domingo, 13 de octubre de 2024

Sarna, la enfermedad estigmatizada que no para de crecer en España: "Mis amigas me decían que no me acercara"

 20Minutos


La sarna ha protagonizado un importante repunte en España desde el final del confinamiento.

Primero se le secaron las manos. "Como a la altura del dedo gordo, más o menos". Unas ronchas, unos puntos rojos. "Pica un poco, pero no le das mayor importancia". Después le empezó a picar más. Le salieron "como unas ranuritas muy pequeñitas". Una noche, ya no pudo dormir del picor.

"De primeras, no te percatas de que es sarna, lógicamente", declara Ernesto Grueso, un joven madrileño de 22 años que estuvo cuatro meses sin parar de rascarse a principios de este año. "Al final, la sarna es una enfermedad que antes no se solía dar y se utilizaba casi como un insulto: 'Eres un sarnoso'. No te imaginas que la vayas a tener tú".

Al poco de aquella primera noche sin poder conciliar el sueño, la novia de Ernesto, Marta, empezó a manifestar los mismos síntomas. "Un día, noté que me picaba el cuerpo, pero pensé que era dermatitis o urticaria algo de eso", declara Marta, que tiene también 22 años. "A los dos o tres días me empezó a picar muchísimo el cuerpo. Pero es que es un picor horrible, por las noches no puedes dormir, a lo mejor dormía una hora y ya me estaba levantando porque me picaba el cuerpo, me levantaba con arañazos porque no paraba de rascarme toda la noche, horrible".

Ernesto y Marta son solo dos de los miles de españoles que han contraído la sarna en los últimos cuatro años, después de que los contagios de esta infección provocada por un ácaro microscópico -conocido coloquialmente como barrenillo- empezaran a aumentar inesperadamente después del confinamiento de 2020.

No existen datos oficiales de infecciones dado que, en España, no se considera una enfermedad de declaración obligatoria ante casos aislados, sino que solo deben declararse los brotes epidémicos. En los últimos años se han notificado brotes en un centro penitenciario de Segovia, en un colegio de Bilbao y en residencias de ancianos en Cantabria y la Comunidad de Madrid.

Una buena manera de rastrear el aumento de los casos es la venta de los medicamentos -escabicidas- más habituales para su tratamiento: la permetrina tópica e ivermectina oral. Los productos que contienen ambas moléculas (Ivercare, Ivergalen y Ivermectina Teva contienen ivermectina y Perme-cure y Sarcop contienen permectirina) se han disparado en últimos años. Tras la explosión de ventas que supuso 2022, cuando las ventas de estos fármacos entre septiembre del año anterior y agosto de ese aumentaron un 168,5%. En ese mismo periodo hasta agosto de 2023 subieron un 55,6% y, hasta agosto de este año, se han estabilizado aumentando un 4,4% respecto al mismo mes del año pasado.

Los medicamentos para tratar la sarna multiplicaron sus ventas a finales de 2020 y se han estabilizado este último año.
Los medicamentos para tratar la sarna multiplicaron sus ventas a finales de 2021 y se han estabilizado este último año.

"Múltiples factores podrían estar influyendo en esta tendencia al alza de la enfermedad, incluyendo algunos cambios en costumbres sociales, como el aumento del número de parejas sexuales, el aumento de la población anciana, inmovilizada o inmunosuprimida, y la tolerancia progresiva del ácaro a los escabicidas disponibles", explica Carlos Fernández Moriano, responsable de divulgación científica del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos.

"Después del principal confinamiento, al aumentar el contacto, disminuir las consultas al médico se detectaba menos y se contagiaba a más personas. Hubo un pico de mayor relación o de más contactos y más dificultad de higiene en algunos entornos", explica María Velasco, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc).

"La segunda vez me picaba aún más"

La persona infectada puede pasar semanas sin sentir los primeros síntomas y, por tanto, transmitiendo la enfermedad sin conocimiento y de manera silenciosa. Pasado ese tiempo, empiezan los picores y aparecen surcos en la piel creados por los ácaros para introducir sus huevas.

La transmisión normalmente se produce por contacto directo, repetido y sostenido con la piel de una persona infectada, incluyendo las relaciones sexuales. También puede contagiarse a partir de contacto indirecto mediante objetos contaminados, como la ropa interior o da cama. Si no se lavan a alta temperatura todos los tejidos con los que haya podido entrar en contacto el ácaro, las reinfecciones suelen ser habituales.

Cuando Marta y Ernesto fueron conscientes de que tenían una enfermedad contagiosa acudieron juntos al centro de salud. Ella padecía de urticaria anteriormente, por lo que su médico de cabecera, se decantó por ese diagnóstico y decidió aplicarles una inyección a ambos para esta enfermedad. El tratamiento resultó evidentemente inefectivo y los picores insufribles continuaron.

Marta decidió ir a un médico privado. "Directamente me dijeron: 'Mira, la pomada (permetrina) no te va a hacer nada, te mando las pastillas (ivermectina) directamente y lo quitamos'". El tratamiento funcionó y en pocos días los picores habían remitido justo a tiempo para emprender el viaje vacacional que tenía previsto a Australia. Ernesto, fue a su centro de salud y sí le recetaron la pomada que también pareció dar resultado. Sin embargo, algo salió mal.

"Al principio me eché la crema y, mi teoría, que yo creo que es bastante lógica, es que se cargó la mayoría de la sarna que yo tenía en el cuerpo, pero, no sé, toqué algo, me puse una prenda que a lo mejor había estado en contacto y me reinfecté y desde que te infectas hasta que te vuelve a picar pues pasa a lo mejor dos o tres semanas", explica Ernesto que, a la vuelta de su pareja volvió a hacer vida normal pensando que la sarna era ya solo un mal recuerdo.

"Me puse una prenda que a lo mejor había estado en contacto y me reinfecté y desde que te infectas hasta que te vuelve a picar pues pasa a lo mejor dos o tres semanas"

A los pocos días, tanto él como Marta, estaban otra vez pasando noches en vela rascando rabiosamente todo su cuerpo. "Dije: 'No puede ser, esto no puede estar pasando otra vez'", rememora Marta. "Y, de hecho, la segunda vez me picaba aún más".

Tanto Marta como Ernesto acudieron de nuevo al tratamiento por vía oral, recetado normalmente para los casos más graves, conocidos como sarna noruega, y que se manifiesta generalmente en individuos inmunodeprimidos y/o con otras enfermedades graves simultáneas y origina costras severas muy extendidas, picores significativos y infecciones secundarias.

Sin embargo, no existe un consenso médico sobre la mayor efectividad de la ivermectina oral sobre la permetrina tópica y la ocasional mayor efectividad de aquélla sobre ésta se atribuye a una deficiente aplicación de la crema por parte de los pacientes. 

"Se requiere de un contacto prolongado con la crema y una aplicación correcta sin dejar áreas no tratadas, lo que puede ser complicado para algunas personas", explica Fernández Moriano, del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos. "Además, la crema puede resultar molesta e irritar la piel, produciendo sensación de ardor o quemazón, frecuentemente a los pocos minutos de su aplicación, lo que puede llevar a algunos pacientes a no cumplir de manera precisa la recomendación relativa a su forma de administración".

Vínculo cultural con la suciedad y la pobreza

A pesar de ser una de las enfermedades dermatológicas más extendidas, que afecta a personas de todas las condiciones y clases sociales, la sarna arrastra un fuerte estigma. Históricamente vinculado con la falta de higiene y la pobreza, muchos pacientes sufren la enfermedad en silencio por vergüenza a contarlo más allá de su entorno inmediato.

"Es una enfermedad que se asocia a la pobreza y la suciedad", admite María Velasco, presidenta del Grupo de Estudio de Patología Importada de la Seimc. "Antes, con los piojos también pasaba eso. Ahora, como ya se han democratizado mucho, pues no da tanta vergüenza, pero sería un símil muy bueno. porque son dos parásitos primos hermanos".

El miedo a contar que se padece esta infección podría tener también un impacto en su difusión, generando una espiral de silencio que ralentiza los diagnósticos mientras se propaga silenciosamente la sarna.

"Este estigma puede llevar a una concepción errónea sobre la epidemiología de la enfermedad, de modo que una persona que se auto-perciba como de clase media o alta y mantenga unos hábitos correctos de higiene podría excluir la posibilidad de sufrir este tipo de infestación, o estar en riesgo de contagiarse, retrasando de este modo el diagnóstico y aumentando el riesgo de propagación", declara Fernández Moriano.

Tanto Marta como Ernesto admiten haber sentido ciertos reparos a la hora de contar que padecían sarna. "Que te llamen sarnoso no es plato de buen gusto", admite él, que, no obstante no se contuvo tanto como su novia, que solo lo dijo a su círculo más cercano. Incluso después de haberse librado del parásito, cuando se lo contó a sus amigas íntimas, pudo notar algo del miedo irracional que produce esta enfermedad: "Me decían que no me acercara por si se lo pegaba. Creo que es en parte porque, hasta hace poco, era una cosa bastante rara".

Claudia Martínez, una joven de 27 años de Manresa, Barcelona, se ha vuelto recientemente viral en su cuenta de TikTok (@clamasi) con un vídeo en el que cuenta sus vivencias pasando la sarna y que ha tenido más de 11 millones de visualizaciones. Lejos de ocultar la infección por vergüenza, Claudia ha optado por difundirla al máximo.

"A mí me gusta divulgar contenido. No me da vergüenza... O sea, mucha gente me ha dicho, ¿Cómo lo has subido? Yo no se lo diría a nadie, no sé qué. Y yo no tengo nada de eso. Al contrario, si puede ayudar a alguien porque también he acabado dando consejos y cosas, pues mira, mejor a los otros", explica la catalana, que logró superar la infección en dos semanas a base de disciplina y confinamiento voluntario. Curiosamente, las reacciones de sus seguidores en redes ha sido en ocasiones más comprensiva que las de sus propios amigos.

"Ha pasado lo contrario que pensaba que es que cuando subí los vídeos en redes todos los comentarios son dando ánimos, consejos... tengo cientos de comentarios positivos, que no me lo esperaba porque las redes pueden ser un sitio muy hostil", explica Claudia. "Sin embargo, la semana pasada hice un viaje, porque ya no tengo sarna, y sí que una amiga me comentó que le preocupaba un poco esto de ir de viaje contigo por si aún se lo podía pasar y yo dije: 'Hostia, no me lo esperaba de las amigas'".

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