El aumento de escenarios cálidos y secos alrededor globo se ha convertido en la 'cerilla' perfecta para propagar el fuego y sus impactos medioambientales. Más información: La "continuidad horizontal" se convierte en el mayor enemigo del incendio de Los Ángeles: así es la nueva realidad climática
Incendios forestales
'Eres como el buen vino, mejoras con los años'. Parece que esta frase del refranero español no solo no se está aplicando a los incendios, sino que están empeorando. Según pasa el tiempo, el fuego es cada vez más severo y libera mayores cantidades de humo nocivo a la atmósfera o, por lo menos, esas han sido las conclusiones de un estudio dirigido por la Universidad de East Anglia (UEA) y publicado en la revista Science.
Mientras que la quema de pastizales de las sabanas tropicales se ha reducido, las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) procedentes de incendios forestales han incrementado un 60% desde 2001. Y, en el caso de los bosques boreales del norte, el impacto medioambiental casi se ha triplicado.
El estudio ha identificado que el aumento es especialmente significativo en las zonas extratropicales, cuya dispersión ascendió a 500 millones de toneladas adicionales por año. Se determinó, además, que estas regiones le han 'robado' el puesto al que era el epicentro de la proyección de CO₂, los bosques tropicales.
Y es que, como ya se mostró en ENCLAVE ODS, de acuerdo con los datos de Copernicus, en 2024 se superó el umbral de 1,5 grados desde la era preindustrial. Esta combinación de tendencias, que han resultado en un rápido calentamiento en las altas latitudes del norte, se están produciendo a un ritmo dos veces más rápido que el promedio mundial.
Emisiones en aumento
A grandes rasgos, lo que el estudio viene a decir es que los incendios forestales no solo han aumentado su extensión en las últimas décadas, sino que también han visto impactos —en negativo— en términos de gravedad.
En concreto, la tasa de combustión de carbono –una medida que se utiliza para evaluar el efecto del fuego en la cantidad de este gas por unidad de área quemada–, ha crecido casi un 50% en los bosques de todo el mundo entre 2001 y 2023.
La pregunta entonces radica en cómo frenar esta tendencia al alza, a lo que el equipo de científicos —provenientes del Reino Unido, los Países Bajos, Estados Unidos, Brasil y España— ha respondido que solo será posible si se abordan las causas principales del cambio climático como, por ejemplo, las emisiones de combustibles fósiles.
Y así lo ha asegurado Matthew Jones, autor principal del estudio y miembro del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático de la UEA: "Para mantener los ecosistemas forestales críticos de la amenaza cada vez mayor de los incendios, debemos mantener a raya el calentamiento global y esto subraya por qué es tan vital avanzar rápidamente hacia las emisiones netas cero".
Amenaza a los bosques
Esta es una doble problemática. Por un lado, los incendios forestales producen emisiones de dióxido de carbono y, al mismo tiempo, eliminan los bosques, que son los encargados de filtrar el CO₂ de la atmósfera y reducen las tasas de calentamiento global.
Pese a que ya se están implementando planes de reforestación y forestación para trabajar en pro del medioambiente, de acuerdo al cumplimiento de los objetivos climáticos internacionales, el éxito de estos planes depende de que el carbono se almacene de forma permanente. Sin embargo, estos sucesos amenazan en su contra.
"Sabemos que los bosques se recuperan mal después de los incendios más graves, por lo que existe un gran interés en cómo el aumento observado en la gravedad influirá en el almacenamiento de carbono durante las próximas décadas", explicaba Jones.
Por ese motivo, añade, el verdadero obstáculo al que se enfrenta el globo es que "los incendios se producen cada vez más donde no queremos que ocurran", es decir, en los bosques. Esto hace que sean, dice Jones, "la mayor amenaza para las personas y para los depósitos vitales de carbono".
Propagación 'sin freno'
Aunque parece que la teoría está clara, en la práctica, hacer frente a esa nueva realidad climática es especialmente complejo. Según un estudio dirigido por la Universidad de Colorado, los incendios de rápido crecimiento fueron responsables de casi el 90% de los daños relacionados con estos sucesos, a pesar de ser "relativamente raros en Estados Unidos entre 2001 y 2023".
Y es que la rápida propagación también afecta a la preparación ante este tipo de acontecimientos porque, como explican en el reporte, las evaluaciones de riesgo no tienen en cuenta la velocidad del fuego.
Escenarios secos y fuertes vientos son algunos de los factores que puede determinar una veloz extensión de las llamas. Ocurrió en el incendio Marshall, que destruyó más de 1.000 casas en el condado de Boulder en 2021, y está ocurriendo de nuevo en los acontecimientos más recientes en Los Ángeles.
De hecho, en las últimas dos décadas del oeste de EEUU se ha identificado un aumento del 250% en los incendios de rápida propagación. Motivo por el que indica Jennifer Balch, profesora asociada de Geografía y autora principal de estudio, "debemos centrarnos en lo que podemos hacer para preparar las comunidades: reforzar las viviendas y elaborar planes de evacuación sólidos".
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