Juan Carlos llevaba casi ocho años en Rusia hasta que el pasado jueves por la noche abandonó Moscú para regresar a España vía Estambul, una de las pocas fronteras hacia Europa que todavía permanecen abiertas. El ambiente cada vez más enrarecido por la guerra contra Ucrania y las sanciones aplicadas en el país dirigido por Vladímir Putin han obligado a este gaditano a hacer las maletas y volver a su patria, ante la incertidumbre y el rumbo de los acontecimientos tras la invasión.
"Nos ha cambiado la vida. Yo he tenido que cerrar mi empresa y he salido con mi mujer, que es rusa, para España. Hay mucha gente normal a la que le está afectando esta situación y eso tampoco está bien", dice, en referencia a las sanciones que muchos estados han impuesto al país. Para evitar un conflicto bélico, la Unión Europea, EE UU y otras naciones afines le han aplicado un severo correctivo, que incluye expulsar a la mayoría de las entidades financieras rusas del sistema de pagos internacional Swift, limitar las exportaciones allí, clausurar los canales de propaganda del Kremlin y bloquear la mitad de las reservas del Banco Nacional.
En este escenario vive también Mikhail, nombre ficticio de un joven con ciudadanía española y rusa, que reside en Moscú y narra cómo muchos de sus conocidos han tomado la misma decisión que Juan Carlos: dejar el país independientemente del tiempo que llevasen allí y del dolor que les produjese la partida. No obstante, no son los únicos que están optando por abandonarlo ante la deriva de los acontecimientos. "Sobre todo la gente joven, la que tiene menos ataduras, ha intentado irse de aquí de cualquier forma a través de las fronteras que están abiertas", explica.
"Nos ha cambiado la vida. Yo he tenido que cerrar mi empresa y he salido con mi mujer, que es rusa, para España"
Para quienes, como él, se han quedado en el país, las primeras consecuencias de las sanciones se han manifestado en los bancos y en el uso de las tarjetas de crédito. Con la exclusión del sistema Swift y la salida de Visa, Mastercard y American Express de Rusia, los principales afectados han sido quienes cobran en divisas extranjeras, que han visto congelado el dinero en sus cuentas, sin poder acceder a él, detalla. "Desde el primer momento, se desresponsabilizaron de los retrasos en la disponibilidad de efectivo. Muchos temen que, si tienen que irse, ese dinero se quede ahí y básicamente se pierda", agrega.
"Yo cobro en euros en una cuenta española y no puedo hacer una transferencia a un banco ruso. Estoy tirando con el dinero que tengo en efectivo, menos mal que saqué por lo menos 2.000 euros", añade. Estos problemas se han agravado por la restricción impuesta por el Gobierno de Putin de retirar más de 10.000 dólares de cuentas extranjeras desde el 9 de marzo al 9 de septiembre y el incremento de los precios, sobre todo de los productos de marca e importados, indica este joven. Por fortuna, estas sanciones todavía no han provocado desabastecimiento en los supermercados, "al menos en el centro de Moscú".
Omid Etemad: "Piensas en volver a casa cuanto antes"
Estos mismos problemas con el efectivo los está experimentando Omid Etemad, fisioterapeuta del CSKA Moscú, el mítico equipo de fútbol de la capital. "En cuanto surgió este problema, la gente se echó a los cajeros a intentar sacar dinero, porque no es la primera vez que esto sucede y tenían miedo de que los bancos se quedasen sin. Ahora parece que las cosas están un poco mas tranquilas", subraya. En este sentido, afirma que obtener rublos es relativamente sencillo, pero es imposible sacar dinero del país. "Nos afecta casi más a los extranjeros que a la gente del propio país", incide.
"Nosotros vivimos con las maletas hechas. Obviamente, piensas en volver a casa cuanto antes"
Más allá de las repercusiones bancarias, el fisioterapeuta comenta que otra de las grandes consecuencias ha sido el cierre de las tiendas extranjeras de un día para otro, que han dejado el país como castigo por la guerra. Y, en este contexto, también él, como Juan Carlos, ha pensado en salir de Rusia. "Nosotros vivimos con las maletas hechas, ya estamos en contacto con el club. Les dijimos que nos queríamos marchar. Nos han asegurado que todo está bien, vamos a intentar terminar la liga y, si sucede algo excepcional, ellos se harán cargo de nuestro traslado. Obviamente, piensas en volver a casa cuanto antes", reconoce.
Falta de medicamentos y efectivo en San Petersburgo
Una experiencia similar ha vivido Barbara en San Petersburgo, la segunda ciudad del país, donde también se formaron colas en los bancos y faltaba el efectivo durante los primeros días del conflicto. En estos días, explica, todo está "más tranquilo" y no es difícil sacar dinero en rublos, pero la divisa extranjera es otro cantar. "Hace una semana aún se podía sacar dinero en dólares y euros, ahora es imposible", ahonda esta rusa, trabajadora de una empresa de interiorismo.
Al igual que Mikhail, también ella ha notado el alza de los precios, sobre todo en los electrodomésticos y los medicamentos. "Es complicado encontrar fármacos para algunas enfermedades, como la diabetes. Yo tengo problemas para conseguir lentillas para el astigmatismo, han subido hasta un 30% y dicen que no habrá suministros hasta abril", apunta. No obstante, considera que el sector más afectado son los negocios, por la exclusión de Rusia del sistema swift y porque "muchas empresas extranjeras se niegan a cumplir sus obligaciones de envío de mercancía". Tampoco la suspensión de vuelos ayuda, dice, ya que retrasa el servicio de Correos, señala.
"Es complicado encontrar fármacos para algunas enfermedades, como la diabetes. Yo tengo problemas para conseguir lentillas"
Pese a la situación, Barbara no pierde por completo la esperanza y busca una lectura positiva a las sanciones, pues confía en que obliguen a los oligarcas a invertir el dinero en su país, con el consiguiente desarrollo nacional. Más allá de este resquicio de optimismo, no es ajena a la realidad y lamenta la estigmatización que la invasión supone para su país. "La rusofobia ya se nota, lo siento enormemente porque no tiene nada que ver con nuestra cultura", se desespera, antes de enumerar los museos rusos cerrados en otros países, los eventos relacionados con su lengua cancelados y los actos de vandalismo.
"A mí me duele saber que somos agresores, pero supongo que hay gente que cree en la misión positiva. Yo quiero dar las gracias a todos mis amigos españoles por su apoyo y amistad, que me escriben mucho en estas dos últimas semanas. Eso no tiene precio. Espero que nosotros, la gente normal, no tengamos que vernos como enemigos", desea.
"Nadie se imaginaba algo así"
En medio de estas restricciones, todos ellos coinciden en un punto: nadie esperaba que las tensiones existentes desde 2014 con la adhesión de Crimea degenerase en un conflicto de estas dimensiones. "Nadie se imaginaba algo así, ni quienes apoyan la guerra. Ha sido muy curioso el cambio de relato, han pasado de reírse de Occidente por pensar que iba a haber una guerra a decir que no había otra alternativa", narra Mikhail. Y con él coincide Omid: "Ha pillado por sorpresa incluso a los rusos".
En cuanto al ambiente imperante en el país, Mikhail remarca que la primera semana la situación era "bastante bastante tensa" y, si bien ahora "ya se percibe un poco de relajación", es todo "sustancialmente diferente". "En Moscú, en general, la ciudad continúa a su ritmo. En el día a día, no se nota que haya una guerra, ni mucho menos. Es cierto que en el centro de la ciudad hay muchísimas protestas y, como aquí no están permitidas, esa zona sí que está un poco militarizada para intentar evitarlas, aunque no lo consiguen. Hay mucha más vigilancia e incluso algunos días ves camiones militares", observa Omid.
"Aunque la mayoría de la gente diga que no está de acuerdo con una guerra, no percibe lo que está ocurriendo en Ucrania por toda la propaganda que hay aquí"
Precisamente respecto a la percepción de la situación por parte de la ciudadanía rusa, Barbara opina que no es fácil conocerla. Las estadísticas oficiales del Kremlin, apunta, hablan de un apoyo del 69% a las acciones del Gobierno, pero ella duda y remite a las manifestaciones y las peticiones contra la guerra, una de las cuales "alcanzó un millón de firmas en tres días". "A mí me duele saber que somos agresores, pero seguramente hay gente que cree en la misión positiva", dice. En esta línea se expresa Omid: "Aquí, la mayoría de la gente, al menos con la que yo me relaciono, está completamente en contra, sobre todo los jugadores".
Algo más escéptico es Mikhail: "Hay bastante división. Aunque, formalmente, la mayoría de la gente diga que no está de acuerdo con una guerra, no percibe lo que está ocurriendo allí por toda la propaganda que hay aquí. Siguen la premisa de: 'Todo lo que dice y dirá el enemigo es y será mentira'. No se creen ninguna fuente de información del exterior, ni siquiera los vídeos. Ven imágenes de bombardeos y afirman que han sido los ucranianos".