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Es tiempo de platos calientes, enjundiosos y familiares: en estos restaurantes encontrarás el confort gastronómico que buscas

Apetece jersey verde y rojo con guirnaldas. Apetece brindar. Apetece Navidad. Barcelona ya vive su particular ‘Qué bello es vivir’ y el cuerpo no está para ensaladillas rusas. Es tiempo de platos navideños, calientes, enjundiosos y familiares. Pescados, canelones, escudella y carn d’olla, calamares rellenos, cabrito, ¡panettones como puños de Hulk! En estos lugares de Barcelona encontrarás las recetas festivas y el confort gastronómico que buscas. Buen provecho y mejor Navidad.
Marisco para gourmets: yo a Galicia y tú a Laponia
Los hay que no se bajan del marisco cuando llegan estas fechas. A ellos les digo que el milagro navideño es posible en Batea (Gran Via, 605), un híbrido de marisquería y bistró que tiene voz propia y, encima, no puede estar en mejor sitio: el mismísimo centro de Barcelona. Batea es una fiesta, por eso encaja tan bien en el espíritu navideño de la gran urbe. Olvídate del marisco pasado de siempre, esta casa juega con delicadezas y las envuelve en un siempre acertado manto de autor. Encima tiene alma gallega y lo deja muy claro en platos como la croqueta de cocido con tartar de gamba blanca, el pulpo con chimichurri, chorizo y suquet o la tortilla de Betanzos. Pero si hemos venido a por el marisco y otros bichos del mar, es obligatorio lanzarse sobre la mariscada fría, con navajas con brócoli, blini con caviar y crème fraîche, y un increíble profiterol de alga con salpicón de rape y huevas de trucha. Que lluevan también las ostras (mi favorita, la aliñada) y que no falte el mejillón en escabeche sobre tostadita de maíz azul, uno de los mejores aperitivos que he probado este año. Si eres carnívoro, no temas, el pato de bellota se convertirá en tu nuevo favorito de esta y las próximas 30 navidades.
Capitán Navidad: escudella baila sola
Hablar de ollas navideñas y obviar el trabajo de Franc Monrabà me parece un sacrilegio. Y por mucho que haya recomendado cien veces el Haddock (València, 181), creo que nunca es suficiente. No habrá moda que lo dinamite, pues el compromiso de esta casa de comidas con nuestro recetario tradicional y con la calidad del producto de proximidad es como el Duralex: irrompible. Haddock es la casa de la escudella i la carn d’olla, un plato que se materializa cada viernes y congrega a incontables peregrinos. Pero que nadie se olvide de otro icono del Haddock, los canelones caserísimos de Franc, sencillamente imprescindibles en estas fechas. Toma nota, a ver si encuentras algún hueco: el día de Sant Esteve hay menú especial con canelones y pollo. El sábado 27 de diciembre y el viernes 2 de enero, la casa expenderá su legendaria escudella a todos los devotos que necesiten reponer fuerzas.
Tradición sofisticada: Navidad en el Gòtic
Mi reino por el calamar relleno de Bellafila (Bellafila, 5). En cuanto me puse a pensar en restaurantes con platos navideños, esta receta fue de las primeras que me vino a la cabeza. Jordi Parramon combina instinto y creatividad para llevar la cocina catalana a otra dimensión. Sus patatas con ‘suc’ me parecen una opción acertadísima estas fechas. También la morralla en fritura, la costilla o cualquier mar y montaña que surja de su mente. Bellafila destaca por sus platos de base reconocible, aunque transformados en alta cocina por un artesano que se decanta por la finura, la elegancia y la sensatez. El restaurante, además, cuenta con un menú de Navidad a 60 euros que incluye lomos de sardina marinados con uva, croqueta de gamba, ollita de garbanzos y almejas, canelón de pato y, oh sí, el antológico calamar relleno de la casa, un plato que grita “¡ho, ho, ho!” con todas sus fuerzas. Bebida no incluida, pero postre, turrones y barquillos sí. No te lo pueden poner más fácil (y más rico).
The Catalan dream: Canal Historia
Si hay un restaurante que huele de verdad a Navidad catalana, este no es otro que Ca l’Estevet (Valldonzella, 46), historia viva del Raval, otrora refugio de diletantes, escritores, mocatrices, políticos y bohemios varios, una cripta de la cocina ‘nostrada’ en la que hasta los Rolex de titanio se paran. Pocos comedores como este para comprobar de primera mano que Einstein tenía razón y el tiempo es relativo, pues a la que hinques la dentadura en sus canelones, te parecerá que tu difunta abuela está en la cocina y ya empieza el especial Martes y Trece por la tele. Canelones de los de antes, cremosos, sabrosos, anclados en una receta tradicional que busca activar recuerdos y lo consigue con suma facilidad. Ojo, que aquí también puedes regalarte una generosa ración de escudella y carn d’olla a menos de 30 euros, un ítem que también te puedes llevar a casa. ¿Resulta que vas de sano y para rebajar el sentimiento de culpa quieres acompañarlo todo con una lechuguita o algo que se le parezca? Pues nada, pides la antológica ensalada de cap i pota (uno de mis pecados favoritos) y los duendecillos de la Navidad te quitarán la tontería a tortazos.
Fiesta en el Tibidado: comida en las alturas
Como decía el anuncio de turrones, vuelve a La Venta (Pl. Doctor Andreu, s/n) por Navidad. Redescubre tu ciudad desde las alturas del Tibidabo, como si fueras el protagonista de la canción ‘Cadillac solitario’. Con la panorámica de Barcelona a tus pies, La Venta despliega sus encantos modernistas y su larga historia (en pie desde principios del siglo XX) para que se haga la magia. Y funciona. Además, su carta es un tributo a la tradición catalana en el que no faltan guisos, caracoles de antología y unos canelones de la vieja escuela que nadie en su sano juicio debería dejar pasar. Si el cuerpo te pide pescado por Navidad, no temas, tocan producto fresco con mucho respeto y nunca se les va la pelota. ¿Tienes alguna comida numerosa estas fechas? La excursión merece la pena. ¿No hay plan para la Nochevieja? El 31 de diciembre te recibirán con las estufas abiertas.
Fogones con señorío: Navidad sin tontería
Topik (València, 199) es un restaurante que se apoya sin disimulo en la calidad del producto de temporada y, cuando llega el frío, siempre tiene en carta platos que apetecen cosa mala. La cocina del chef Adelf Morales suele juntar lo mejor de Asia y Catalunya, pero cuando llega Papá Noel, en su carta puedes encontrar también refugios atómicos para sobrevivir a la Navidad en un formato 100% local. Los canelones de rustido (pertinentemente trufados y con setas de temporada) serían uno de los objetivos principales. Pero en Topik no le tienen miedo a otros platos Jingle Bells, como el rape alangostado con salsa tártara, la inevitable escudella o una espalda de cabrito (o cochinillo) de esas que quitan el sentido. No falta el marisco fresco ni la lonja del día al horno, un muestrario de artillería navideña que no deja el más mínimo resquicio al reproche: este restaurante tiene una gruesa capa de protección que le hace impermeable a gilipolleces.
Dulces con magia: postre con cascabeles
La Navidad, si no es hipoglucémica, ni es Navidad ni es nada. Da igual lo harto que estés de turrones marcianos, panettones elaborados con mantequilla de Rivendel y bichos navideños parecidos, acabarás cayendo en la espiral de dulces. Si te va el panettone, deberías ir corriendo a la pastelería Oriol Carrió (Bailén, 216), no en balde su juguetito se ha proclamado el mejor de España con merecimiento. El panettone de chocolate de Brunells (Princesa, 22) es otro ‘must’ para los golosos sin remedio: las pepitazas de chocolate que flotan en su húmedo interior lo hacen irresistible. Más panettones locos, sin duda el de Lot Roasters (Bailén, 43), elaborado con los más altos estándares de calidad. Y si no te ha tocado el Gordo, a lo mejor la suerte te favorece y encuentras alguna unidad del turrón de queso comté de Jon Cake (Assasonadors, 29): para mayores de 18 años.
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