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Es un sitio irrepetible, único, exótico: no hay nada que se le parezca en toda la maldita ciudad. El Celler Panotxa celebrará 6 años el 6 de enero de 2026: el número de la bestia

En una Barcelona llena de restaurantes, gastrobares y wine bars sacados de la misma copistería, la rareza y la actitud son bienes tremendamente escasos. Así pues, demos gracias al Maligno por permitir que en este caldo inofensivo existan todavía focos de resistencia que van a muerte con lo suyo. Y aquí entra el Celler Panotxa (Sant Joan de Malta, 53), un sitio irrepetible, único, exótico: no hay nada que se le parezca en toda la maldita ciudad.

Los más viejos del lugar recordarán el mítico Celler Ca La Paqui del Clot, célebre por la calidad de sus anchoas. Cuando sus propietarios anunciaron que chapaban por jubilación, uno de sus clientes más fieles, David Huerta, asumió el relevo de la tradición vermutera clotense, con la ayuda de Sandra Agudelo. Y la pandemia pasó por ahí. Y lo que tenía que ser una simple continuación del formato La Paqui, terminó evolucionando hasta convertirse en una marmita del heavy metal, un museo con memorabilia metalera de muchos kilates en todos y cada uno de sus rincones. Horror vacui al estilo Motorhead con ítems por los que un coleccionista pondría pasta gansa.

El local está envuelto en leyendas del rock. Objetos de coleccionista, posters firmados, un tirador de cerveza en forma de guitarra eléctrica, entrar en la marmita es un tripazo importante, especialmente cuando descubres el objeto de poder de la cueva: una figura a tamaño real de Eddie, la macabra mascota de Iron Maiden, que cuelga del techo.
Que nadie se deje llevar por los tópicos y/o prejuicios anti-rockeros, que estamos en 2025. Porque en la bodega más heavy metal de Barcelona se come y se bebe mejor que en muchos restaurantes. David Huerta sabe tanto de rock duro como de vinos, destilados y conservas de calidad. Tiene distribuidores muy locos en cartera. Es un sabio y explica las cosas con una locuacidad y retranca que sus fieles adoran. Y en las vitrinas esconde oro líquido para todos los bolsillos, desde una selección honesta de vinos, destilados y vermut a precios razonables, hasta tragos de lujo y referencias históricas que solo encontrarías en restaurantes top. Botellas raras, cavas y champagnes de altísima gama, destilados de coleccionista (como la increíble botella de whisky escocés Springbank 1963 todavía sin abrir), licores más añejos que el pescuezo de Joe Biden...

Podrías estar horas admirando su botellero mágico, pero en este sitio hay que recomponerse y prepararse también para la oferta comestible. Aunque se cimenta en los fríos y latas, el Panotxa ha ido ganando en complejidad, como compruebo con las navajas, sumergidas en una deliciosa emulsión con su salsa. Solo con darle un lengüetazo a la cecina, seguramente la mejor que he ingerido en Barcelona, ya veo que en esta casa van muy en serio. Sardina ahumada con huevas, espectacular. ¡Bacalao ahumado con perlas de limón y olivada a la italiana! Un desfile de joyitas que, recordemos, tiene lugar ante la atenta mirada de los Kiss, Javier Gurruchaga y los mismísimos Metallica.
Celler Pantoxa es un error, como dice el propio David Huerta. Pienso que ojalá Barcelona tuviera más errores como este. Y lo mejor de todo es que, antes de encarar una reforma, celebrará sus primeros 6 años de vida el 6 de enero de 2026. El número de la bestia, que gritaría Bruce Dickinson. Los Reyes Heavies os esperan en el Clot.
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