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Venezuela y Eslovenia fueron el año pasado los primeros países del mundo en perder todos sus glaciares en tiempos modernos. Así lo confirmó en noviembre la Iniciativa Internacional sobre Clima y Criósfera (ICCI, por sus siglas en inglés) en un informe presentado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29). El documento indicaba que las masas de hielo se volvieron demasiado pequeñas para ser consideradas glaciares y ahora son simples parches helados. Ante estos hechos surge la pregunta de cómo se ha dado esta situación en naciones con latitudes distintas y de si países como España estarán entre los siguientes en ver morir sus glaciares.
Para el profesor José Antonio Ortega Becerril, geólogo del Departamento de Geología y Geoquímica de la Universidad Autónoma de Madrid, la desaparición de los glaciares en Venezuela y Eslovenia se debe a que estos estaban ubicados en lugares con "condiciones desfavorables para su permanencia". En la Sierra Nevada de Venezuela ha influido su posición geográfica, cercana al Ecuador, donde la incidencia de los rayos solares es más vertical y hace más calor; mientras que en los Alpes Julianos de Eslovenia ha afectado el hecho de que las montañas no son tan elevadas.
"Los siguientes glaciares en desaparecer serán los que están en zonas ecuatoriales. Después de Venezuela seguirán Colombia, Ecuador o México", apunta el experto. De hecho, los investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México afirman que el país podría perder todas sus masas de hielo en 2030. En España los 15 glaciares que quedan en los Pirineos también agonizan y así lo revela un estudio publicado en noviembre en la revista Regional Environmental Change. El texto explica que las pérdidas de hielo desde 1984 han sido enormes y que el estado de los glaciares se ha deteriorado todavía más tras los periodos extremos de calor experimentados en 2022 y 2023.
El futuro de los glaciares españoles
El estudio -liderado por investigadores del Instituto Pirinaico de Ecología- indica que en la actualidad quedan 143,2 hectáreas de hielo repartidas en 15 glaciares ubicados en los Pirineos, mientras que en 2020 había 23 masas de hielo que cubrían un total de 238 hectáreas. También informan que las cumbres tenían poco más de 800 hectáreas de hielo a mediados de la década de los ochenta, lo que significa que el porcentaje de hielo perdido asciende a más del 80%. Además, informan que ocho glaciares -entre ellos el de la Maladeta Occidental- ya no pueden ser considerados como tal porque han perdido las características propias de estas masas.
La desaparición de la totalidad de los glaciares españoles podría llegar después de la pérdida de las masas de hielo tropicales. "Podría ocurrir en dos o tres décadas de seguir el ritmo de aumento de la temperatura actual", indica David Palacios Estremera, catedrático de geografía física de la Universidad Complutense de Madrid especializado en el estudio de la evolución de los glaciares. Ortega coincide con su colega, pero matiza que las predicciones no siempre se cumplen. "Son estimaciones que no valen de mucho porque los procesos se están acelerando y a una velocidad mayor de la esperada", sostiene.
¿Salvar a los glaciares 'in extremis'?
A pesar del destino que le espera a los glaciares, algunos gobiernos han optado por tomar medidas in extremis para intentar salvarlos. En Venezuela, se colocó hace meses un manto textil sobre el glaciar del Pico Humboldt con el fin de frenar su desaparición pero esto solo logró reducir el deshielo en un 35%, según el Ejecutivo. "Se proyecta que perderá su masa total en diciembre de 2025", informó Josué Lorca, ministro de Ecosocialismo (Ambiente) de Venezuela.
Los expertos coinciden en que este tipo de medidas suelen ser habituales, pero que no sirven de mucho. "Son parches que no van a ningún lado, porque a lo mejor consigues mantener el glaciar un tiempo más pero esto no cambia el proceso", indica Ortega. "Las mantas aislantes han suscitado una gran polémica porque en realidad lo que se está haciendo es colocar en alta montaña materiales artificiales que difícilmente se recuperan. Es una contaminación", añade Palacios.
Los riesgos del deshielo
El catedrático de la Complutense explica que el deshielo de los glaciares no es algo nuevo en la historia de la Tierra, que alterna entre períodos fríos y cálidos. "Los glaciares volverán a aparecer, como ya lo hicieron entre los siglos XV y XVII", continúa el experto y recuerda que hace 7.000 años estas masas de hielo desaparecieron por completo de Europa. Sin embargo, sostiene que la desaparición de los glaciares tiene riesgos, los cuales dependen de la forma y la rapidez con la que se produzcan.
"En 1985 el Nevado del Ruiz, en Colombia, tenía un glaciar encima y a partir de una pequeña erupción volcánica se fundió por completo y cubrió de lodo la ciudad de Armero. Murieron 30.000 personas en una noche", explica Palacios. Además, recuerda que en 1970 un terremoto sacudió a la cordillera de los Andes, en Perú, y provocó otra tragedia. "El sismo rompió la barrera natural que tenía un glaciar, que se precipitó al vacío, e hizo desaparecer la ciudad de Huaraz. Allí murieron 15.000 personas", continúa el experto.
El catedrático también explica que al derretirse los glaciares se forman lagos en zonas de alta montaña, los cuales podrían causar avalanchas de lodo si ocurriera un terremoto. "En el Himalaya o en los Alpes se drenan estas lagunas para prevenir estos desastres que tienen una capacidad destructiva enorme", indica Palacios. Por su parte, Ortega recuerda que con el aumento de las temperaturas también se descongela el permafrost -superficie de hielo que se encuentra en las zonas de alta montaña o en las zonas polares-, lo que está provocando desprendimientos de rocas en los Alpes todos los años. Al descongelarse el permafrost también se emiten metano y dióxido de carbono (gases de efecto invernadero), lo que contribuye al calentamiento del planeta.
Palacios añade que el deshielo de los glaciares podría tener un impacto económico importante en los países escandinavos o en Islandia, donde una de las principales fuentes de energía es el agua que proviene de los glaciares. También afectaría a países andinos como Colombia, Ecuador o Perú ya que en estas naciones existen grandes extensiones de tierra cultivadas con agua que proviene de los glaciares. "Los ríos que se abastecen de la fusión de los hielos van a tener una disminución en sus caudales una vez el glaciar desaparezca y las poblaciones que viven asociadas a esos ríos lo notarán", añade Ortega.
Por último, el profesor de Universidad Autónoma de Madrid recuerda que los riesgos del deshielo dependen de la escala. "Si Venezuela pierde lo que le queda de hielo -que tiene menos de una hectárea- esa cantidad de agua que se va a fundir no va a influir en absoluto al ascenso del nivel del mar", sostiene. En cambio, cuando se habla de grandes acumulaciones de hielo todo cambia. "En la Antártida tiene una incidencia importante en el incremento del nivel del mar, en la línea de costa y en procesos como las corrientes oceánicas", asegura, y matiza que en este caso no se trata de cambios presentes sino futuros, aunque "no a demasiado largo plazo".
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