La tendencia al alza en el número de personas que duermen en las calles de Barcelona es preocupante. Según el último recuento del Ayuntamiento del mes de mayo, 1.505 personas duermen al raso y eso supone un 20 % más de ciudadanos sin hogar, respecto a los 1.245 que había un año atrás. Desde luego, hay más asentamientos y cuando el Ayuntamiento los desaloja se reubican en otros espacios de la ciudad.

Crece el asentamiento de Joan Miró

Uno de los asentamientos que ha crecido últimamente es el del Parque de Joan Miró. Allí, un grupo de personas hacen noche, cocinan, se llevan como pueden en una fuente, acumulan chatarra y algunos duermen en tiendas de campaña. En algunos casos son personas que antes estaban instaladas en el Parque de la Estación del Norte y que el 18 de agosto fueron desalojadas por la Guardia Urbana. En el otro extremo de la ciudad, también hay un grupo de personas que duermen con mantas en el Parque del Turó de la Peira desde hace semanas. Y estos dos no son ejemplos aislados.

Desalojos cuando hay problemas de convivencia

Los desmanes de los asentamientos por parte del Ayuntamiento también están a la orden del día. En el último año ha habido un escalón como el de la Torre del Fang, en La Sagrera, o el de una antigua gasolinera del Poblenou. En cambio, sin embargo, en el Parque de la Ciudadela, hay decenas de personas acampadas desde hace meses. Según el consistorio, el criterio de actuación viene marcado por la observación de los equipos de prevención de los distritos, la Guardia Urbana, los técnicos de Servicios Sociales e, incluso, los equipos de limpieza. Estos equipos están pendientes de las dinámicas que se producen en el espacio público y, cuando se detecta un problema de convivencia, el consistorio valora su desalojo. Posteriormente, se hace un acompañamiento de las personas que viven en la calle, pero hay casos en los que no quieren la ayuda municipal.

Raíces cree que los desalojos son ineficaces

Los desalojos, sin embargo, no siempre tienen el resultado y muchas personas que viven en la calle prefieren buscar otro rincón de la ciudad donde vivir. Según Guillem Fernández, jefe de Incidencia de Raíces Fundación, "la política que se está haciendo con estos dispositivos policiales y de limpieza es una política ineficiente en el sentido que desplaza a las personas de un lugar a otro. Deberíamos preguntarnos qué se les está ofreciendo para que no acepten". Por su parte, desde el consistorio insisten en que la cuestión debe abordarse entre todas las administraciones y apuntan que cada año se dedican 50 millones de euros a políticas para tratar el sinhogarismo.