Los humanos no han dejado de evolucionar. Nuestros cuerpos siguen adaptándose a los retos que nos presenta el entorno, y en lugares como el Tíbet, estas adaptaciones son especialmente llamativas. A más de 3.500 metros de altitud, donde el oxígeno escasea, las comunidades humanas no solo sobreviven, sino que prosperan. Y ahora, un nuevo estudio revela cómo las mujeres de esta región han desarrollado rasgos fisiológicos únicos que les permiten tener más hijos y asegurar la supervivencia de su descendencia.
La antropóloga Cynthia Beall, de la Case Western Reserve University en Estados Unidos, lleva años estudiando cómo los humanos se adaptan a las condiciones de hipoxia, es decir, a la falta de oxígeno en el aire. En una investigación publicada en 2024, Beall y su equipo descubrieron que las mujeres tibetanas han evolucionado hasta desarrollar una capacidad para maximizar la entrega de oxígeno a sus tejidos, lo que les permite tener más hijos y garantizar que estos sobrevivan hasta la edad adulta. "La adaptación a la hipoxia de gran altitud es fascinante porque el estrés es severo, lo experimenta todo el mundo por igual y es cuantificable. Es un ejemplo perfecto de cómo y por qué nuestra especie tiene tanta variación biológica", explica Beall a ScienceAlert.
El estudio se centró en 417 mujeres de entre 46 y 86 años que han vivido toda su vida en Nepal, a altitudes superiores a los 3.500 metros. Los investigadores analizaron el número de hijos que habían tenido, que oscilaba entre 0 y 14 por mujer, con una media de 5,2. También midieron niveles de hemoglobina, la proteína encargada de transportar oxígeno en la sangre, y la saturación de oxígeno en la hemoglobina.
Los resultados fueron sorprendentes. Las mujeres con mayor éxito reproductivo no tenían niveles altos ni bajos de hemoglobina, sino intermedios. Sin embargo, su saturación de oxígeno era elevada. Esto sugiere que sus cuerpos han encontrado un equilibrio perfecto para maximizar el transporte de oxígeno sin espesar la sangre, lo que pondría más estrés en el corazón. "Antes sabíamos que una hemoglobina baja era beneficiosa, pero ahora entendemos que un valor intermedio es el más ventajoso. También sabíamos que una mayor saturación de oxígeno era beneficiosa, pero ahora vemos que cuanto más alta, mejor", detalla Beall.
Aunque factores culturales, como empezar a reproducirse a una edad temprana o tener matrimonios largos, también influyen en el número de hijos, los rasgos fisiológicos juegan un papel clave. Las mujeres con características más similares a las de entornos de baja altitud y sin estrés mostraron las tasas de éxito reproductivo más altas. "Esto es un caso de selección natural en curso. Entender cómo se adaptan poblaciones como estas nos ayuda a comprender mejor los procesos de la evolución humana"
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