viernes, 16 de agosto de 2024

"Hartos de que ocupen nuestras playas": boicots y 'dontag' para luchar contra la masificación en la costa mediterránea

 20Minutos


Movimiento de ocupación de Caló Es Moró (Mallorca) por la asociación Mallorca Platja Tour.

Lucía, mallorquina de nacimiento, lleva tres años sin pisar su cala favorita de la isla. El paseo de media hora hasta allí era su momento de desconexión. De hecho, confiesa a 20minutos que al lugar solo llevaba a gente muy especial, "como un regalo para quien quieres mucho". En 2021, tras la retirada de las restricciones de la pandemia, quiso retomar su ritual una tarde de julio, pero una cola de más de una hora para bajar hasta la arena se lo impidió. Desde entonces, no ha vuelto. El hartazgo e impotencia que siente Lucía es compartido por una gran cantidad de naturales de la costa mediterránea y Baleares, sentimientos dinamitados por el auge de los influencers de viajes.

Estos creadores de contenido, que publicitan sitios remotos o paradisíacos en redes sociales, son valorados por Lucía como un problema: "Los lugares dejan de ser secretos o especiales para convertirse en reclamos turísticos y pierden su encanto". Uno de ellos es el Caló Es Moro, una pequeña playa turquesa cuya ubicación no está señalizada y a donde, hasta hace unos años, solo se podía llegar gracias a indicaciones de vecinos, pero que en la actualidad ve pasar por su arena a más de 4000 personas al día. "Si vas, no verás a nadie de Mallorca, te lo aseguro", explica la mallorquina. Este verano, tras un generalizado "basta ya", varios vecinos de las islas y de la costa valenciana se han organizado para intentar frenar por sus propios medios esta masificación y "recuperar" lo que consideran suyo.

Una de las iniciativas más extendidas en redes sociales es el dontag o no etiquetación, movimiento abanderado por el famoso verso de Bad Bunny: "Si subo el location ya no es un secret spot". Este movimiento consiste en no publicar las localizaciones exactas de playas y calas al viajar, incluso aunque conocidos te pregunten por ellas, para evitar el poderoso efecto llamada de Instagram y Tiktok. De hecho, varios influencers, como Laura Escanes, que veranea en Menorca y nunca comparte sus spots, o Sareur, que, tras varios días en la isla balear aseguró entender perfectamente por qué los baleares quieren preservar sus "lugares especiales", se han sumado al movimiento.

Carteles falsos que alertan sobre "peligros graves"

Hablando en términos de cifras, hasta junio de 2024, 2.196.390 turistas internacionales han llegado a las Baleares, según Epdata. Los habitantes de la costa como Lucía ven en ellos el "principal problema" de la degradación de sus islas. Ante esta situación, otro de los movimientos que ha aumentado su presencia este verano 2024 son los carteles falsos colocados en las entradas de calas o playas. Estos pósteres advierten en inglés de "graves peligros" como desprendimientos, fuertes corrientes o medusas "peligrosas", pero los activistas especifican debajo en catalán, valenciano o castellano que es mentira, con el objetivo de que solo los locales accedan a estos lugares.

Ejemplos de los carteles que los locales colocan en la entrada de playas y calas (en blanco la traducción del inglés y en rojo la traducción del catalán).
Ejemplos de los carteles que los locales colocan en la entrada de playas y calas (en blanco la traducción del inglés y en rojo la traducción del catalán).

Una de las asociaciones que está actuando con más fuerza este verano es Mallorca Platja Tour. Comenzó a formarse a principios de junio y, a mitad de mes, consiguió reunir a 300 personas para ocupar con sombrillas, toallas y carteles el Caló des Moro al grito de SOS Residents. La organización pide que las autoridades tomen medidas radicales como tasas turísticas elevadas, restricciones de acceso o el freno a los alojamientos turísticos, para poder volver a vivir con normalidad y disfrutar de su lugar de origen. Además del impacto medioambiental que supone para la isla, también denuncian que les afecta, tanto en el precio y acceso a la vivienda, como en el desarrollo de sus negocios.

Comentarios "negativos" en masa

Así lo confirma también Lidia Suller, vecina de 25 años natural de la localidad valenciana de Jávea y activista por la preservación medioambiental de la Comunidad Valenciana. La joven participa desde el 2021 en todo lo que puede: manifestaciones en contra de la masificación y campañas por redes sociales. Sin embargo, confiesa que empezó mucho antes, pero que ahora ya no hace esfuerzos "inútiles". "El problema no es simplemente de los turistas, es que el modelo económico de la costa mediterránea gira en torno al turismo. Vivimos de lo que nos mata", asegura. 

Por esto mismo, desde 2021, Lidia se centra en abordar desafíos locales y buscar soluciones inmediatas a través de su colaboración con asociaciones como la Asociación Valenciana de Educadores Ambientales y los Amigos de la Tierra. Lidia combina la asistencia a las manifestaciones para presionar a los "de arriba", quienes cree que son los que deben solucionar los problemas económicos estructurales, pero en su día a día se enfoca en campañas de boicot y protesta individuales.

La valenciana culpa a las redes sociales de la creciente mediatización de los lugares "mágicos" de la Costa Blanca en los últimos años. Por eso emplea una estrategia particular: comentar en los vídeos de recomendaciones de calas y playas inventando historias sobre peligros naturales o contaminación para disuadir a los turistas de añadir estos lugares a sus cronogramas de viaje. "Hay veces que pienso que ya está todo perdido, que nunca podré disfrutar como lo hacían mis padres. Sin embargo, cuando paso una tarde en una playa aún no masificada, siento que mi tierra me pide que siga peleando". 

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