Metropoli
La callejuela se ha convertido en el centro neurálgico desde el que opera un grupo de jóvenes ladrones que atemoriza a vecinos y comercios cercanos
Pánico vecinal en las inmediaciones del mercado de la Abaceria, en el barrio del Camp d'en Grassot i Gràcia Nova. Habitantes de calles como Còrsega, Roger de Flor, Indústria y el paseo de Sant Joan, entre otras, sufren las consecuencias directas de la presencia de un narcopiso okupado por alrededor de una quincena de jóvenes, quienes han sembrado el terror entre vecinos y comerciantes a base de robos, amenazas, trapicheos e incluso peleas con armas blancas y contundentes.
El número 21 del pasaje d'Alió lleva años okupado, aunque los inquilinos han ido cambiando. "Antes vivía aquí una familia gitana que nunca dio ningún problema y tenía buena relación con todos", relata un vecino. Sin embargo, desde hace unos meses, y con la entrada de un nuevo grupo de jóvenes, la zona ha sufrido una degradación alarmante, aseguran.
Ruido, suciedad y peleas
Concentrados sobre todo en los bajos del inmueble, casi todas las noches hay fiestas hasta altas horas que suelen terminar en gritos y peleas, algo que confirman fuentes policiales a Metrópoli. Cada mañana, la suciedad se amontona en los alrededores del edificio para molestia de los vecinos de fincas aledañas.
Durante el día la situación no mejora. Tras levantarse, comienzan los robos en gran parte de los negocios cercanos, tanto en los comercios como a los clientes. Las cámaras de seguridad del cercano mercado de la Abaceria los ha captado muchas veces intentando llevarse bolsos, carteras o teléfonos, tanto en los alrededores como en el interior del mercado e incluso en las mismas furgonetas que se usan para el reparto, explica a este medio un comerciante.
Armados
Van armados, sobre todo con cuchillos, que utilizan en las peleas entre ellos mismos, pero también cuando se dispersan entre el mercado y la parte alta del paseo de Sant Joan hasta altas horas de la noche "intentando pillar a cualquier desprevenido". Ante cualquier recriminación, "responden con la chulería e indiferencia del que no tiene nada que perder", menciona un trabajador de un negocio de la zona.
"A la mayoría los conocemos, pero siempre hay caras nuevas. Últimamente, se ha visto a un grupo de chicas jóvenes con ellos e incluso a un par de niños de, aparentemente, 10 o 12 años", explican a este digital. "Hay dos miembros del grupo que se nota que son los líderes y la mayoría acata las órdenes. Se dedican al trapicheo de drogas, pero también a la venta de productos robados", una actividad que llevan a cabo en la esquina con la calle de Indústria, detallan.
Trapicheo
Las agresiones a vecinos no son habituales pero, cuando entraron, todavía había inquilinos viviendo en el edificio. "A una señora de las plantas superiores le dieron una paliza para que se fuera. Ahora ese piso se usa para el trapicheo", menciona un comerciante.
Pero ella no es la única que se fue. "Hay familias que están dejando sus pisos en calles aledañas, padres preocupados por la seguridad de sus hijos y hartos de no poder dormir, de caminar entre la basura cada mañana o de que les puedan hacer cualquier cosa", lamentan.
Edificio sin propietario
Se trata de un piso que, según las fuentes consultadas, carece hoy en día de propiedad --el antiguo propietario murió y todavía no se ha designado heredero--, por lo que no hay nadie a quien se le pueda reclamar algún tipo de acción para echar a estos inquilinos que "viven con la luz y el agua pinchados y en condiciones totalmente insalubres". Esta situación se agrava más porque cerca hay una escuela infantil.
Por el momento se ha puesto el caso en conocimiento de la Fiscalía, así como también en manos del Ayuntamiento de Barcelona, de la Generalitat, de Guardia Urbana y Mossos d'Esquadra. Los cuerpos policiales, de hecho, acuden recurrentemente a la zona --en ocasiones acompañando a bomberos o a sanitarios del SEM--. Los vecinos han iniciado una recogida de firmas, que se complementa con las denuncias interpuestas por robo y allanamiento de morada en fincas aledañas.
Agradecen la actuación de los cuerpos policiales y entienden que, al no haber todavía una propiedad, no se pueda "actuar a fondo" para expulsarlos, pero avisan: "no vamos a aguantar cinco años así, el ambiente está cada vez más caldeado. Hay gente que ve en peligro la seguridad de sus familias y sus negocios".
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