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Todo el mundo, o al menos la gran mayoría, disfruta conociendo culturas nuevas, descubriendo paisajes diferentes y probando gastronomías exóticas. Y aunque ahora seamos más conscientes de la repercusión del turismo en los destinos que visitamos, viajamos más que nunca. Según una encuesta realizada por ONU Turismo, el pasado 2024 hubo alrededor de 1.500 millones de llegadas de turistas internacionales a nivel mundial, una cifra que parece que no dejará de crecer: durante los primeros 6 meses de este 2025, las llegadas ya han aumentado un 5 % respecto al mismo periodo del año anterior.
En este contexto, hay destinos que han dicho basta, sofocados por la llegada masiva de turistas y aquejados por la incomodidad de sus habitantes, la subida de los precios y el agotamiento de los recursos. Cada 27 de septiembre se celebra el Día Mundial del Turismo, pero también merece la pena analizar su cara B.
Protestas ciudadanas en España

El pasado 2024, España volvió a batir récords de turistas extranjeros, con la asombrosa cifra de 93,8 millones de viajeros internacionales. Cataluña (19.939.895), las Islas Baleares (15.311.569) y las Islas Canarias (15.226.886) fueron los principales focos de recepción, una sobrecarga que ha llevado a la población autóctona al límite.
Por ejemplo, bajo carteles de 'Fora turisme' o 'El turisme ens roba', la ciudad de Barcelona ha protagonizado en los últimos años varias protestas en contra de la masificación turística. Lo mismo ha ocurrido en urbes como Palma de Mallorca, donde los manifestantes han denunciado las consecuencias de prolongar este modelo económico basado en la turistificación. Incluso, hemos podido ver a protestantes mojando a los turistas con pistolas de agua o mostrando grandes pancartas en las playas más abarrotadas de la isla.
El archipiélago canario no se queda atrás. Miles de personas han salido también a las calles para protestar por una situación que tachan de insostenible. Estos no son los únicos destinos españoles que han alzado la voz en contra de la llegada masiva de visitantes, pero sus reivindicaciones son compartidas: poner freno a una saturación turística que agota los recursos, hace aumentar el precio de las viviendas y amenaza a los espacios naturales.
El patrimonio de Venecia, amenazado

Con una población de apenas 60.000 personas, la icónica ciudad de Venecia llega a recibir anualmente 30 millones de turistas. Una cifra que ahoga y desborda a la urbe más que las subidas del nivel de agua a las que también tiene que hacer frente y que amenazan de igual forma a su valioso patrimonio.
En este caso, las autoridades locales tomaron contundentes medidas. Para empezar, desde 2021 prohibieron a los cruceros fondear junto a su casco histórico, buscando evitar accidentes como el de un barco que chocó contra el muro de su puerto histórico. Con esta medida, Venecia evitó entrar en la Lista de Patrimonio en riesgo de la Unesco.
Por otro lado, la ciudad también ha impuesto una tasa turística a los visitantes que no pernocten allí. Con ello no solo buscan reducir el número de llegadas, sino que ponen el foco en aquellos turistas que solo pasan un día en la urbe (principalmente cruceristas) y que apenas hacen un aporte en su economía. La tasa se estableció en 2024 y en un principio era de 5 €, sin embargo, desde 2025 se incrementó hasta lo 10 €.
Doce veces más turistas que vecinos en Hallstatt

El turismo de masas no es exclusivo de las grandes ciudades o los paraísos veraniegos. Algunas zonas rurales también tienen que hacer frente a esta problemática. Es el caso del pequeño y pintoresco pueblo de Hallstatt, ubicado en los Alpes austriacos. Su posición perfecta junto a un lago y su preciosa arquitectura tradicional del siglo XVI han atraído desde siempre a una gran cantidad de turistas, pero el mayor detonante fue el estreno de la película Frozen, y es que esta villa fue la inspiración para el diseño del reino helado de este éxito de Disney.
Sus poco más de 700 habitantes están hartos de la situación. Alrededor de 9.000 visitantes llegan diariamente al pueblo, colapsándolo por completo. Es por ello que los vecinos han tenido que actuar ante esta saturación y la amenaza de perder su calidad de vida y que la localidad se convierta en un parque de atracciones para turistas. Así, los locales llegaron a levantar una valla en el punto más fotografiado e incluso, en una ocasión, bloquearon el único acceso al pueblo. Sus demandas se centran en establecer un límite diario que rebaje la cifra de llegadas al menos a la mitad.
Dubrovnik, límites a cruceros y maletas

Masificación turística en el casco antiguo de Dubrovnik.
La ciudad de Dubrovnik también ha sufrido las consecuencias de aparecer en un fenómeno viral. Aunque es cierto que esta urbe croata ya recibía un enorme número de visitantes, la cifra aumentó considerablemente desde que se convirtió en escenario para la exitosa serie de Juego de Tronos. Su valioso patrimonio está en jaque con la llegada de más de un millón y medio de turistas al año. Su casco antiguo está siempre atestado, una situación que empeora con el desembarco constante de cruceristas.
Las autoridades no han tenido más remedio que establecer ciertas medidas para rebajar las tensiones y disminuir esa masificación. Por ejemplo, desde 2020 se ha limitado el número diario de cruceros que pueden atracar en su puerto. Asimismo, el alcalde de Dubrovnik pretende restringir el aforo a 4.000 visitantes al mismo tiempo. Otra decisión enfocada a conservar la calidad de vida de los habitantes ha sido la prohibición de arrastrar las maletas con ruedas en el casco histórico, de calles empedradas, para evitar el ruido que generan.
Un equilibrio difícil en las Islas Galápagos

Las Islas Galápagos, con su remota ubicación en el océano Pacífico, a más de 1.000 kilómetros de las costas de Ecuador, pueden presumir de contar con una biodiversidad exuberante que las convierten en uno de los mejores destinos del mundo para la observación de fauna salvaje. Sin embargo, es precisamente esa característica tan especial la que hace que este archipiélago sea un gran foco de turismo.
Es cierto que esta actividad es imprescindible para la economía insular, pero la fragilidad de sus ecosistemas hace que sea necesario tomar medidas. El 97 % de territorio de las islas es un parque nacional protegido, así que su conservación no es negociable. Ya en 2015 el gobierno decretó una moratoria para limitar el desarrollo turístico, y en 2024 se duplicó el precio de la entrada al parque hasta alcanzar los 200 dólares. Además, se están restringiendo los alquileres vacacionales que han aumentado exponencialmente en el archipiélago en los últimos años.
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