Metropoli

Un autobús eléctrico en imagen de archivo / TMB
En Barcelona, coger el autobús puede ser más futurista de lo que parece. Si alguna vez has subido a la línea V3, puede que hayas viajado sin saberlo en un vehículo que no necesita ni gasolina ni gasoil.

Autobús interurbano
Desde hace cinco años, el autobús Nimbus funciona con biometano renovable obtenido nada menos que de aguas residuales humanas. O lo que es lo mismo: energía limpia producida a partir de lo que desechamos.
Cinco años rodando con biogás
El Nimbus recorre cada año más de 14.000 kilómetros por las calles de Barcelona sin quemar una sola gota de gas fósil.
Su impacto es notable: reduce hasta un 80 % la huella de carbono respecto a un bus convencional, demostrando que la economía circular no es solo una teoría, sino una realidad que ya mueve el transporte público de la ciudad.

Carlos Montero, Gerardo Lertxundi, Javier Lafuente y Rubén Ruiz en la inauguración de NIMBUS / AIGÜES DE BARCELONA
“Este proyecto nos ha aportado conocimientos clave para descarbonizar la flota de Barcelona”, explica Mario Canet, responsable de Innovación de TMB. Y no solo para autobuses: los expertos apuntan a que este mismo sistema podría aplicarse en el transporte de mercancías.
De lodo a combustible
La magia ocurre en la depuradora del Baix Llobregat, donde cada día se tratan más de 400.000 m³ de aguas residuales. Mientras el 95 % del agua se reutiliza, los lodos resultantes se transforman en biogás.
Ese gas, que inicialmente tiene un 65 % de metano y un 35 % de CO₂, se somete a una tecnología llamada power-to-gas. Allí, el CO₂ se combina con hidrógeno renovable para obtener un biometano casi puro, listo para alimentar motores de gas natural.

Imagen de archivo de un autobús eléctrico
El resultado: un combustible renovable que no compite con la electricidad, sino que la complementa en trayectos donde la autonomía sigue siendo un reto.
Un modelo que se expande en Europa
Lo que empezó como un experimento es hoy un referente europeo. Tras el éxito del proyecto LIFE Nimbus, se ha puesto en marcha el programa SEMPRE-BIO, con más de 11 millones de euros de presupuesto para ampliar la producción de biometano y reducir costes.
La apuesta va en línea con los objetivos de la Unión Europea: el transporte consume casi un 30 % de la energía total, pero menos del 10 % proviene de fuentes renovables. Bruselas quiere multiplicar esa cifra por tres en 2030, y España ya ha prometido cuadruplicar su producción nacional de biogás.
Una ventana al futuro
El autobús Nimbus es, en definitiva, mucho más que una curiosidad tecnológica. Es un ejemplo de cómo los residuos del presente pueden transformarse en la energía del mañana, y de cómo Barcelona se coloca a la vanguardia en movilidad sostenible.
En un momento en que los autobuses eléctricos copan titulares, el biometano se abre paso como una alternativa igual de verde, con la ventaja de aprovechar lo que hasta ahora solo se consideraba basura.
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