Cómo cuidar orquídeas y evitar que se marchiten
Cuidar orquídeas no es tarea fácil ya que es una planta de origen exótico que necesita cuidados especiales. Sigue los consejos de nuestros expertos
Las orquídeas son plantas que han adquirido recientemente popularidad para el cultivo doméstico. Por su belleza, exotismo e increíble variedad, son flores que han cautivado a los aficionados a la jardinería desde que llegaron a Europa en el siglo XVIII. Son flores que nos sirven para la decoración de nuestras casas
Las orquídeas tienen la reputación de ser difíciles de cultivar cuando, de hecho, muchas variedades resultan excelentes plantas de interior. Con el cuidado adecuado, una orquídea puede florecer durante meses cada año y llegar a vivir de forma indefinida.
Con cerca de 30.000 especies distintas, las orquídeas están adaptadas a una amplia multitud de hábitats y crecen en espacios tan distintos como las junglas tropicales o la tundra ártica, por lo que no va a ser difícil encontrar una que se amolde a las condiciones de nuestro hogar, pero cuidar orquídeas puede ser una labor muy encomiable.
No conseguiremos semillas de esta planta, es preferible trasplantarlas. No es tampoco como cuidar un bonsai, requiere diferentes cuidados a los pequeños árboles que también se cultivan tanto hoy en día.
Tipos de orquídeas
La mayoría de las orquídeas cultivadas son nativas de los trópicos. En su hábitat natural, se adhieren a la corteza de los árboles o a la superficie de otras plantas. Sus raíces gruesas y blancas están especialmente adaptadas para absorber la humedad y los nutrientes disueltos por la lluvia. Están acostumbradas a una buena circulación de aire y mucha luz, más o menos la misma que en las condiciones de verano en las regiones templadas.
Hay muchas especies que pueden cultivarse sin demasiados problemas y que se adaptan perfectamente al ámbito doméstico. Básicamente, hay dos tipos de orquídeas: Las orquídeas monopodiales tienen un solo tallo vertical, con hojas dispuestas opuestas entre sí a lo largo del tallo. El tallo de la flor aparece desde la base de las hojas superiores. Las orquídeas con este hábito de crecimiento incluyen la phalaenopsis y vanda.
Las orquídeas con ramificación simpodial, crecen horizontalmente, sacando nuevos brotes del viejo rizoma. Las hojas y las flores se forman en la parte superior de los nuevos brotes. Muchas orquídeas simpodiales forman pseudobulbos, que son brotes hinchados que almacenan agua y nutrientes para ayudar a la planta a sobrevivir períodos de sequía prolongada. Las orquídeas simpodiales incluyen especies como cattleya, oncidium, cymbidium y dendrobium. Para los no todavía iniciados, es preferible empezar con especies de fácil cultivo como las orquídeas phalaenopsis.
Estas plantas de tamaño mediano producen ramilletes de flores pequeñas, medianas o grandes que pueden durar meses. Prefieren la luz filtrada y el riego regular, con períodos cortos y secos. La floración continúa desde el invierno hasta finales de la primavera.
Las orquídeas requieren para su cultivo una condición, que imiten su hábitat natural: amplia luminosidad, elevada humedad, circulación de aire alrededor de sus raíces, temperaturas adecuadas y períodos secos seguidos de lluvia que empape el sustrato.
A continuación, os vamos a indicar los pasos a seguir para cultivar con éxito una orquídea:
Primer paso: replantado
Las orquídeas que se encuentran en los centros de jardinería suelen venir en contenedores baratos de plástico con las raíces comprimidas en una mezcla de turba empapada de agua. Estas no son las condiciones adecuadas: no hay flujo de aire alrededor de las raíces y estas nunca tienen la oportunidad de secarse completamente. Solo se necesitan unos minutos para replantar una orquídea, y este paso es esencial para que la planta prospere.
Podemos hacer un pequeño huerto en nuestra casa con unos sencillos remedios caseros. Es importante hacerlo después de la floración, para no alterar el ciclo vital de la planta. Utilizaremos una maceta de barro cocido. Tras cortar las flores muertas y eliminar raíces podridas pondremos la planta en el contenedor, distribuiremos las raíces de forma uniforme y agregaremos una mezcla para orquídeas empaquetada llenando los espacios entre las raíces. Regamos abundantemente.
Segundo paso: luminosidad
El acceso a la luz es el factor más importante a la hora de cultivar estas plantas. Hay que escoger un punto cercano a una ventana, preferentemente orientada al este para evitar el sol de tarde. Muchas variedades, incluyendo la phalaenopsis, prefieren una intensidad media-baja y sin exposición directa al sol.
Tercer paso: riego
Un riego demasiado frecuente es tan perjudicial como la falta de agua. Debido a que las orquídeas se cultivan en una mezcla de corteza en lugar de tierra para macetas, necesitan ser regadas de manera diferente a otras plantas. Por norma general, hay que regar abundantemente una vez a la semana durante el período de floración, dejando que el agua se escurra del recipiente y no se estanque.
Hay que tener en cuenta que las orquídeas necesitan menos agua durante su período de descanso, cuando no están floreciendo o produciendo nueva vegetación. Con la aparición de nuevas raíces y brotes, una orquídea se puede regar más a menudo. La necesidad de agua también dependerá de factores como la temperatura, el tamaño del recipiente y la mezcla para macetas que empleemos, así que la experiencia nos dirá con qué frecuencia debemos regarlas.
Cuarto paso: abonado
El medio en que se cultivan las orquídeas contiene muy pocos nutrientes, por lo que es necesario aportarlos mediante un fertilizante, preferentemente líquido, que debe sólo aplicarse durante el período de crecimiento vegetativo.
Es aconsejable abonar cada dos veces que regamos con la mitad de la concentración recomendada por el fabricante. Con estos simples consejos y un cuidado periódico, disfrutaremos durante años de las hermosas flores de estas plantas exóticas.