Metropoli

Desgranamos los factores que contribuyen a que se pueda ver la Costa Brava desde la misma ciudad de la capital catalana, un evento desconocido que se da en ocasiones especiales
Algo más de 75 km separan una de las panorámicas más emblemáticas de la ciudad de Barcelona, del entorno histórico por excelencia del municipio de Tossa de Mar: hablamos de Montjuïc y la Vila Vella de Tossa.
Dos puntos lejanos en línea recta y separados por una costa que serpentea conforme avanza hacia el norte hasta llegar al Cap d’Or o Mont Guardí de Tossa de Mar.
Una distancia, sin embargo, que permite que se encuentren en una única instantánea en dos momentos al año, convirtiéndose, sin duda, en un acontecimiento inusual, a la vez que mágico y desconocido.

Salida de sol con vistas a Tossa de Mar y la Costa Brava desde Montjuïc
Factores para un buen avistamiento
Para que la Costa Brava, con el Cap d’Or de Tossa de Mar como estandarte visible, se revele desde Montjuïc, la atmósfera debe conseguir una serie de factores atmosféricos, meteorológicos y de visibilidad muy concretos.
El fenómeno, como muchas de las fotografías a distancia, se debe a la refracción atmosférica, un efecto óptico que curva la luz al atravesar capas de aire de distinta densidad, como si el cielo se convirtiera en una lente que acerca lo lejano.
Esto ocurre cuando una capa de aire cálido reposa sobre otra más fría, formando una inversión térmica, muchas veces favorecida por la temperatura del mediterráneo, actuando así, como un canal para la luz. Para que estas condiciones se den, una baja humedad ambiental es crucial, ya que el vapor de agua, fruto de la evaporación del mar, puede empañar la vista.
Sin nubes bajas en el horizonte, especialmente en el amanecer, la silueta de Tossa puede perfilarse con nitidez unas dos veces al año, coincidiendo con fechas actuales.

Silueta del Cap d’Or de Tossa de Mar desde Montjuïc
¿Cuándo verlo?
El encuentro visual entre Montjuïc y el Cap d’Or de Tossa de Mar no ocurre cualquier día. Hay dos momentos al año, aproximadamente 16 días antes y después del solsticio de verano (5 de junio y 7 de julio), cuando el sol sale justo por detrás del Promontori de Tossa.
En esos instantes, el disco solar enmarca la silueta del Cap d’Or, con su faro y las murallas de la Vila Vella, creando una estampa que conecta la capital catalana con la Costa Brava.
La alineación precisa del sol con el relieve costero, a 76 kilómetros de distancia, hace que el turó de Tossa destaque como una sombra dorada contra la luz del alba.
Curiosamente, en los días cercanos al solsticio de invierno, la perspectiva se invierte: desde Tossa se puede vislumbrar Montjuïc y elementos concretos del perfil urbano de Barcelona en el momento contrario del día, a la puesta del sol.

Captura de las Torres Mapfre y la aguja de la Torre Calatrava vistas desde Tossa de Mar
Marc Bret
En el corazón de este fenómeno está Marc Bret, un fotógrafo y paisajista catalán cuya pasión por los horizontes lejanos (expresión que ha dado título a su Blog “Horitzons llunyans”) ha convertido estos puntos de vista e instantáneas en un verdadero arte.
Con su cámara y un conocimiento profundo de la meteorología, Bret ha capturado la silueta del Cap d’Or desde Montjuïc en múltiples ocasiones.
No solo eso, sino que además, ha conseguido tener el récord Guinness desde 2016 a la fotografía terrestre a más distancia del mundo: más de 440 km de distancia que unieron los Pirineos y los Alpes en una sola imagen.
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