El deshielo acelerado de los glaciares de Alaska está revelando un fenómeno tan llamativo como preocupante: la aparición de una extensa red de ríos y arroyos de color naranja en zonas remotas del Ártico. Este proceso, documentado por la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), se ha convertido en una nueva evidencia visible del avance del cambio climático en una región especialmente sensible al aumento de las temperaturas.
La transformación de estos cursos de agua no responde a vertidos industriales ni a contaminación química directa. Los análisis científicos indican que el origen está en el deshielo del permafrost, el suelo que permanecía congelado de forma permanente y que ahora libera hierro y otros metales al entrar en contacto con el agua y el oxígeno, alterando de forma drástica el color de ríos y arroyos.
El fenómeno ha sido analizado en el informe anual Arctic Report Card, publicado por la NOAA y elaborado por una red internacional de científicos. El estudio recoge observaciones realizadas mediante imágenes por satélite, muestreos sobre el terreno y análisis químicos que confirman la extensión del proceso a lo largo de cientos de kilómetros en el norte de Alaska.
El origen de los ríos anaranjados
Las primeras señales de alerta surgieron a partir de 2018, cuando pilotos y habitantes de la región comenzaron a detectar ríos teñidos de tonos rojizos visibles incluso desde el aire. Estas observaciones impulsaron investigaciones más detalladas que permitieron descartar fuentes externas de contaminación y centrarse en los cambios geológicos provocados por el calentamiento del suelo ártico.Una acumulación de agua naranja sobre el hielo de Alaska (US Geological Survey/Josh Koch)
Josh Koch, hidrólogo del Servicio Geológico de Estados Unidos, explica que el hierro permanece invisible mientras circula bajo tierra. Sin embargo, al alcanzar el cauce fluvial, el metal se oxida y precipita, generando la coloración característica. “El cambio puede producirse en cuestión de días o semanas”, señala el investigador, subrayando la rapidez del proceso.
Junto al hierro, los científicos han detectado la presencia de cobre y aluminio, también liberados por el deshielo del permafrost. Aunque no se han registrado efectos inmediatos sobre el agua potable, los expertos advierten de posibles impactos en los ecosistemas acuáticos, ya que estos metales pueden afectar a peces y a la cadena alimentaria.
Un ártico cada vez más inestable
La aparición de estos ríos anaranjados se enmarca en un contexto de cambios acelerados en el Ártico. El informe de la NOAA señala que el último año ha sido el más cálido y húmedo desde que existen registros, un escenario que refuerza la pérdida de masa glaciar y altera el equilibrio climático global.
Matthew Druckenmiller, científico del National Snow and Ice Data Center y editor principal del informe, recuerda que el Ártico actúa como regulador térmico del planeta. Su calentamiento, advierte, influye en la subida del nivel del mar, en los patrones meteorológicos y en actividades humanas como la pesca, convirtiendo estos ríos oxidados en una señal visible de un problema de alcance global.



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