lunes, 11 de agosto de 2025

Cómo los humanos podrían vivir hasta 1.000 años en 2050 y conseguir la inmortalidad práctica

 

La idea de que los humanos seamos inmortales lleva siglos cautivando la imaginación de escritores, tecnólogos y, últimamente, multimillonarios, Figuras como Ray Kurzweil, Ian Pearson y Aubrey de Grey sostienen que los rápidos avances en inteligencia artificial y robótica podrían prolongar la esperanza de vida humana hasta alcanzar los 1.000 años para 2050.

Las predicciones de los futuristas sobre longevidad extrema se basan en modelos informáticos y reflexiones filosóficas. Sin embargo, algunos estudios científicos no son tan optimistas con nuestra capacidad para lograrlo y sitúan límites claros a nuestra esperanza de vida máxima. Aunque haya habido avances espectaculares en campos como la genética y tratamientos específicos para algunos órganos, el problema fundamental es que no hemos encontrado todavía la manera de revertir el envejecimiento de nuestro cerebro.

Viviremos varios siglos

Kurzweil, inventor y divulgador estadounidense de inteligencia artificial, predice la singularidad para 2029. En ese momento la IA superará a la inteligencia humana y escapará de nuestro entendimiento y control. El futurista estima que para 2045 que se producirá “una verdadera fusión entre humanos y máquinas” mediante interfaces cerebro‑ordenador, consciencia alojada en la nube y nanobots no invasivos en el cuerpo. El resultado, sostiene, no sería solo la inmortalidad, al menos de la mente, sino una inteligencia colectiva millones de veces más poderosa que la actual.

La visión de Kurzweil es la del llamado tecno‑optimismo, una corriente de pensamiento que exalta la tecnología como motor histórico del desarrollo, aunque sus propios críticos admiten que por sí sola no resuelve todos los problemas y puede incrementar las desigualdades. Uno de los pensadores que más ha escrito sobre esto es Ian Pearson, físico, matemático y antiguo futurólogo de cabecera de British Telecom. Pearson reconoce que, en las primeras fases, solo los más ricos podrían beneficiarse de estas capacidades y proyecta que hacia 2050 algunas de estas personas alcanzarán longevidades extraordinarias gracias a la ingeniería genética y robótica combinada con la subida de la consciencia a entornos virtuales o incluso a cuerpos artificiales.

Para Pearson, esos avances vendrán acompañados de nuevas terapias contra el cáncer y las enfermedades cardiovasculares, así como la posible reversión de la senescencia, el daño celular que desemboca en la muerte celular y enfermedades como el Alzheimer.

El gerontólogo y biomédico británico, Aubrey de Grey, lleva el argumento de Pearson un paso más allá y plantea que el envejecimiento será tratable para 2050. De Grey dijo en una entrevista en la revista EMBO Reports que está cansado de escuchar que cuando seamos capaces de vivir durante siglos perderemos el sentido de la urgencia y la ambición. “Los jóvenes de hoy en día, adolescentes o veinteañeros, no se sienten motivados por la muerte ni por el hecho de que vayan a morir dentro de 50 años”, asegura.

La ciencia no lo ve claro

Sin embargo, la literatura científica dominante presenta un panorama que no es tan optimista. Los estudios que analizan las tendencias de mortalidad y las limitaciones biológicas sostienen que esta prolongación radical de la vida sigue siendo inverosímil en este siglo sin y no ven tan claro que se vayan a producir los avances necesarios en la biología del envejecimiento en este corto lapso de tiempo.

Varios artículos publicados en las principales revistas científicas encuentran pruebas de límites estrictos en la esperanza de vida humana y poco apoyo a las proyecciones de una prolongación drástica a corto plazo. Jan Vijg, genetista del Colegio de Medicina Albert Einstein, y su equipo analizaron la Base de Datos sobre Mortalidad Humana, que abarca 38 países. Los investigadores encontraron pruebas de que la esperanza de vida natural del ser humano tiene un límite aproximado de 115 años.

“No podemos superar ese límite", asegura Vijg, que junto con su equipo publicó los resultados de su análisis en la revista Nature. "La conclusión fundamental es que esta tendencia al aumento constante de la esperanza de vida humana no puede continuar". A partir de datos demográficos y de máximos registrados, su equipo calcula que "la esperanza de vida máxima absoluta del ser humano puede llegar hasta los 125 años".

Los científicos también alertan de que hay una restricción anatómica que pone en duda la extrapolación de los avances en órganos o sistemas periféricos al conjunto de la longevidad. Esa restricción la pone nuestro cerebroVenki RamakrishnanVenki, biofísico y biólogo estructural que ganó el Nobel de Química 2009 por sus estudios del ribosoma, asegura que incluso admitiendo mejoras amplias en salud y función corporal, la ausencia de una estrategia convincente para el envejecimiento cerebral deja en entredicho la viabilidad de extender la vida humana hasta varios cientos de años, y mucho más hasta los 1.000 años.

"No sé cuánto ganarán realmente en términos de esperanza de vida. Puede que simplemente nos mantengan más sanos durante un poco más de tiempo, o incluso mucho más, pero al final todos acabemos muriendo más o menos a la misma edad", dice el investigador. "Es especialmente difícil que prevenir el envejecimiento en un órgano como el cerebro. ¿Qué harías con un cerebro que envejece? Es un problema difícil de abordar y hoy en día nadie parece tener una respuesta realmente buena".

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