Cervantes, El Greco, Ada Lovelace, Marie Curie, todas estas personas pertenecen al lejano pasado, a diferentes siglos, pero tienen algo en común: fueron contemporáneos de algunos tiburones de Groenlandia que aún nadan por los océanos del planeta. Y es que estos animales son los vertebrados más longevos que conocemos y se les asume llegar a las 500 velas en sus festejos. ¿Dónde está la clave de esta longevidad?
Ahora, un nuevo estudio de su ADN ha proporcionado detalles fundamentales sobre este secreto.
En el primer mapa detallado del genoma del tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus), un equipo de científicos de la Universidad de Tokio ha descubierto rasgos genéticos que protegen contra el cáncer, reducen la inflamación y ayudan a estimular la reparación del ADN. Los hallazgos podrían contribuir a futuras investigaciones sobre una vida larga y saludable.
“Estos análisis genómicos ofrecen nuevos conocimientos sobre la base molecular de la excepcional longevidad del tiburón de Groenlandia y destacan posibles mecanismos genéticos que podrían fundamentar futuras investigaciones sobre la longevidad”, señala el estudio, liderado por Kaiqiao Yang.
Los autores recolectaron muestras de tejido de una hembra de tiburón de Groenlandia. Luego, mediante secuenciación de alta fidelidad, el equipo logró identificar el 86,5 % del genoma codificante de proteínas del tiburón.
Se encontraron más copias de genes que promueven la reparación del ADN y la función inmunitaria en este tiburón que en especies de vida más corta. Lo mismo ocurrió con los genes que gestionan la señalización del complejo protéico NF-κB, el cual está relacionada con el mantenimiento de las células intactas y en funcionamiento, y con la reducción de la inflamación.
El equipo de Yang descubrió que las mutaciones en genes vinculados con la detención del crecimiento y la propagación del cáncer también parecen influir en la longevidad del tiburón.
“Proponemos que la vía clásica de señalización NF-κB es crucial para la excepcional longevidad de S. microcephalus, ya que regula la proliferación celular, la migración, la reparación del ADN, la apoptosis y la respuesta inmunitaria, factores estrechamente relacionados con la inflamación, el cáncer y las enfermedades autoinmunes”, añade el estudio.
Este matusalén de los océanos pueden alcanzar longitudes superiores a los 6 metros y pesar más de 1000 kilogramos. No alcanzan la madurez reproductiva hasta los 150 años, lo que los hace vulnerables a las presiones ambientales y la actividad humana.
Una comprensión más profunda del genoma del tiburón debería revelar más sobre S. microcephalus y su modo de vida, y a partir de ahí ayudarnos a proteger la especie.
Pero las implicaciones del estudio van mucho más allá de los tiburones: comprender la base genética de su longevidad podría aportar información que mejore nuestra salud y esperanza de vida.
“Los futuros estudios deberían incluir la secuenciación de múltiples individuos de diversas regiones marinas para comprender la dinámica poblacional global con mayor detalle – añade el estudio -. El ensamblaje del genoma que hemos construido servirá sin duda como una secuencia de referencia crucial para futuros estudios”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario