La expansión silenciosa de hongos patógenos por todo el planeta se ha convertido en un nuevo frente de batalla para la salud pública y la biodiversidad. Un nuevo estudio internacional, publicado en Research Square, alerta sobre cómo el calentamiento global está favoreciendo la propagación de especies del género Aspergillus, responsables de infecciones graves en humanos, con casi dos millones de muertes cada año alrededor del mundo.
En concreto, Aspergillus fumigatus, una de las especies más peligrosas, está ganando terreno en Europa, mientras otras variedades como A. flavus y A. niger avanzan hacia regiones más septentrionales. La investigación ha combinado datos globales de secuenciación genética con proyecciones climáticas para el siglo XXI. Los resultados son contundentes: a medida que la temperatura media del planeta aumenta, estos hongos —tradicionalmente presentes en regiones cálidas y templadas— encuentran nuevas zonas donde establecerse.
Las esporas del hongo están por todas partes. Invisibles al ojo humano, flotan en el aire exterior e interior de cualquier parte del mundo. Cada persona inhala diariamente cientos de estas esporas sin consecuencias. En la mayoría de los casos, el sistema inmunitario las elimina antes de que puedan causar daño. Sin embargo, en personas inmunodeprimidas, como pacientes con cáncer, VIH o sometidos a trasplantes, estas esporas pueden convertirse en una amenaza mortal.
Cuando las defensas del cuerpo no son capaces de eliminar las esporas, estas pueden instalarse en los pulmones y provocar infecciones crónicas o invasivas. Se estima que cerca de dos millones de personas en el mundo desarrollan cada año aspergilosis invasiva, una enfermedad con una altísima tasa de mortalidad: más de 1,8 millones de muertes anuales.
La especie A. fumigatus es especialmente virulenta en el hemisferio norte y ha sido clasificada por la Organización Mundial de la Salud como uno de los patógenos fúngicos más prioritarios. Pero no es la única. A. flavus y A. niger también causan enfermedades graves, y además afectan a cultivos agrícolas esenciales, como el maíz, el trigo o las nueces, ya que pueden producir micotoxinas peligrosas para el consumo humano y animal.
El papel del cambio climático
El nuevo estudio, liderado por un consorcio internacional de científicos, ha utilizado modelos de máxima entropía (MaxEnt) para predecir cómo variará la idoneidad ambiental de estas tres especies de Aspergillus bajo diferentes escenarios de calentamiento global.
El modelo se alimentó con datos genéticos obtenidos de más de 11.000 muestras de suelo de diferentes países y con variables climáticas como la temperatura media anual, las precipitaciones y su estacionalidad. Los mapas obtenidos predicen que las tres especies ampliarán sus hábitats en las próximas décadas, especialmente en regiones del hemisferio norte como Europa, Rusia, Canadá y China.
"Los hongos están infraestudiados en comparación con virus y bacterias, pero este trabajo demuestra que su capacidad de adaptación a los cambios ambientales es formidable. Si no se toman medidas, podríamos ver un aumento drástico de infecciones fúngicas en humanos, animales y plantas en todo el mundo", ha indicado el doctor Norman van Rhijn, uno de los autores del estudio.
Europa se convierte en terreno fértil
Según el estudio, Aspergillus fumigatus, que ya es común en climas templados, encontrará condiciones aún más favorables en buena parte de Europa durante las próximas décadas. Bajo el escenario climático más extremo, el hábitat adecuado para esta especie se desplazará más al norte, extendiéndose incluso hacia Escandinavia, el norte de Rusia y Alaska. En paralelo, regiones tradicionalmente más cálidas como África y zonas del sur de Asia y América del Sur podrían volverse menos adecuadas para su proliferación.
El modelo también predice que A. flavus y A. niger, típicamente presentes en regiones tropicales, se expandirán hacia latitudes más altas. Esto significa que países del norte de Europa, donde estas especies eran hasta ahora anecdóticas, podrían empezar a ver un aumento en las infecciones relacionadas.
El estudio subraya que la temperatura media anual es el factor más determinante en la expansión de estos hongos. Mientras que A. fumigatus se desarrolla mejor en climas templados (12-13 grados), A. flavus y A. niger prefieren temperaturas medias superiores a los 16 grados. La estacionalidad de las lluvias y la humedad también influyen, favoreciendo a cada especie de forma distinta.
Una de las mayores preocupaciones de los expertos es que los sistemas sanitarios no están preparados para detectar y tratar adecuadamente nuevas infecciones causadas por especies de Aspergillus menos comunes en ciertas regiones. "El cambio climático puede hacer que especies raras se conviertan en comunes, y eso retrasa los diagnósticos, agrava los cuadros clínicos y aumenta las tasas de mortalidad", señala el estudio.
Más allá de la salud: el impacto agrícola
Los Aspergillus no solo amenazan la salud humana. Su expansión también plantea riesgos importantes para la agricultura y la seguridad alimentaria. Estas especies pueden infectar cultivos y producir toxinas que los hacen inservibles. El estudio advierte que el desplazamiento geográfico de estos hongos afectará también a las zonas de cultivo, obligando a muchos países a adaptar sus estrategias agrícolas y de almacenamiento de alimentos.
En este sentido, se observa que en el futuro el norte de China, algunas zonas de Canadá, Rusia y Estados Unidos se convertirán en nuevos puntos calientes para estos hongos. En cambio, regiones tradicionalmente afectadas, como India, Pakistán o Brasil, podrían experimentar un descenso en la idoneidad ambiental para algunas especies, aunque esto no significa necesariamente un alivio, ya que otras especies podrían ocupar su lugar.
Los autores piden una mayor inversión en vigilancia epidemiológica, diagnóstico fúngico temprano y desarrollo de nuevos antifúngicos. Además, alertan de que la mayoría de los países no cuentan con estrategias nacionales para abordar las enfermedades fúngicas, a pesar de que la resistencia a los antifúngicos está creciendo de forma preocupante.
"Los cambios en los factores ambientales, como la humedad y los fenómenos meteorológicos extremos, modificarán los hábitats e impulsarán la adaptación y propagación de los hongos. Ya hemos visto la aparición del hongo Candida auris debido al aumento de las temperaturas, pero hasta ahora teníamos poca información sobre cómo podrían responder otros hongos a este cambio en el medio ambiente", advierte Van Rhijn.
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