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La isla de Gran Canaria alberga infinidad de tesoros que se ocultan tanto en el litoral insular como en los lugares de interior más recónditos, por ello, no es de extrañar que muchas personas viajen cada año hasta ella (en 2024 fueron 4,58 millones) para explorar sus rincones más increíbles. Uno de ellos se encuentra en el norte del territorio, y es sin duda uno de los tesoros naturales más asombrosos que se pueden encontrar en España: se trata de la Reserva Natural Especial de Azuaje.
Este impresionante entorno de unas 60 hectáreas de extensión se ubica en un tramo del barranco que lo da nombre, y a pesar de que su vasta vegetación ya hace de él toda una maravilla natural, lo cierto es que en su interior se pueden descubrir tesoros ocultos como las ruinas de un antiguo balneario. Para contemplar todos y cada uno de sus encantos, lo mejor es completar una magnífica ruta de senderismo que serpentea por el corazón de este paraíso y que es ideal para los amantes de la naturaleza.
La ruta circular por el apasionante Barranco de Azuaje

El Barranco de Azuaje se enclava dentro del Parque Rural de Doramas, entre los términos municipales de Moya y Firgas; es justo en este último municipio, en concreto en la Plaza de San Roque, donde arranca esta apasionante ruta de senderismo circular de 6,7 kilómetros. En dicha plazoleta, tras visitar la iglesia homónima, hay que dirigirse a un mirador desde el que se tienen unas vistas panorámicas excelsas.
Tras recorrer un corto sendero se llega al barranco, un espacio sublime repleto de vegetación, cascadas y riachuelos, y es que en esta zona de Gran Canaria el agua ha sido el motor económico durante mucho tiempo. Tras descender poco a poco por el terreno se llega a las ruinas del balneario de Azuaje, inaugurado en 1868 y que fue uno de los principales centros termales del archipiélago hasta su cierre en la década de los años 30; mientras mantuvo abiertas sus puertas, miles de personas acudían a él para aprovecharse de los beneficios de sus aguas mineromedicinales.

Tras adentrarse en los vestigios de lo que un día fue un esplendoroso balneario, es hora de reemprender el camino de vuelta hacia Firgas, siempre con el rumor del agua como acompañante. A través de caminos flanqueados por frondosos bosques y altas cumbres, los senderistas descubrirán entornos que parecen sacados de una postal y que no hacen más que añadir encanto a este lugar secreto en el norte de la isla.
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