En una reciente entrevista de pódcast, me preguntaron qué hace que mi trabajo científico sea tan divertido. Respondí que veo la ciencia como el privilegio de aprender, sin fingir conocer la respuesta de antemano. Con sentido de humildad, los científicos tienen el privilegio de permitir que las pruebas, más que las opiniones populares, les guíen.
Las historias se elaboran a menudo en cámaras de resonancia controladas por la autoridad de los «expertos», pero podemos permitir que la naturaleza nos eduque sobre si estas historias son reales. Para ello, debemos contemplar todas las interpretaciones posibles de datos anómalos que no se alinean con creencias queridas.
Científicos descubren una puerta trasera a otra realidad que puede cambiar la física
En esta línea, no todos los objetos del cielo han de ser asteroides o cometas. Lo sabemos porque hemos lanzado objetos tecnológicos al espacio y algunos de ellos, como las naves espaciales Voyager, se dirigen hacia fuera del Sistema Solar. En mil millones de años, estas naves constituirían objetos interestelares que entran en sistemas planetarios alrededor de estrellas situadas a 50 000 años luz de distancia, en el lado opuesto del disco de la Vía Láctea. En ese momento, Voyager será basura espacial, sin suponer riesgo alguno para las civilizaciones alienígenas. Pero una civilización más avanzada con una agenda interestelar podría haber desarrollado naves espaciales que sobrevivieron al viaje interestelar y están aparcadas en el Sistema Solar exterior.
Tenemos dificultades para encontrar el Planeta Nueve a una distancia que es cientos de veces más cercana a nosotros que el límite exterior del Sistema Solar. Por tanto, nuestros telescopios nunca serían capaces de detectar una flota de naves espaciales establecida en la nube de Oort exterior. Sin embargo, si una nave espacial se sumerge directamente hacia el Sol, podríamos advertirla a una distancia de unas pocas veces la separación Tierra-Sol. Para evitar ser detectada, la nave espacial podría preferir aproximarse al Sistema Solar interior desde la dirección del centro de la Vía Láctea, que está abarrotado de abundantes estrellas de fondo. Esta es la dirección de donde provino 3I/ATLAS siguiendo una trayectoria alineada con el plano orbital de los planetas interiores alrededor del Sol.
Dada su velocidad de 60 kilómetros por segundo, 3I/ATLAS podría haber comenzado su viaje desde un lugar de aparcamiento a mil veces la separación Tierra-Sol y llegar a la Tierra en 80 años desde allí. Este es aproximadamente el período durante el cual la radiodifusión se extendió por la Tierra, señalándonos como una civilización tecnológica y alertando a cualquiera que se moleste en escucharnos por ahí.
Avi Loeb es jefe del proyecto Galileo, director fundador de la Iniciativa Black Hole de la Universidad de Harvard, director del Instituto para la Teoría y la Computación del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian y autor del bestseller Extraterrestrial: The first sign of intelligent life beyond earth. También puedes comprar aquí el nuevo libro del profesor Loeb, Interstellar.
Se espera que el Observatorio Vera C. Rubin descubra hasta 50 objetos interestelares en la próxima década. Debemos estudiar todos y cada uno de ellos por la posibilidad de que puedan estar en una misión tecnológica de reconocimiento.
Durante las dos semanas pasadas desde que se descubrió el nuevo intruso interestelar 3I/ATLAS, sobre este objeto inusual (en paralelo a otros tres artículos científicos sobre otros temas). La conclusión de mi trabajo es que si 3I/ATLAS es un cometa, entonces el diámetro de su núcleo debe ser menor que un kilómetro para que el flujo de masa de su población se mantenga dentro de límites aceptables. Sin embargo, si su brillo inusualmente alto procede de una superficie sólida de 10-20 kilómetros de diámetro, deberíamos preocuparnos por que posiblemente represente tecnología alienígena.
Expuse esta posibilidad para animar a los observadores que están convencidos de que 3I/ATLAS es un cometa a recopilar tantos datos como sea posible en un intento de demostrar que estoy equivocado. En presencia de datos abundantes, no habrá margen para que barran las anomalías bajo la alfombra del pensamiento convencional. Mi único temor es no tener datos suficientes para inferir la verdadera naturaleza de los objetos anómalos. Temo mucho menos estar equivocado. Incluso si 49 de los próximos 50 objetos interestelares que descubra el Observatorio Rubin resultan ser cometas o asteroides, el único valor atípico de origen tecnológico podría cambiar el futuro de la humanidad.
En caso de que 3I/ATLAS represente una nave espacial de 20 kilómetros de tamaño, como imaginó Arthur C. Clarke en su novela Cita con Rama, deberíamos preocuparnos por su intención. En su aproximación más cercana al Sol el 29 de octubre de 2025, la bolsa podría hundirse si los temores de una invasión alienígena se disparasen. En ese escenario, los ciudadanos perderían la confianza en los gobiernos para protegerles. La incertidumbre sobre encontrarse con un invasor con ventaja tecnológica se asemejaría a la experiencia del sistema de defensa aérea iraní cuando los bombarderos estadounidenses B-2 llegaron a sus instalaciones nucleares.
Deberíamos estar preparados
Esta situación es marcadamente diferente de detectar una señal de radio de una civilización situada a miles de años luz de distancia, el objetivo principal de la comunidad SETI durante los últimos 65 años, desde que Frank Drake fue pionero del Proyecto Ozma siguiendo el artículo de 1959 de Phil Morrison y Giuseppe Cocconi. En ese caso, la humanidad tiene mucho tiempo para contemplar cómo responder o preocuparse por una visita de la civilización transmisora de radio. Sin embargo, si un objeto interestelar es un dispositivo funcional en una trayectoria cercana a la Tierra, entonces el visitante ya está en nuestro patio trasero y tenemos poco tiempo para responder.
Nuestros cohetes químicos no tienen manera de salvar la diferencia de velocidad de 98 kilómetros por segundo entre 3I/ATLAS en el perihelio y la Tierra. Además, 3I/ATLAS quedará eclipsado por el Sol en el perihelio, dificultando detectar una maniobra dirigida a enviar objetos más pequeños que lleguen a la Tierra.
El protocolo sobre cómo responder a una amenaza alienígena depende de la naturaleza e intención de la nave espacial asociada. No hay organización internacional preparada para tomar una decisión global sobre cómo relacionarse con 3I/ATLAS, si fuese una nave espacial alienígena.
La máxima prioridad para nosotros ahora mismo es averiguar si 3I/ATLAS es un objeto subkilométrico rodeado por una gran nube de polvo. Si ese no es el caso, entonces las anomalías asociadas con la alineación de su trayectoria con el plano orbital de la Tierra y su encuentro cercano con Venus, Marte y Júpiter son alarmantes.
Sería prudente establecer un sistema de alerta respecto a los objetos interestelares según el espíritu de la escala de Richter para los terremotos. Un cometa natural definiría el punto cero mientras que una detección clara de una nave espacial, basada en las señales que describí en un ensayo reciente, delimitaría el extremo superior de la escala de alerta en un valor de diez. Puesto que los alienígenas podrían no preocuparse por la manera en que dividimos los territorios en la Tierra entre naciones, todos los humanos deben cooperar en respuesta a amenazas existenciales del espacio.
"Se ha descubierto el pastel", como revelamos nuestro estatus tecnológico a través de las emisiones de radio durante el siglo pasado. Como resultado, deberíamos estar preparados para la posibilidad de un visitante que las detectó. Puede venir a salvarnos o destruirnos. Mejor estar preparados para ambas opciones y comprobar si todos los objetos interestelares son rocas.
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