martes, 28 de octubre de 2025

Canal Curiosidades : Los Millares: la civilización más antigua de la Península nació en Almería

 





Tartessos no es la civilización más antigua de la península ibérica. No: unos dos mil años antes ya existía en Almería, junto al río Andarax, cerca del actual municipio de Santa Fe de Mondújar, el asentamiento prehistórico de Los Millares.

Los Millares estuvo habitado entre el 3200 y el 2200 a. C., y en su máximo apogeo llegó a contar con unos 1.500 habitantes, una cifra impresionante para la Edad del Cobre. Su influencia, sin embargo, va mucho más allá, siendo el centro de una cultura arqueológica que se extendió desde la parte oriental de Granada hasta la provincia de Alicante.

Encajado entre el cauce del Andarax (que hace 5.000 años era mucho más caudaloso) y el de un torrente, Los Millares se sitúa en una posición estratégica excepcional: solo quedaba sin defensas naturales la parte occidental del poblado. Pero esta vulnerabilidad se suplió con nada menos que cuatro murallas concéntricas, volviéndolo prácticamente inexpugnable. La más moderna y más exterior de ellas mide 310 metros.

Estas enormes murallas de mampostería cuentan con estructuras defensivas, como bastiones y torres, y puertas monumentales protegidas con barbacanas. Además, nos revelan dos cosas: que la sociedad de Los Millares vivía en un entorno belicoso, en el que había necesidad de defenderse, y que estaba a su vez suficientemente organizada como para desarrollar obras comunes de gran magnitud.

Dentro del área amurallada se encontraban las viviendas, de planta circular y construidas sobre zócalos de piedra con paredes de barro. Estas chozas oscilan entre los 2,5 y 6 metros de diámetro. El interior, bastante simple, contaba con el fuego del hogar, bancos adosados a las paredes, vasijas y compartimentos para almacenaje. Junto a muchas cabañas se encontraron molinos de piedra para moler cereal, lo que indica la importancia de la agricultura en la dieta de Los Millares. También se han hallado silos subterráneos para el grano y cisternas para almacenar agua de lluvia.

Además de las chozas, se han encontrado edificios cuadrangulares con restos de cobre, hornos y fogones: talleres metalúrgicos dedicados a la fundición del metal. Hay también talleres de herramientas líticas, pues en Los Millares, al igual que en toda la Edad del Cobre, las herramientas de metal eran pocas y muy valiosas, y los útiles de piedra seguían predominando.

Destaca, finalmente, un edificio de notables dimensiones (llamado por los arqueólogos «Gran Edificio») que probablemente fuera un templo, palacio o almacén, y funcionaría como centro del asentamiento. Está fechado en torno al 2600 a. C., pero hasta que no esté plenamente excavado resultará difícil conocer sus funciones y medidas exactas.

Fuera de las murallas tras las que vivían los habitantes de Los Millares encontramos el área donde tenían su descanso final: la necrópolis. Extendiéndose por unas 13 hectáreas y con unas 80 tumbas documentadas, es inmensa. Parece ser, además, anterior al poblado, y cuando este finalmente se abandonó, la necrópolis siguió recibiendo nuevos enterramientos.

El tipo principal de tumba es el tholos, una cámara circular de entre 3 y 6 metros de diámetro cubierta con una falsa cúpula de piedra (construida por aproximación de hileras) y con un corredor de acceso. Los enterramientos eran colectivos, y en algunos tholoi se han llegado a contabilizar hasta cien individuos, lo que sugiere que cada uno podía pertenecer a un linaje o familia.

El ajuar funerario es rico y variado. Abundan las cerámicas, entre ellas las campaniformes. También se han encontrado numerosos utensilios de piedra, cobre y metales preciosos. Es llamativa la presencia de objetos de lujo hechos con materiales que tuvieron que venir de lejos, mediante el comercio, como ámbar de Sicilia o marfil y huevos de avestruz, que provendrían de África.

Entre los objetos más característicos de Los Millares están los llamados «ídolos oculados», pequeñas figurillas o placas con ojos grabados de forma muy marcada. Estos ídolos fueron populares por todo el sureste ibérico, más allá de Los Millares, llegando hasta Extremadura, en la vega del Guadiana.

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El descubrimiento de Los Millares, que podemos considerar la primera civilización de la península, se lo debemos al ingeniero y arqueólogo de origen belga Luis Siret, que publicó sus hallazgos en 1893. Impresionado por el nivel de desarrollo de esta cultura, propuso que grupos de colonizadores orientales, conocedores de la fundición del cobre, habrían llegado a la península y se habrían asentado en Los Millares.

Las investigaciones posteriores han revelado que esto no es cierto. No encontramos grandes diferencias de ADN entre los pobladores de Los Millares y los de épocas anteriores. Esta primera civilización peninsular es plenamente autóctona.





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