguas internacionales, la ISA solo ha concedido licencias para investigar fondos marinos. Hay 31 arrendamientos de exploración para nódulos polimetálicos, sulfuros masivos y costras de ferromanganeso ricas en cobalto, que cubren más de un millón de kilómetros cuadrados del fondo marino internacional. Pero países como Japón llevan más de 15 años explorando sus propias aguas territoriales -por lo que no necesitan un permiso internacional-.

Un año de margen

La ISA ha dado un año más para cerrar las normas de la minería submarina, pero grupos ecologistas, científicos y algunos países no están de acuerdo. «Se desarrolla un código de minería para ponerlo en práctica. No se guardará en un cajón y acumulará polvo; abrirá las puertas a la minería submarina a pesar de los riesgos», dice Wilson. También es pronto para saber si la moratoria puede salir adelante. Este año la ISA no ha permitido que la propuesta se vote en su asamblea, aunque se valorará hablar del tema en la próxima.

Ante este escenario, TMC ha renunciado a solicitar en 2023 una licencia para comenzar la minería en el Pacífico. Lo hará en 2024. «Suponiendo un proceso de revisión de un año, [la empresa subsidiaria] Nauru Ocean Resources Inc. espera estar en producción en el cuarto trimestre de 2025», dijo hace unos días en un comunicado.

«Es una forma de presionar, pero no implica que se vaya a poder aprobar», contrapone Martín-Borregón.

Lo que sí ha dejado claro TMC es que este año volverá a Clarion-Clipperton con el buque Hidden Gem. El objetivo: probar un sistema que les permita extraer un 130% más de 'oro tecnológico'. En caso de que se pueda.


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