Los australianos son conocidos por su valentía frente a la peligrosa fauna de su país. Viven rodeados de serpientes venenosas, arañas mortales y depredadores. Sin embargo, no son estos animales los que realmente infunden temor en el corazón de los australianos. El verdadero "rey del miedo" en Australia es un ave: el casuario.
El casuario es una de las aves más grandes del mundo y parece sacado de la era de los dinosaurios. Con una altura comparable a la de una persona, plumas negras brillantes, ojos penetrantes y una cresta dura sobre su cabeza, su aspecto prehistórico es suficiente para intimidar a cualquiera. Puede pesar hasta 65 kilogramos y, lo más inquietante, tiene una enorme garra en forma de daga en cada pata, capaz de infligir heridas graves.
Un dinosaurio viviente
Andrew Mack, investigador que estudió casuarios durante cinco años en Papúa Nueva Guinea, describe a estas aves como "dinosaurios vivos". No vuelan, sino que caminan y corren con sorprendente agilidad. A pesar de su temible reputación, los casuarios prefieren evitar el contacto humano y suelen habitar las selvas tropicales del norte de Queensland, especialmente en la región de Mission Beach y el Parque Nacional Daintree.
Su rol ecológico es fundamental. Los casuarios son los frugívoros más grandes del mundo, consumiendo decenas de frutas al día y dispersando las semillas a través de sus excrementos. Este proceso contribuye a la regeneración del bosque tropical. Además, los machos son los encargados del cuidado de las crías. Tras la puesta de huevos, la hembra se desentiende y el macho incuba los huevos y protege a los polluelos durante meses.
Aunque los casuarios no suelen atacar sin provocación, su fuerza y velocidad los convierten en adversarios formidables si se sienten amenazados, especialmente cuando protegen a sus crías. Un estudio de 2001 publicado en el Journal of Zoology reveló que el 75% de los encuentros peligrosos entre casuarios y humanos ocurrieron porque las personas alimentaron a las aves, alterando su comportamiento natural y volviéndolas más atrevidas.
Un video viral de 2023 mostró a una mujer en Queensland luchando por mantener su hamburguesa de McDonald's lejos de las garras de un casuario hambriento. Aunque parezca instintivo soltar la comida y huir, los expertos, como Peter Rowles, fundador de la Comunidad para la Conservación Costera y del Casuario (C4), advierten que es mejor guardar la comida y retroceder lentamente.
Cómo evitar un ataque
Si te encuentras cara a cara con un casuario, Rowles recomienda mantener la calma: "Pon las manos detrás de la espalda y actúa de la manera más aburrida posible. No grites ni agites los brazos. Mueve la comida fuera de la vista y retrocede lentamente". Correr sólo activa su instinto de persecución, ya que pueden alcanzar velocidades de hasta 50 km/h.
Curiosamente, estos imponentes animales también pueden asustarse con su propio reflejo. Los casuarios suelen reaccionar agresivamente ante autos de colores oscuros, espejos y ventanas, creyendo que se enfrentan a un rival. Por esta razón, en Mission Beach, los residentes instalan mosquiteros para evitar reflejos y proteger las ventanas.
Una anécdota salvaje
La oficina de C4 en Mission Beach solía tener una estatua de fibra de vidrio de un casuario macho en su jardín. Un día, una hembra salvaje intentó cortejar a la estatua y, al no recibir respuesta tras varios intentos, la atacó furiosamente, perforándola con sus poderosas patas. La estatua, tras ser reparada, ahora vive segura dentro de la oficina.
Aunque los casuarios son temidos, también son vulnerables. En Australia están en peligro de extinción debido a la pérdida de hábitat y los atropellos en carreteras. En Papúa Nueva Guinea, donde no están protegidos, aún son cazados y consumidos.
El casuario es un recordatorio viviente de la era de los dinosaurios y, aunque inspira temor, también merece respeto y protección. Después de todo, no es la amenaza que busca el conflicto, sino la supervivencia en un mundo que cambia rápidamente.
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