Los glaciares son masas de hielo acumuladas en zonas elevadas que, en muchas ocasiones, constituyen un destino interesante para los turistas más aventureros. Pero más allá de su espectacular atractivo visual, estas formaciones naturales actúan como recurso hídrico clave: de ellos depende, por ejemplo, la disponibilidad global de agua, o la estabilidad de numerosos ecosistemas.
Es por ello que la comunidad científica siempre los tiene bajo la lupa. Y en este sentido, ahora un nuevo estudio plantea un escenario poco prometedor: investigadores de la ETH de Zúrich y de la Vrije Universiteit Brussel han ofrecido las proyecciones más completas hasta la fecha sobre el deshielo glaciar, revelando que estos se están reduciendo a un ritmo alarmante.
Los resultados se han publicado en la revista The Cryosphere y no incluyen datos de los glaciares de Groenlandia y la Antártida. Eso, sin embargo, no les resta contundencia: "En el escenario más optimista, de bajas emisiones, se espera que los glaciares pierdan entre el 25% y el 29% de su masa para el año 2100", señaló el autor principal Harry Zekollari.
Glaciares, algunos más vulnerables que otros
Así, los resultados revelan que no todos se derretirán al mismo ritmo: esta disminución de su masa variará significativamente según la región. Por ejemplo, mientras que los glaciares ubicados en los Alpes europeos serán muy vulnerables, con una pérdida de volumen de más del 75%, algunos incluso llegando a la desaparición, otros ejemplares en el Ártico, Islandia y Svalbard (Noruega) conservarán gran parte de su hielo hasta 2100, "aunque también se enfrentarán a pérdidas considerables", insisten.
Aunque se trata de la base de datos más completa realizada hasta el momento sobre el futuro de los glaciares, los participantes esperan que tecnologías como la vigilancia por satélite puedan aportar mayor precisión a las proyecciones, con el objetivo de continuar planificando una respuesta a los efectos del cambio climático.
el papel decisivo de las emisiones
Lo que sí es seguro es que el ritmo del derretimiento de glaciares está, y continuará estando, marcado por las emisiones de gases de efecto invernadero. Como hemos avanzado anteriormente, incluso en un escenario optimista la pérdida sería pronunciada y tendría consecuencias en el aumento del nivel del mar y en el deterioro de la biodiversidad.
Pero la verdadera preocupación llega con el contexto de altas emisiones, que, de cumplirse, aumentaría la cifra de pérdida de masa glaciar global entre un 46% y un 54%. Esto, sumado a los datos de las regiones excluidas en el estudio (que sí han sido abordadas de manera específica en otras proyecciones), dibujan un panorama alarmante que solo podrá frenarse con conciencia y acción global.
El estudio en cuestión precisamente contribuye con este primer elemento, y es que ahora más que nunca urge emplear la tecnología y el talento para informar a las instituciones con poder de decisión sobre cómo operar frente a una realidad inminente que nos afectará a todos.
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