martes, 28 de octubre de 2025

Canal Curiosidades : Detectan un desgarramiento brutal de la corteza terrestre en el fondo del Pacífico



 

Por primera vez en la historia, científicos han observado directamente el punto de colisión donde una placa tectónica se sumerge debajo de otra, rompiéndose activamente. Capturado con una claridad sin precedentes, el descubrimiento arroja nueva luz sobre cómo evoluciona la superficie de la Tierra y plantea nuevas preguntas sobre futuros riesgos de terremotos en el noroeste del Pacífico.

Es una muerte provocada de una de las fuerzas más colosales del planeta. Para que la tectónica de placas funcione, las zonas de subducción —esos motores geológicos que reciclan la corteza terrestre— deben extinguirse. "Conseguir que una zona de subducción se ponga en marcha es como intentar empujar un tren cuesta arriba", explica Brandon Shuck, geólogo de la Universidad Estatal de Luisiana y autor principal del estudio publicado en Science Advances. "Para terminarlo se necesita algo dramático, básicamente, un accidente de tren". El equipo de Shuck acaba de encontrar los restos de ese accidente.​

Qué han descubierto

El escenario de este drama geológico es la zona de subducción de Cascadia, frente a la costa de Vancouver. Allí, la placa Explorer y la de Juan de Fuca se hunden bajo Norteamérica. Pero no lo hacen de forma limpia. El estudio científico revela que la placa se está rompiendo a lo largo de la Zona de Falla de Nootka (NFZ), una cicatriz de unos 20 kilómetros de ancho que corta la corteza oceánica perpendicularmente a la fosa de subducción. Esta falla no apareció de la nada: es el resultado de un proceso que comenzó hace unos cuatro millones de años, cuando un cambio en el movimiento de las grandes placas del Pacífico y Norteamérica obligó a la corteza local a reorganizarse.​

Los datos sísmicos de alta resolución muestran que la NFZ actúa como una gigantesca cizalla. El proceso fue gradual: primero, la tensión reactivó antiguas fallas preexistentes en el lecho marino, creadas cuando la corteza oceánica era joven y débil. Durante millones de años, el agua del océano se filtró a través de estas fracturas, alterando químicamente la roca y debilitándola aún más en una vasta red de más de 100 kilómetros de ancho. Con el tiempo, toda esa tensión se concentró en la NFZ, que ahora funciona como una frontera transformante que segmenta la placa en dos.​

El resultado de esta segmentación es un desgarro asimétrico. Al sur de la NFZ, la placa de Juan de Fuca muestra un hundimiento gradual, una flexión que los científicos describen como una etapa incipiente de rotura. Pero al norte, en la microplaca Explorer, la fractura es mucho más madura: una rotura abrupta y casi vertical donde un bloque de la placa se ha desplomado cinco kilómetros. Esta diferencia se ve confirmada por los terremotos. La fractura de la placa Explorer es una "pared" de sismicidad muy focalizada que se extiende hasta 40 kilómetros de profundidad, mientras que en la de Juan de Fuca los temblores son más dispersos.​

Este desgarro en pedazos, o 'terminación por partes' como lo llaman los autores, es el mecanismo que finalmente detiene la subducción. En lugar de un colapso total, la placa se deshace "vagón por vagón", como describe Shuck. Cada fragmento que se desprende le resta fuerza al sistema, hasta que la enorme losa de roca deja de ser arrastrada hacia el manto. Este modelo 4D, que combina espacio y tiempo, explica por fin la existencia de "microplacas fósiles" encontradas en otras partes del mundo, como los restos de la antigua placa de Farallón, que hasta ahora eran un enigma geológico.​

Riesgo sísmico

A medida que los fragmentos de la placa se hunden en el manto, pueden abrir ventanas en la corteza a través de las cuales asciende magma, lo que podría explicar episodios de actividad volcánica anómala observados en la región. La violenta belleza de este proceso, capturada por primera vez, confirma que la superficie de nuestro planeta no es una coraza rígida, sino un sistema dinámico en constante destrucción y reconstrucción.​

El descubrimiento no altera las predicciones a corto plazo: la zona sigue siendo capaz de generar grandes terremotos y tsunamis. Sin embargo, su valor es estratégico. Al identificar estas "líneas de fractura" en la placa que se hunde, los científicos ahora pueden refinar sus modelos para entender cómo un futuro gran terremoto podría propagarse o, por el contrario, detenerse al toparse con una de estas barreras. La muerte de una placa tectónica nos está dando las claves para comprender mejor cómo se comportará la Tierra viva.





 

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